Aquellos valores foráneos que marcaron una época
Desde Calabrese hasta Bonavena, en los años 50 y 60, nuestros clubes atraían a numerosos futbolistas de los clubes capitalinos
El fútbol de la Liga Necochea ha contado desde sus orígenes con numerosos valores foráneos. Aun hoy es habitual que jugadores en su mayoría de la región, Mar del Plata, Tandil, Balcarce o Tres Arroyos, lleguen como refuerzos a las plantillas de los clubes, año a año, con suerte dispar. El mejor ejemplo del éxito es el vigente tricampeón Independiente de San Cayetano; incluso los marplatenses Daniel Azurmendi y Matías Jalil han fijado domicilio en San Cayetano. Pero esto no es nuevo y en especial los años 50 y 60 se caracterizaron por ser una época gloriosa cuando nuestros clubes atraían a numerosos futbolistas que llegaban con pasado en las canchas porteñas. Muchos dejando una huella significativa a fuerza de goles y títulos y, además, luego eligiendo nuestra ciudad para formar una familia o como su lugar de vacaciones para toda la vida, a partir de los estrechos lazos de los años con la pelota.
Rivadavia pentacampeón
Un momento bisagra para esta “inmigración” fue allá por 1953. El Club Atlético Rivadavia llevaba seis años sin salir campeón, una racha desconocida hasta entonces para el club, acostumbrado a pelear todo lo que jugaba. Por eso decidió reforzarse con valores capitalinos. Algunos recomendados y apalabrados por Juan Angel Devizia, ídolo surgido en Rivadavia que llegó a la primera división de AFA y en la década del 30 y del 40 brilló a puro gol en Argentinos Juniors y Racing de Avellaneda. En ese 1953 debutan con los colores del decano José Ambruzesse, Luis Infantino y especialmente el “Cholo” Silvestre Rafael Calabrese y el “Gallego” Francisco Alvarez, pilares de aquel equipo que sería finalmente pentacampeón en la Liga entre 1955 y 1959, además de la recordada gira por Uruguay con triunfo incluido sobre Nacional de Montevideo.
Para el asombro, Alvarez y Calabrese, que venía de destacarse en los potreros del Bajo Flores y había sido probado por River, sumaron entre ambos 233 goles durante el pentacampeonato. Con los años llegarían otros valores a ese equipo como el “Colorado” Vicente Gambardella, otro delantero, el platense Héctor Ruquet y el arquero Alfredo Grizia, también porteño y para muchos el mejor arquero que se haya visto en nuestras canchas, que se había mostrado jugando para Alunmi de Juárez y llamaba la atención por tirarse a los pies y su juego arriesgado con la pelota, alejado del “molde” de la época para los arqueros, según recuerda el periodista Mario Raúl Cuñado.
Necochea era una tierra fértil de fútbol, las canchas de llevaban y los clubes apostaban económicamente. Otros visitantes de esos años fueron la dupla de “fullbacks” Ferreti y Casanueva, con pasado por Banfield y Estudiantes de La Plata; el “Camello” Rubén Cuesta y el defensor Osvaldo Donola, con paso por la Primera de Lanús y que luego de su retiro llegó a ser director técnico de la primera Selección Juvenil de Necochea, a fines de los años 70. Podemos sumar a una extensa lista a Alcides Mainardi, Eduardo Jaluf, Roberto Clérico, que llegó de Lanús, y el defensor Paradisi. Hasta Guillermo Trama, figura de Círculo Deportivo de Otamendi, tuvo un paso fugaz por Rivadavia en los años 70.
En el “Globo”
Huracán fue otro club que apostó por jugadores porteños a lo largo de su historia y que aún se recuerdan. En los años 60 por ejemplo el arquero Mario Güelfi, que había visitado Necochea en su momento integrando la reserva de San Lorenzo de Almagro, pasó por el Club Atlético Lanús y también recaló en Ameghino de Necochea. En el “Globo” es recordado como uno los mejores arqueros de su historia. Asimismo llegaron los porteños Eduardo Gómez, Mario Gualtieri, Espera y Ortigüela, y los marplatenses Bruno y Pineda.
Ahora, en la región
Por esos años, fue Independiente de San Cayetano quien también se reforzó con jugadores que marcaron una época, para cortar así la seguidilla de títulos decanos y comenzar una propia. En junio de 1958, Héctor Benítez y los hermanos Alfredo y Pascual Casella firmaban para el “Albo” provenientes de Independencia de Adolfo Gonzales Chaves. Serían pilares del tricampeonato logrado por los sancayetanenses entre 1960 y 1962, junto al porteño Francisco Mastromarino. Muchos de esos valores integrarían la Selección de la Liga Necochea que fue subcampeona provincial en 1962. En esa recordada campaña, el equipo de Raúl Cruz contaba además con el marplatense Edelberto Artero, que también pasó por Rivadavia, el delantero Emilio Oreste Artel, que tras jugar en El Porvenir de Gerli llegó al Deportivo La Dulce, y los delanteros N. Amorena y Atilio Sánchez, también foráneos. También estaban los ya nombrados Ruquet y Calabrese.
Vicente Bonavena
De esos años 60 podemos agregar a otros referentes foráneos. Vicente Bonavena, que llegó a Rivadavia en 1963, siendo campeón y goleador, para luego pasar a Sportivo Barracas de Juan N. Fernández en 1965 donde repitió el doblete. También brillaron en elencos fernandenses en esa época Mario Rodríguez, Amadeo Canelli y Héctor Amatteis, proveniente de Gimnasia de La Plata y goleador de la Liga vistiendo los colores de Defensores en la temporada 1967.
Quizás de esa época notable quede algún apellido en el tintero; la lista es amplia. Hasta los preparadores físicos llegaban de afuera, como el recordado Sántos Pássero, en Rivadavia y en la Selecciones juveniles de Necochea.
Ya con el correr de los años, si bien siguieron llegando jugadores, la realidad económica de los clubes fue otra, al menos para reforzarse en el plano local. Los rosarinos Héctor Drogo y Omar Papini, los porteños Edgard Yus, Hugo Zerr o Luis Fraile, vienen rápidamente a la memoria, por citar algunos de los que arribaron posteriormente y dejaron huella. Pero sin comparación con el caudal de aquellos años 50 y 60, una generación brillando a cancha llena y que quedó en la historia de nuestro fútbol. ///