La doble fila
En reiteradas ocasiones nos hemos referido al caos en el que se ha transformado el tránsito vehicular en las calles lo que se potencia en las arterias del microcentro.
Dentro del cúmulo de infracciones, cometidas en la mayoría de los casos sin desconocimiento de las normas, se pueden enumerar el estacionamiento en lugares no permitidos y debidamente señalizados; la obstrucción en las esquinas de las rampas para el desplazamiento de los ciudadanos con capacidades diferentes; la circulación a contramano de ciclistas, que a veces no trepidan en ir hablando por celular o enviando mensajes desde el mismo; o el andar irresponsable de motociclistas sin casco.Si hacemos una especie de orden de importancia, quizás la costumbre menos perniciosa, pero tan transgresora como las otras y causante de trastornos es la de estacionar vehículos en doble fila.Cada vez más difícil se está haciendo erradicar este comportamiento, que no sólo se ve frente a edificios públicos o en las escuelas a la hora de salida de los alumnos, sino en centros asistenciales y hasta en comercios. Con dejar las balizas en funcionamiento, los infractores se sienten “justificados” de su mal accionar. Poco y nada les interesa el caos vehicular que fomentan con su conducta o si les cortan la vía de salida a los automovilistas que sí han estacionado como corresponde.
En varios casos, los choques o accidentes con heridos suelen ser ellamentable saldo de este indebido accionar. Quienes circulan en rodados o de a pie pueden observar en forma reiterada este tipo de transgresión, muchas veces con varios vehículos estacionados en doble fila, uno detrás del otro; o camiones descargando objetos fuera de la hora permitida.
Apropiarse del espacio público por sobre los demás y pasar primero en cada esquina, corresponda o no, resultan comportamientos frecuentes de cientos de conductores locales. La falta de respeto a las normas de convivencia, lo que por otro lado es una actitud cultural, es el distintivo de este tipo de decisiones, muchas veces amparadas en la falta de control por parte del municipio.
No son pocos quienes demandan un mayor recelo y penalización de este tipo de conductas por parte de la comuna. Entienden que en una situación tan encarnada como lo son las contravenciones en la calle ya es hora de castigar a quien no tiene intenciones de acatar las normas que hacen a una buena vida en sociedad.///