Alberto J. Armando y el peso del estadio
El histórico presidente de Boca Juniors visitó nuestra ciudad en 1973, promocionando la construcción de la Ciudad Deportiva y de un nuevo estadio que nunca se concretaría. Hoy La Bombonera lleva su nombre
Como suele ocurrir con la historia, muchas veces los monumentos trascienden el legado de las personas. Quizás por eso es habitual asociar a Alberto José Armando con Boca Juniors, con su estadio, pero no tanto con su trascendencia como presidente del club, en dos períodos que marcaron para siempre a la popular institución. Sin embargo, el “peso” del estadio La Bombonera fue también un punto importante de su gestión como lo es hoy para los actuales dirigentes. La necesidad de recibir a más de sus numerosos socios en las tribunas, el dilema de la ampliación o la mudanza a otro terreno más amplio son temas vigentes desde hace medio siglo en el “mundo” Boca, uno de los clubes más populares del país.
Armando asumió como presidente de Boca en 1954 y aunque sólo estuvo entonces menos de dos años en el cargo, logró llevar al equipo de fútbol a conquistar la corona de campeón tras diez años de sequía. También entonces, al cumplir el club sus Bodas de Oro, creó el Museo Histórico de Boca Juniors, en la sede social.
Su segunda presidencia, entre 1960 y 1980 fue la que más huella dejó, por éxitos del equipo y obras. Fue durante ese período que se registra una recordada visita a nuestra ciudad, el 6 de octubre de 1973, en una invitación que concretó la filial local “Arriba Boca”, quien tenía como presidente al activo dirigente Eliseo Nanni, por varios años también titular de la Liga Necochea de Fútbol.
Apoyo
Durante su visita, además del lógico agasajo, que se concretó en un restaurante de la villa balnearia, Armando dialogó con la prensa en el auditorium de LU13 en la Gran Galería Central. También la comitiva se trasladó al Club Rivadavia, donde se efectuó la protección de material fílmico sobre la inversión que estaba realizando Boca, mejorando sus instalaciones y con numerosos proyectos. Armando, como visionario presidente, había comprado un terreno de 50.173 metros cuadrados, casi seis hectáreas, en San Justo, en 1963, en 13 millones de pesos. Allí se levantó la pintoresca Casa Amarilla y se arreglaron las canchas en las que, además de entrenarse el plantel profesional, desembarcaron las divisiones juveniles.
El eje central de su exposición en Necochea fueron las notables obras en la Ciudad Deportiva, en tierras ganadas a un sector en el Río de La Plata, adyacente a la Costanera Sur, para que mediante relleno se construyera un parque deportivo de 40 hectáreas.
Desde la Agrupación Arriba Boca Necochea, fundada en enero de 1965, la ocasión sirvió para difundir el lanzamiento de la segunda rifa “Cruzada de Oro”, cuyos fondos estarían destinados a la prosecución de las obras en esa Ciudad Deportiva y, del nuevo estadio que estaría ubicado allí, lo más ambicioso del proyecto.
También se habló del presente del plantel y el habitual compromiso de buscar un título. Era noticia entonces la partida del cordobés Carlos Alfredo Guerini que había firmado ese año en Boca y se fue a los pocos meses al Málaga español, tentado por una mejor oferta económica. También los “primos” dijeron presente: se dio lectura a un telegrama envidado por la Agrupación Dale River de nuestra ciudad, en la que saludaban a sus rivales de siempre y auguraban una feliz estadía a Armando en Necochea.
Promesa
La inversión en un nuevo gran estadio estaba proyectada entonces para antes del Mundial 1978 que recibiría nuestro país. “Será el estadio más completo del mundo”, se animó a decir Armando en nuestra ciudad, como lo hacía ante muchos micrófonos de todo el país, aunque la inflación de los precios y los vaivenes políticos hicieron que ese proyecto terminara abandonado. Se estimaba que la capacidad del nuevo estadio llegaría a los 140.000 espectadores. Una obra que fue catalogada de imposible y lamentablemente se acertó. “Es un orgullo para los boquenses construir esa obra sin pedirle un solo peso al Estado, que por otra parte tienen cosas mucho más importantes para realizar que un estadio fútbol”, había manifestado Armando en nuestra ciudad aquella noche de octubre de 1973. La Ciudad Deportiva y el gran estadio, proyectado para ser la gran sede para el Mundial 78 tuvo fecha de inauguración de obras para el “25 de mayo de 1975, a las once”, como señaló aquel día con absoluta confianza el presidente boquense.
Algunos allegados cuentan en sus crónicas, años después, que el 25 de mayo de 1975 fue un día muy traumático para Armando. La Ciudad Deportiva estaba a medio terminar y el gran estadio para ese entonces apenas contaba con una tribunita de 30 metros y 8 escalones en el solar de la isla 7 donde estaría ubicado en el enorme complejo.
Con el transcurso del tiempo la estructura de la Ciudad Deportiva fue decayendo jugándole en contra el poco acceso a las zonas ribereñas que por entonces contaba Buenos Aires. Falta de presupuesto y mantenimiento hicieron el proceso inverso rápidamente: yuyos, óxido, degradación y abandono. Finalmente, el club vendió ese predio a la Sociedad Santa María del Plata en 1992 por un valor cercano a los 50 millones de dólares, y con el dinero Boca Juniors construyó otro complejo en el barrio de La Boca, llamado Casa Amarilla.
Larga espera
Sin nuevo estadio, la conocida Bombonera tampoco tuvo mejoras. Desde que se construyó la tercera bandeja y se concretó el sistema de la iluminación artificial en 1953, el estadio “xeneize” no sufrió modificaciones de base hasta el año 1996, cuando bajo la presidencia de Mauricio Macri se elevó su capacidad a 57.503 personas. Para ello, se demolieron los antiguos palcos que daban a la calle Del Valle Iberlucea, reemplazándolos por una pequeña tribuna. Sobre la misma, se construyeron los nuevos palcos, esta vez hechos de estructura metálica, como así también se rellenó el foso que rodeaba el campo de juego.
Incluso imponerle el nombre de Alberto J. Armando no fue la primera opción. El 20 de abril de 1986 recibió por primera vez un nombre oficial: Camilo Cichero, en honor al presidente que comenzó en los años 40 las obras del estadio. En el año 2000, se cambió el nombre por el actual, como homenaje a Armando, que curiosamente había proyectado aquel enorme estadio nuevo para dejar atrás la Bombonera.
Los proyectos de la ampliación de su capacidad fueron parte clave en la plataforma de gobierno en las últimas dos elecciones que tuvieron a Daniel Angelini y Jorge Amor Ameal como protagonistas.
“El mejor”
La promesa de Armando de tener el “mejor estadio del mundo” se concretaría al menos ante la mirada de las encuestas y distintos relevamientos respecto de la histórica Bombonera. En 2015, fue distinguido como «el mejor estadio de fútbol del mundo» por la prestigiosa revista inglesa FourFourTwo, superando en la elección a otros estadios de renombre mundial como el Santiago Bernabéu, Camp Nou, Wembley, Estadio Azteca, Giuseppe Meazza, Maracaná, Signal Iduna Park, Old Trafford y Allianz Arena, entre otros. Este año incluso la prestigiosa revista especializada France Football (reconocida por ser quien otorga anualmente el Balón de oro) lo distinguió como el estadio del mundo donde mejor se vive un partido rodeado por una multitud apasionada. ///