Antes del coronavirus, la gran inundación
Sólo la destrucción originada por el agua hace 40 años, a fines de abril de 1980, podría llegar a compararse con el impacto que tendrá el Covid-19 en el distrito
En 138 años de historia sólo una vez la sociedad necochense vivió momentos de tanta incertidumbre como por estos días, fue durante la inundación que provocó gravísimas pérdidas económicas y dejó a decenas de personas sin techo.
En unos días se cumplirán cuarenta años del fenómeno natural que destruyó viviendas, arrasó con edificaciones ubicadas en la ribera del río, derribó puentes y destrozó parte de las instalaciones de la estación marítima local, además de arrastrar a mar abierto a varios buques.
Fueron días de enorme tensión, en los que el agua provocó además enormes pérdidas al sector agropecuario. Diez días después de iniciadas las lluvias, se calculaba que más de 4 millones de hectáreas habían quedado anegadas en la provincia de Buenos Aires y las pérdidas eran cercanas al billón de pesos.
Esto impactó inmediatamente en el mercado ganadero, donde se produjo un aumento de la carne que afectó a importantes áreas productivas.
Por estos días las personas internadas en el Hospital Municipal “Dr. Emilio Ferreyra” son trasladadas al Irurzun de Quequén a fin de que el nosocomio local sea destinado exclusivamente al tratamiento de coronavirus.
En 1980 el hospital quequenense también recibió evacuados, fueron las personas que perdieron sus casas durante la inundación.
“No me quería ir de mi casa. Recién cuando la creciente estaba a unos 50 metros de la vivienda decidí retirarme porque me di cuenta de que todo era inútil”, dijo una mujer de 38 años que fue evacuada junto a su marido y sus ocho hijos. En el peor momento, la cifra de evacuados llegó a 600 personas.
En el interior del distrito, La Dulce se inundó y Juan N. Fernández y Claraz quedaron aisladas.
Lluvias tierra adentro
Las lluvias comenzaron el 20 de abril sobre gran parte del territorio de la provincia de Buenos Aires. Hubo evacuaciones en Las Flores, Cacharí y Azul y unos 90.000 kilómetros cuadrados de campos quedaron bajo el agua, lo que provocó una gran mortandad de animales.
En un breve artículo publicado en la última página de Ecos Diarios, el 27 de abril, se informaba que “el desborde de ríos, arroyos y canales ha provocado la pérdida de un ochenta por ciento de los cultivos de temporada”. La cifra de animales muertos no se había podido calcular. Según se pudo establecer más tarde, en ocho días cayeron sobre el territorio bonaerense unos 30.000 millones de toneladas de agua.
Pero ese mismo día la situación se complicó y la inundación se transformó en tapa de la siguiente edición del diario. “Dos personas muertas -una en Juárez y otra en Ramón Santamarina-, cuantiosos daños materiales y campos anegados, fue el saldo del violento temporal de agua y lluvia que se abatió sobre la ciudad y distritos provinciales. En Necochea hubo daños en clubes ribereños, hay inquietud por la crecida del Río Quequén y debió clausurarse la ruta 86, como también desagotarse numerosas viviendas”, señalaba la primera página de Ecos Diarios el 28 de abril de 1980.
La ciudad y los necochenses se encontraban ante uno de los más grandes fenómenos meteorológicos de su historia.
Cien milímetros
Las intensas lluvias registradas en la región sobrecargaron el cauce del Río Quequén y provocaron la más grande inundación de la que existe registro. Según una crónica publicada el 28 de abril, el día anterior el partido de Benito Juárez, donde comienzan muchos de los arroyos que desembocan en el río, fue prácticamente arrasado por un alud de lluvia y lodo.
En Coronel Bunge, a unos 30 kilómetros al Oeste de la ciudad de Benito Juárez, el agua caída superó los 350 milímetros y en Barker, el temporal alcanzó inusitada violencia, con 150 milímetros de agua caída en sólo 30 minutos.
En tanto, en nuestra ciudad ciudad se registraron 100 milímetros de lluvia caída en sólo dos jornadas y el 27 de abril los Bomberos ya habían tenido que desagotar distintas viviendas.
De acuerdo a la crónica, “se vivieron momentos de zozobra en los muelles de los clubes Náutico y Rowing cuando la fuerte correntada del río, que arrastraba elementos de todo tipo, como por ejemplo troncos, llevaron a su paso embarcaciones amarradas”.
En Ramón Santamarina, un chico de 14 años cayó a una profunda excavación y se ahogó.
Mientras tanto, la ruta 86, que comunica Necochea con Juárez, quedó bajo las aguas y la empresa de ómnibus Pampa interrumpía los servicios entre nuestra ciudad y Juárez, La Dulce, Juan N. Fernández y Barker.
Para el 28 de abril la situación en nuestra ciudad era dramática. Las aguas seguían avanzando río abajo y se debió evacuar a 200 personas, la mayoría del sector ribereño. Mientras tanto, la Terminal de Ómnibus debió ser desalojada ante la crecida.
Los primeros en ser evacuados fueron los pobladores del sector de la ribera a la altura de la calle 26. También los residentes en la zona del puente del ferrocarril hacia Las Cascadas. Mientras que las instalaciones del Rowing y el Náutico no tardaron en quedar totalmente anegadas.
