Situaciones que no se soportan más
«La decadencia no implica
una vuelta al pasado, implica
una condena al presente»
Santiago Kovadloff.
La decadencia es la declinación de algo, el principio de una ruina, un proceso de deterioro y Necochea tiene esa particularidad endémica que la aqueja desde hace más de 30 años.
Lo peor es que se sabe de este mal y no se resuelve, se puede y no se actúa, se deja pasar el tiempo, que es un valor irrecuperable, y no pasa nada. Hay situaciones que son difíciles de cambiar o corregir, porque requieren inversiones millonarias y, dentro del marco de una ciudad económicamente pobre, tal razón pareciera mejor «non calentarum largum vivirum», frase en pseudolatín, usada con sabiduría popular argetnina. Vale de decir no preocuparse ni ocuparse.
En el caso de los lugares tradicionalmente decadentes de Necochea pareciera que desde tiempo lejano se aplica ese criterio. Dejar las cosas como están y mejor no menearlas, mirando para el costado esperando que aparezca una mano redentora. Aquí es donde deberían aparecer las entidades intermedias que hoy son cómplices con su silencio sepulcral, ocupadas únicamente en su “metier” corporativo. Integrar una comunidad significa hacerlo, adhiriendo a normas y costumbres, asumiendo responsabilidad y respetando los derechos del contribuyente.
Una catarata de ejemplos
Sobran ejemplos en Necochea pero nos detendremos sólo en algunos de aquellos que están a la vista de todos. Es vergonzoso, insoportable, intolerable y se podría seguir agregando calificativos el tener que ser espectadores diarios de un verdadero desarmadero, con chatarra acumulada en el micro centro de la ciudad, sobre la avenida 58 entre 61 y 63, frente a la Comisaría 1ra., en un espacio de estacionamiento que debería ser para la comodidad de quienes hacen trámites en la zona. Peatones que evitan transitar entre fierros oxidados y retorcidos porque cada día, se suman más automóviles producto de accidentes, incendios y otras circunstancias en la que se ve obligada a intervenir la pesada e indiferente Justicia, apilados uno sobre otro en estado lamentable, sin tener en cuenta la preocupación de quienes son propietarios de esos desechos, que son dejados ahí hasta que se dicte una sentencia de qué hacer con éstos, contribuyendo con la indolencia a que haya un cementerio, de lo que alguna vez fueron automóviles. Ante esta desidia general, lo mismo ocurre en la Comisaría 2da. de la Villa Díaz Vélez, la de Quequén y la Caminera en ruta 88, aunque en estas últimas en menor medida. El cuadro se amplía con el paso de los meses, donde se termina rompiendo lo poco o casi nada de esa chatarra, agregándose una imagen por demás negativa a la que, por su permanencia se llega a lo absurdo.
La contestación de las autoridades policiales y del Estado municipal, ya la sabemos: no existe un lugar para cumplir con el depósito, no quiere decir esto que sea un hecho inevitable y se deba convivir por siempre con esta situación. En realidad esto es hacer la “vista gorda”.
Hace unos años, se había dispuesto un predio ubicado en calle 45 entre 62 y 64, encontrándose una solución a este escenario que, como se ve no es nuevo, allí, una década atrás se realizó un convenio entre la fuerza policial y el municipio lográndose una normativa que no duró demasiado. La excusa para volver otra vez a los mismos errores anteriores fue que en ese lugar se produjeron ciertos robos y esto entorpecía el trabajo profesional de los abogados y aseguradoras, quienes con razón protestaban ante esos sucesos.
Lo correcto hubiese sido no volver a depositar esa chatarra inútil en el radio céntrico y Villa, sino colocar mayor seguridad en el espacio anteriormente mencionado y asunto solucionado.
La lógica, es precisamente el método o razonamiento desarrollado en forma coherente, ni más ni menos como ocurre en otras ciudades de similares características a la nuestra, el destierro de los automóviles en desuso van a lugares destinados a tal fin, no son las calles céntricas afectando el transitar diario y brindando una horrible imagen de abandono, mugre e indiferencia colectiva. Aquí también se podría mencionar la apatía de 20 concejales, no se recuerda el tratamiento de este tema en el recinto deliberativo. La comisión de infraestructura, la semana que pasó, estuvo abocada a buscar un nombre para una plazoleta, pudo a su vez tratar de encontrar un terreno para dejar apilados estos deshechos judiciales.
La vieja terminal de ómnibus
Habiendo tocado este tema para la columna dominical tampoco se puede dejar pasar dentro del atraso en la que se encuentra sumergida Necochea, la actual terminal de ómnibus, edificio que está por cumplir 55 años. Fue inaugurada el 12 de octubre de 1965 durante la gestión de Edgardo Hugo Yelpo, y cuya remodelación y renovación total del edificio fuera anunciada el 7 de mayo de 2007, en aquel histórico encuentro entre el presidente Néstor Kirchner y el intendente Daniel Molina, en la Casa Rosada, que convocó a gran cantidad de políticos ávidos por lograr una foto con el primer mandatario. La obra, más tarde se llegó a licitar, se puso un enorme cartel y todo quedó en eso, una vez más en la nada.
Y, enfrente de la vieja estación de ómnibus la abandonada estructura de hormigón armado de lo que sería un complejo deportivo, en su origen vinculado al liceo naval militar. Años después, disputado por la Uatre y el municipio durante la gestión de Molina, resultado final una vez más nada. Ni una cosa ni la otra. Y, enfrente el prometido edificio para el Departamento Judicial de Necochea. Otra vez nada, al igual que la alcaldía que han prometido varios funcionarios provinciales de área de seguridad.
Terminar con la vergüenza del ex complejo de la avenida 2
Lo hemos dicho y lo venimos cumpliendo que no vamos a dejar de sesgar nuestro criterio sobre qué hacer con ese esperpento. Sería acertado cuando nos referimos al edificio del complejo ponerle un concepto que lo defina, por ejemplo: “el desastre actual de la ruinas del ex complejo”, porque al decir Complejo Casino la memoria nos retrotrae a otras décadas que no tiene ningún sentido comparar.
Un gran error es no comprender el presente recordando un pasado que no volverá, hay que cerrar ciclos, terminar con lo que no existe y darle vida a lo nuevo, al sol naciente de una “Nueva Necochea”.
No se diferencia del estado actual del edificio, hoteles abandonados en la Villa Díaz Vélez, o baldíos en pleno centro donde en la antigüedad funcionaron otros establecimientos, o simplemente, como dijimos más arriba, ver todos los días autos tirados frente a las dependencias policías. Son historias comunes escritas en un mismo libro imposible de recomendar.
Claro que se está en condiciones de cambiar esas nefastas postales que tanto mal le hacen a la ciudad que transitamos y vivimos. Hay que actuar con firmeza, acción y sin pérdida de tiempo.
Demoler la estructura del edificio en ruinas, vender la tierra, desarrollar la zona acorde a la arquitectura de los tiempos modernos y producir dinero fresco para las arcas de la Municipalidad; conseguir un predio y sacar todos esos cacharros viejos de esos cementerios automovilísticos, limpiando la vía pública de una vez por todas. Resolver estas cuestiones no es magia ni utopía, es decisión y firmar donde haya que firmar sin que tiemble el pulso, tal cual lo repite el Intendente cada vez que considera oportuno afirmarlo.