Ernesto Occhionero un artista con una extensa trayectoria
Fue sonidista de reconocidos festivales
Alejandra Fernández
Redacción
La música forma parte de la vida de Ernesto Occhionero desde su más tierna infancia, cuando con apenas siete años comenzó a tomar clases con el maestro Domingo Gussioni y luego de una pausa retomó su carrera de guitarrista que lo llevó a tocar en nuestra ciudad y, por un breve período, en otros escenarios de la Argentina, Uruguay y Chile.
Toda la actividad la desarrolló en Necochea y la zona porque cuando se afianzó en su carrera como artista ya tenía formada su familia y además, desde los 18 se desempeñaba como operador en LU13 Radio Necochea.
Los más memoriosos asocian su nombre con el bandoneonista Mario Giunti, el pianista Juan Carlos Retrivi, Néstor Caldera, Coco Lanza, entre otros con los que integró diferentes grupos musicales con los que amenizaban los populares bailes de la época.
Hoy, con 84 años, sigue vinculado a la música y si bien nunca se dedicó a la enseñanza comparte su espacio con otros artistas que lo buscan para practicar algunos temas.
Paralelamente, Occhionero fue ganando prestigio como sonidista y, fue convocado para hacer el sonido durante la visita de Juan Pablo II, a Bahía Blanca en abril de 1987.
En este segundo viaje al país, el Pontífice permaneció seis días y recorrió Bahía Blanca, Viedma, Mendoza, Córdoba, Tucumán, Salta, Corrientes, Paraná y Rosario.
Trayectoria
Los méritos de su trabajo quedaron de manifiesto con la instalación del sonido para el Centenario de la ciudad de La Plata; 10 años en el Festival de Jesús María “y durante 38 años consecutivos hice el sonido para el Festival Infantil, poníamos parlantes desde la Rotonda y Diagonal hasta la 91”, evocó.
Su padre quiso que fuera guitarrista por lo que empezó a tomar clases desde niño hasta los doce y dejó de tocar por unos siete años, “con el pianista Juan Carlos Retrivi hicimos una orquesta y fuimos juntos para todos lados”.
Por entonces funcionaba el cabaret Carabela, en la zona del puerto, “donde pasada la medianoche se presentaban los números especiales y ahí tocaba el bandoneonista Mario Giunti”.
De a poco se fue haciendo un nombre y, en ocasión que se enfermó el guitarrista de una orquesta en Lobería, lo convocaron para completar la gira y fue a Uruguay, Chile y lo que restaba de la Argentina.
Luego se quedó definitivamente en la ciudad que lo vio nacer e integró conocidos conjuntos, “casi siempre éramos los mismos músicos pero teníamos distintos nombres”, contó sonriente.
Así empiezan a surgir nombres como Los reseros, que formó con el guitarrista Horacio Balinotti que luego fue remplazado por Coco Lanza, y su guitarra; Retrivi al piano y Jorge Dabadíe en bombo, “era para la radio porque en esa época no había televisión”.
Mientras que con Retrivi y Dabadíe conformó “Los viajeros de América”, grupo con el que cantaban boleros y otros temas populares.
También mencionó el trío Pampa y ciudad, con Mario Giunti “y cuando tocábamos temas de guitarra para la radio nos llamábamos los Hermanos Dimas”, destacó.
Clásicos
Dueño de un talento especial, y amante de todos los estilos musicales, Ernesto comenzó interpretando temas clásicos pero luego se inclinó por canciones bailables y populares.
A pesar de sus conocimientos y experiencia nunca pudo enseñar y en ese sentido explicó que “quería que aprendieran en tres días, no sabía empezar de a poco como lo hizo mi maestro Domingo Gussioni que nos enseñó a muchos guitarristas”.
Acaso uno de los conjuntos más conocidos sea “Ernesto y sus estrellas” que tuvo como pianista a Carlos Nielsen y tocaban en los bailes que se realizaban en Liguria hace 60 años.
“Tuvo su época de esplendor, entrábamos a tocar a las 23 y la gente ya estaba hasta mitad de la calle esperando para bailar”.
Ernesto tenía 24 años y le han quedado numerosas anécdotas de aquellas épocas, “el señor Barceló fue el mejor patrón que tuvimos y alrededor de las 0.30 nos preparaba algo de comer así la gente consumía”.
Costumbres
Lejos quedaron esos tiempos en que los clientes para reservar la mesa ponían una botella de whisky pero de sus palabras no se desprende nostalgia sino buenos recuerdos.
Posteriormente, con su conjunto estuvo durante tres años tocando en Rímini, de calle 81, y son muchas las parejas que se han formado al compás de sus canciones y al respecto afirmó son humildad que “la gente nos seguía a todos lados porque tocábamos lo que les gusta”.
Su padre fue un conocido peluquero, tenía su local en 59 casi 66, pero Ernesto nunca pensó en seguir sus pasos y contó entre risas que “un día me dio la navaja y casi lo degollé”,
La música es la que le ha dejado los mejores recuerdos, y aunque muchos artistas reconocidos de Buenos Aires lo tentaron para irse la ciudad nunca quiso dejar a su familia.
Ernesto es padre de tres hijos, Marcelo que vive en Estados Unidos, Alejandro, ex piloto de TC y Martín que se radicó en España.
Tiene en claro que se viven tiempos diferentes y contó que “para el Festival Infantil poníamos cuatro bafles por cuadra, era todo un espectáculo y después en enero y febrero venían Los Chalchaleros al Anfiteatro pero todo fue decayendo”. Pero hoy, lejos de estar inactivo, Occhionero comparte sus tardes con amigos que se acercan a cantar y practicar junto al maestro.///