Agustina Paredes: desde hace casi tres décadas que camina las playas
“Hay agua caliente para el mate…”, es una frase acuñada por la vendedora ambulante en cada temporada de verano. “Tenía una necesidad de aportar a la economía de la casa, y acá estoy”, dijo
Mario Maruca
Redacción
Agustina Paredes nació en la ciudad de Santo Domingo, República Dominicana. Se crió en el campo junto a su familia compuesta por once hermanos, y su padre se dedicaba a las tareas rurales, en aquellos años de la infancia y adolescencia.
La vida le puso en el camino la posibilidad de emprender otro camino en un país diferente y aceptó el desafío de enfrentar el nuevo destino. Recaló primero en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero a las pocas semanas, apareció la propuesta de Necochea y no la desperdició.
“Llevo más de 26 años con la venta ambulante, primero, comercialicé choclos, agua caliente y cuando comencé, mi hijo mayor tenía seis meses. Había una necesidad en ese momento de aportar un ingreso a la economía de la casa”, sentenció la trabajadora.
“Hay agua caliente para el mate…”, es una frase que acuñó a lo largo de los años y cualquier persona en la arena de la mejor playa argentina, pudo escuchar ese grito potente que se prolongó a través del tiempo.
Ese vozarrón tan particular le ha costado también algún reclamo de parte de turista o residente en la playa. “Un hombre, un día me dijo: ‘señora, no grite tanto por favor, cállese un poco…’, me acerqué y le comenté que estaba trabajando”, sostuvo Agustina Paredes, entre risas.

La venta de agua
“Decidí abocarme a la venta de agua caliente durante la temporada porque es lo que más se comercializa a cada momento, tanto cuando hace calor como cuando la jornada está fresca”, aseveró.
Y añadió que “la nuestra es una actividad dinámica y por eso también sumé a ‘Yosi’, mi hermana, que tiene un alarido fuerte, pero aclaro que, no tanto como el mío, eh, ya que es más poderoso que el de ella”.
Paredes se inició en la actividad junto a su difunto marido y en la charla con Ecos Diarios, reconoció que “extraño un poco las recorridas por la arena de un sector a otro, ya que he tenido que dejar las caminatas porque padezco de artrosis en las rodillas y hay algunos días en que me siento dolorida”.
El trato con la gente
La reconocida vendedora ambulante durante más de dos décadas en la playa necochense, hizo referencia a su vínculo con la gente que disfruta de las bondades de la arena del suave declive.
“He tenido días en que por alguna situación en particular, sufrí distracciones y tropecé con algún turista o vecino de Necochea, momento en que les pedí disculpas como le pueda pasar a cualquier persona”, aseveró Agustina.
Al respecto, recordó que hace años tuvo un episodio con un niño en pleno tránsito. “Con el carro que tiraba golpeé a un menor y, lógicamente, los padres se ofuscaron un poco en ese momento. Pero les transmití mis disculpas y les dije que no lo había hecho a propósito, mientras el nene estaba corriendo”.
Consideró que como forma de comportamiento, “cuando uno tiene algún problema debe asumirlo y si hay que pedir perdón, hacerlo, sin miramientos. Creo que a cualquiera le puede suceder y tiene que hacerse responsable de sus actos”.
Perfil
“En la Argentina aprendí a ser madre”, reconoció con emoción
Agustina Paredes llegó a la Argentina desde República Dominicana en 1996, un 14 de junio, más precisamente. La persona que le “prometió el oro y el moro” no cumplió con ese compromiso y en Capital Federal, se encontró con un túnel oscuro que prefirió eludir.
“Me dejaron tirada debajo de un puente porque no quería trabajar de lo que ella pretendía”, señaló Agustina con emoción en sus ojos y valentía. Su idea era empezar de nuevo y con la dignidad que cualquier persona merece.
Contó en la conversación con Ecos Diarios que “en mi país, quedaron dos hijas ya grandes de edad y, en la Argentina, donde aprendí a ser madre, tuve tres hijos: Matías Nicolás (26), Daniel Agustín (22) y Joel (16)”.
La temporada
“Aprovechamos la temporada de verano que es corta y tratamos de reunir dinero para ayudar a la familia durante el resto del año”, enfatizó la trabajadora.
Añadió que “después del período estival, me dedico a la gastronomía también y me considero una buena cocinera, y bueno, me estoy alabando sola”, dijo entre risas.
Y no dejó de lado su otro objetivo principal: “Debo cuidar a Joel, quien sufre de Síndrome de Down y ha sido sometido a dos cirugías de corazón, por lo que necesita sus atenciones especiales, teniendo en cuenta los problemas de salud”. ////
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