El desborde legitimado
Recientemente nos ocupamos en estas páginas de los trastornos que cada domingo genera en un sector de la avenida 10 y aledaños un grupo de inadaptados sobre sus motos, haciendo peligrosas maniobras, sin casco y generando ruidos ensordecedores.
Dábamos cuenta en la oportunidad que estas indebidas actitudes, poniendo en peligro las vidas de protagonistas y terceros, proliferan casi libremente ante la elasticidad de los controles por parte del área de Tránsito, o por la falta total de los mismos.
Lo cierto es que lejos de aminorarse esta escalada de anormalidades y con una llamativa coincidencia con la asunción de un nuevo director del área –el excomisario Carlos Díaz- se sucedió una serie de hechos anormales.
En primera instancia durante la madrugada del pasado miércoles 20 autores ignorados ingresaron de madrugada al predio de Tránsito, que cuenta con vigilancia y cámaras durante las 24 horas, para llevarse una moto que había sido secuestrada días antes. Un hecho que no se ha aclarado aún y que ya tenía al menos un antecedente previo de años atrás.
Días después hubo un incidente en el marco de un control por parte de los inspectores de una “picada” de motociclistas, cuando el conductor de una camioneta de Tránsito habría rozado con el vehículo a una moto en la que viajaba una pareja, y que al perder el equilibrio y caer, provocó algunas heridas leves a la mujer que circulaba en la parte trasera del rodado menor.
El episodio, que incluyó una furiosa apedreada a la camioneta municipal por parte de los participantes de la “picada”, derivó en una investigación del área de Legales del Ejecutivo y actuaciones penales contra al empleado de Tránsito que habría encerrado a la moto, en su intento de detener la ilegal práctica de la cual participaban no menos de 20 personas.
Las anormalidades no terminarían allí, pues a las pocas horas y convocándose por la redes sociales, lo que advirtió a los responsables del área de Tránsito para tomar medidas preventivas, un grupo de motociclistas se apersonó en el predio de avenida 59 y 82 para tomar venganza y arrojar un sinnúmero de piedras sobre las instalaciones municipales.
Las intenciones iniciales manifestadas en las redes eran las de prender fuego el citado predio, pero al encontrarse con un móvil policial cuidándolo, y antes de huir del lugar, los inadaptados optaron por lanzar piedras que igualmente causaron daños en las instalaciones y que fueron materia se una denuncia ante la Justicia.
Sin dudas esta cadena de hechos deja en claro que quienes los protagonizan están decididos a no acatar ningún tipo de límite, multiplicando sus agresiones contra el resto de la sociedad: tanto con sus temerarias y molestas prácticas sobre las motos, como agrediendo a quienes deben detenerlos y poner orden, así como también tratando de romper bienes que son públicos.
Es imperioso que las autoridades, tanto las municipales como policiales cumplan con el papel que les corresponde a la función que han elegido y para lo que cuentan con herramientas legales. Es necesario frenar a este grupo de facinerosos, de manera de evitar sus acciones que van camino a cobrar nuevas víctimas fatales. De lo contrario por ahora se está legitimando el caos y la violencia.