Aves rapaces en la ciudad
Cumplen su rol en la cadena alimenticia, en este caso nivelando el crecimiento de cantidad de palomas, que se asemejan a una plaga
A través de las observaciones, consultas y análisis del comportamiento de la fauna del distrito, que ejerce el divulgador y fotógrafo Ricardo Doumecq Milieu, hemos ido recorriendo curiosidades del entorno de las aves que rodea a quienes habitamos Necochea.
En notas anteriores hemos hablado de las distintas palomas que habitan nuestra ciudad, algunas autóctonas otras introducidas, pero lo cierto es que, desde un punto estrictamente ecológico y por su abundancia que empieza a rozar con la figura de una plaga, se convierten en un recurso aprovechable por otros organismos y es así que aparecen en escena las aves rapaces ornitófagas (que comen aves).
Sobre las mismas, Doumecq Milieu precisó que “las aves rapaces en general son un buen indicador del estado del medio ambiente y son sumamente diversas entre sí, ya que se hallan adaptadas cada una a su ecosistema específico, en el cual juegan, obviamente, el rol de depredador máximo de la cadena. Sea cual sea son fascinantes, el hombre desde tiempo inmemorial ha admirado estas aves y, como en el caso de la cetrería, hasta las ha usado para herramienta para conseguir su sustento”.
Las especies que se ven
Al repasar a las especies que se observan en nuestra ciudad, la primera, más abundante conocida) es el chimango (Milvago chimango) especie oportunista, que se ha adaptado a la vida en ciudad, y que es casi omnívora. El oportunismo del chimango hace que esté atento a nidos, pichones y aves imposibilitadas de volar o muertas. En cuanto al daño que producen en el entorno local, suelen romper las bolsas de residuos.
Un pariente muy cercano que también se ve es el carancho (Caracara plancus), que es enorme aunque menos abundante en Necochea. Es tan oportunista y carroñero como el chimango, aunque más cazador.
El halcón plomizo (Falco femoralis) es el menos abundante de todos pero se lo ha visto cazar torcazas en jardines en pleno centro. Depredan en vuelo y en parejas. Son netamente ornitófagos y pueden matar presas del tamaño de un tero.
Otro protagonista es el halcón peregrino migratorio (Falco peregrinus tundrius) muy escaso pero fiel a los edificios en los que usa para descansar y vigilar el entorno. Es el organismo más rápido del planeta, se abalanza en picada a más de 300 km/h y con un golpe desnuca a sus presas. La subespecie que nos visita en verano migra del hemisferio Norte y todos los años se instala en los mismos edificios de nuestra ciuda, depredando palomas domésticas.
El águila mora (Geranoaetus melanoleucus) es una de las rapaces más grandes de argentina, habita todo el país, y en las serranías de Tandilia es el lugar más cercano donde nidifica. Por eso no es raro que juveniles recién independizados aparezcan entre los edificios dando caza a las palomas que los habitan.
Posada tiene unos 65 cm de alto y 1,80 m de envergadura. De aspecto macizo y corpulento depreda también liebres y otros mamíferos que ataca con sus garras. Los adultos son blancos, gris y negro pero los juveniles que nos visitan son estriados de color pardo y acanelado. La inexperiencia y el hambre los hace muy arriesgados y hasta algo atropellados como fue el caso en, abril de 2014, del juvenil que sobrevoló a baja altura la intersección de calles 61 y 64 y se posó, en plena hora pico, en las luminarias de la sucursal céntrica del Banco Provincia, a la vista y sorpresa de todos.
El máximo protagonista
El divulgador de la fauna, Doumecq Milieu se refirió por último a “una espectacular y relativamente abundante ave de presa”. Se trata del gavilán mixto (Parabuteo unicinctus) ave poco vista y desconocida para el común de la gente.
Es también conocida como Halcón de Harris y es muy usada en cetrería en la actualidad. De tamaño mayor al chimango presentan distinta coloración adultos y juveniles. Los adultos son pardos oscuros o negros con una mancha color ladrillo en los hombros, mientras que los juveniles son estriados de color pardo y acanelado. Cazan en grupo siendo muy sigilosos.
“Si nos tomamos un tiempo para observar el entorno en avenida 59 y calle 64 veremos que por momentos las palomas huyen despavoridas entre los techos donde funcionaba la ex Casa Gómez, el Cine París y los distintos cuerpos y terrazas de la Gran Galería Central”, explicó el investigador.
Los gavilanes vuelan bajo pegado a los techos y sorprenden a las palomas viejas, muy jóvenes o distraídas y las matan con las garras de sus talones. Esta sorprendente situación data desde hace unos pocos años y sucede a menudo en otros puntos de la ciudad. Por supuesto que también se los ve posados, vigilando atentos desde lo alto de alguna torre y descifrando cuál o quién será su próxima comida.///