Ausencia e ineficiencia del Estado
Desde hace años entidades intermedias se hacen cargo de lo que no hace el Estado. Por la ineficiencia de los distintos gobiernos, cada vez se crean más comedores, merenderos, juntas vecinales que gestionan sus propias mejoras, grupos que limpian la playa, entre otras ONG y asociaciones que buscan mejorar la calidad de vida de la gente.
Si bien es positivo que los ciudadanos participen y se involucren en la transformación de sus comunidades, el Estado siempre debe estar presente y acompañar estos procesos. Sin embargo, no siempre es así y la mayoría de las veces las instituciones se encuentran desamparadas y con fuertes demandas que resolver.
En algunos casos, cuando las entidades están bien organizadas desde el punto de vista legal, pueden conseguir el apoyo estatal, a través de subsidios. Sin embargo, a la larga, más de una vez, el mismo Estado termina incumpliendo los convenios y, por consiguiente, complicando aún más la situación.
Tal es el caso de lo que le pasó a la Asociación Yipuy que, desde hace seis meses, no reciben las 20 becas otorgadas para el funcionamiento del centro maternal, que funciona en 37 y 76. La entidad decidió sumar este servicio hace algunos años porque contaba con el apoyo económico de la Provincia, a través de un convenio. Sin embargo, desde enero el gobierno bonaerense no envía los fondos prometidos, lo que pone en riesgo la continuidad del centro maternal.
Yipuy cumple un rol fundamental en el barrio desde hace 17 años en el acompañamiento de madres adolescentes y la contención de la primera infancia. Hace unos años, viendo la necesidad de jardines maternales que existía en el distrito, abrieron un espacio educativo no formal para bebés y niños hasta los 2 años, para ayudar a las madres jóvenes que trabajan o que tienen que terminar la escuela. En este sentido, la institución está cubriendo una demanda que debería estar cubierta por el Estado como es la educación de nivel maternal, pero en lugar de acompañarla para que pueda hacerlo de la mejor manera posible, la deja a la deriva.
Desde la misma entidad, reconocen que podrían gestionar el ingreso a un programa nacional, pero las trabas burocráticas son tales que tampoco pueden avanzar en este sentido.
Cuando el Estado está ausente y además es ineficiente en los pocos servicios que brinda, las cosas no son tan fáciles. Es en estos vacíos, donde las entidades tienen que sacar fuerzas y ganas de donde no tienen para seguir adelante, pero a veces resulta imposible.
Qué fácil sería si al trabajo de las entidades intermedias se le sumara el apoyo incondicional del Estado y cuántos más proyectos se podrían concretar para mejorar la vida de todos nosotros.