Recordando a Favaloro
*Por Carlos Gabino
para Ecos Diarios
Un infausto 29 de julio, hace 22 años, mientras asistíamos a un curso de ecocardiografía en la Fundación Favaloro, nos informaron que un autoinflingido y certero disparo al corazón había provocado la muerte de uno de los más importantes científicos de la historia argentina.
Lloramos su ausencia los cardiólogos que tuvimos el privilegio de compartir muchas horas de aprendizaje. También los médicos del mundo entero, y los millones de pacientes rescatados de la muerte y con su calidad de vida recuperada gracias a la fantástica técnica del “bypass” aortocoronario por él descripta en 1967 en la Cleveland Clinic (EE.UU.).
Nacido en un humilde hogar de La Plata, sus padres le inculcaron sólidos principios morales que respetó a ultranza durante toda su vida.
Ejerció medicina rural en Jacinto Aráuz (La Pampa) entre 1950 y 1961, y posteriormente partió a Estados Unidos para perfeccionar sus conocimientos en cardiocirugía en Cleveland (Ohio).
Con gran fama y experiencia regresó a la Argentina en 1971, rechazando tentadoras ofertas con el propósito de crear un centro de excelencia en cirugía cardiovascular. Le habían ofertado dos millones de dólares anuales con el único compromiso de pasearse por los pasillos de la clínica con el logo institucional en su guardapolvo.
La Fundación Favaloro se creó en 1975. En 1980 se creó el Laboratorio de Investigación Básica. Luego la Universidad Favaloro (Medicina comenzó en 1993 e Ingeniería Biomédica, Física Médica y Computación en 1999).
En 1992 se inauguró el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, una entidad sin fines de lucro con el lema “Tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico”.
René Favaloro rechazó ofrecimientos para ocupar diversos cargos de los políticos que reconocían su coraje y honestidad intelectual. Pudo ser ministro de Salud (función ofrecida por el presidente Carlos Menem en 1993, 1994 y 1995), candidato a vicepresidente de la Nación para acompañar a Menem, a Jefe de Gobierno por el PJ porteño y a senador por la Capital (1995). También los radicales quisieron incorporarlo durante el gobierno de Raúl Alfonsín.
El Dr. Favaloro nos visitó, invitado por la Sociedad de Cardiología de Necochea, en 1989 y en 1993, pronunciando históricas conferencias sobre cardiología y educación. Por supuesto, sin cobrar un solo peso.
Quienes lo conocíamos no sabíamos si admirar más su sabiduría científica o su profunda humildad y hombría de bien. El Dr. Favaloro era sabio y modesto, íntegro y valiente, incorruptible y generoso. Por su libre decisión y mediante un convenio documentado, donaba sus honorarios a la Fundación, reteniendo una pequeña suma que le permitía vivir austeramente. Se movilizaba con un automóvil Peugeot de modelo muy antiguo. Franco Macri, presidente de la filial de esa automotriz, en ese momento, le ofreció regalarle un modelo flamante. Rechazó el ofrecimiento.
Era reconocido y admirado en todo el mundo. En nuestro país, no tanto.
En una de sus últimas participaciones públicas, inaugurando el XXVI Congreso Interamericano de Cardiología, efectuó un dramático llamado a la unión de los pueblos de Latinoamérica. Señaló: “Nuestras raíces culturales no deben desaparecer. Todos estamos hambrientos de justicia, paz y libertad. Nos salvaremos cuando luchemos juntos por nuestra emancipación. Soñar es una tarea fecunda. Soñemos con una Patria con justicia social, grande y generosa. Sin utopías la vida no es otra cosa que un largo y triste ensayo hacia la muerte.”
A Favaloro le angustiaban la desocupación y la pobreza, la salud y la educación en los países del Tercer Mundo. Sintió que nadie respondía, que nada podía hacerse. Tocó muchos timbres para salvar a su querida Fundación. Le adeudaban cincuenta millones de dólares, producto de prestaciones efectuadas al Estado nacional, a gobiernos provinciales y a obras sociales. Muchas clínicas estaban en situación similar, pero concursaban, quebraban y operaban con otro nombre. Para Favaloro eso era inimaginable.
Lo mataron…
El Dr. Favaloro no se suicidó: lo mataron. ¿Quiénes? Un Estado ineficiente y corrupto. Una clase política sin grandeza, incapaz y venal. Funcionarios públicos que acceden a sus cargos por arreglos de comité y satisfaciendo mezquinos intereses. Legisladores sin espíritu cívico. Medios de comunicación mercantilistas, esclavos del rating y escasamente preocupados por preservar las normas morales elementales. Dirigentes gremiales apoltronados en sus cargos vitalicios, destruyendo sus obras sociales y privando de una asistencia médica digna a sus afiliados emprobrecidos y cautivos. Y finalmente, todos nosotros, que pudiendo participar activamente en la vida pública de nuestra Patria, optamos por privilegiar logros personales.
Favaloro era un médico integral, con sólida formación espiritual.
Favaloro formó y capacitó a cientos de cardiocirujanos que actualmente aplican y desarrollan su valioso bagaje científico en los principales centros cardiológicos del mundo. Condujo la cardiología argentina a un grado de excelencia admirada y mundialmente reconocida.
Me sorprendía y admiraba, al cruzar la sala de espera de Favaloro, escuchar a sus pacientes hablando todos los idiomas del mundo.
¡Qué país antropófago la Argentina, que devora a sus propios hijos! Hoy, más que nunca, luchemos para mantener la tarea que dejó inconclusa nuestro querido Maestro.
El Dr. René Favaloro nos efectuó un postrero y desgarrador llamado: no nos tapemos los oídos.///
(*) Médico cardiólogo