Los evacuados fueron trasladados al Hospital Municipal, al Hospital Irurzun y Hogar Raimondi, mientras que los bienes materiales fueron retirados de las viviendas y puestos a resguardo en el Corralón y en galpones municipales.
Bajo las aguas
Pero los momentos de mayor dramatismo se vivieron el 29 de abril, cuando los puentes Ezcurra, Ferroviario y Negro cayeron ante el arrollador paso de las aguas y el número de evacuados llegó a los 600 en Necochea y Quequén. En la región, Lobería, Juan N. Fernández y Claraz habían quedado aisladas y La Dulce se encontraba parcialmente inundada.
La crónica publicada al día siguiente por Ecos Diarios, da una ligera idea de los fenómenos producidos por la crecida. “El dramático momento vivido, cuando la parte central del puente carretero Ignacio Ezcurra cayó destrozada por el empuje avasallante de la corriente que generaba el paso del río Quequén, fue prácticamente inenarrable”, señala la nota.
“No fue solamente el impacto de su caída, lo que generó la tristeza y el desánimo entre todos los que presenciaron la tragedia que sucediera a las las 16.30 aproximadamente, sino la terminación de un largo sueño que comenzó el 20 de diciembre de 1969, cuando fuera habilitado el tránsito”, agrega.
A las 21 de aquel 29 de abril, también cayó el viejo puente del ferrocarril, que había sido construido entre 1893 y 1894, cuando se puso en servicio la Estación de Trenes de Necochea.
El viejo puente se encontraba clausurado desde 1966, pero se había convertido en una de las postales de la ciudad.
“Estaba considerado como una de las construcciones más sólidas en sus cimientos ya que su estructura había soportado la conocida inundación de 1914, que afectó a nuestra ciudad y la zona y que en ese entonces arrastró un puente que se construía frente al Club Náutico”, indica un artículo periodístico.
Ante esta situación, la Municipalidad de Necochea dispuso el estado de emergencia, se suspendieron las clases y se tomaron todo tipo de precauciones. Sin embargo el agua siguió avanzando y provocó destrucción en el puerto local.
La corriente, cargada de troncos, animales muertos, muebles y otros elementos, arrastró muelles y embarcaciones. El Caribea, conocido como el barco fantasma, fue arrastrado y quedó varado en cercanías de la Colonia Pinocho, en Quequén, el Pesquera III quedó frente a Bahía de los Vientos.
En el antepuerto quedaron varados y con serios daños el Pesquera II, Santa Elena I, Santa Rosa, el buque costero San Cayetano II y el factoría Knossos.
Sobre la mitad de la Escollera Sur, del lado de Necochea, se apreciaba varado y anclado, al buque de bandera griega Anna C, con toda su tripulación a bordo.
Dragas y remolcadores, además de muelles y otros buques también fueron sufrieron daños como consecuencia de la correntada.
Para el 1º de mayo, las aguas comenzaban a bajar y la situación comenzaba a mejorar lentamente. Pero entonces los necochenses empezaban a tomar consciencia de la magnitud del desastre. Una fotografía publicada en Ecos Diarios muestra al buque Pesquera III encallado en la playa de Quequén y sobre la arena infinidad de muebles arrastrados por la corriente del río.
Panorama desolador
Veintiún personas murieron, una fue dada como desaparecida, quince sufrieron heridas y más 31.000 tuvieron que ser evacuadas como consecuencia de las inundaciones que arrasaron durante 10 días al centro este de la provincia de Buenos Aires, según informó el 2 de mayo el Ejército Argentino, que movilizó en la zona a 5.000 efectivos para tareas de auxilio.
En tanto, el presidente de facto Jorge Rafael Videla sobrevoló las zonas afectadas y el 7 de mayo llegó a nuestra ciudad para realizar una recorrida y evaluar los daños provocados por las aguas.
Dos días antes había llegado el gobernador Ibérico Saint Jean, quien realizó una minuciosa inspección de las zonas afectadas y anunció la construcción de un nuevo puente para remplazar al Ignacio Ezcurra.
“La Nación hará todo lo que esté a su alcance”, afirmaba Videla en su visita a nuestra ciudad. El teniente general (RE) Videla realizó una recorrida que le demandó más de una hora y media por la zona más afectada por la crecida.
La comitiva tomó por la ruta 86, dirigiéndose lentamente por todo el sector ribereño, pasó por inmediaciones del Necochea Rowing Club, ingresó a las instalaciones de la Dirección de Vialidad, donde funcionaría el Liceo Naval Militar, luego siguió por las deterioradas instalaciones del Club Náutico, la Terminal de Ómnibus y finalmente se dirigió hacia la zona portuaria.
Luego, en un breve diálogo con la prensa, Videla manifestaba que “la Nación hará todo lo que esté a su alcance. El daño es serio, pero todo es factible de reparar”.
Si bien la ciudad logró recuperarse de los daños provocados por la inundación, el temor, la incertidumbre y la certeza de que nada se puede hacer contra la furia de la naturaleza, quedaron grabados en la memoria de los necochenses.
Por estos días, los habitantes del distrito vuelven a vivir bajo la misma incertidumbre. Aunque esta vez el enemigo es invisible.///