Buques de pasajeros en Puerto Quequén
Por ser una estación marítima dedicada casi exclusivamente al embarque de cereales y mercaderías, son memorables las visitas de cruceros
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Ecos Diarios
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Desde hace 153 años, cuando en 1870, desde un pequeño muelle ubicado en cercanías de la Loma de Gil, en Quequén, se produjeron los primeros embarques de cereales y mercaderías en pequeñas embarcaciones a vela, miles de hombres, mujeres y barcos han quedado vinculados a la historia de nuestro puerto.
La memoria colectiva sólo ha conservado los nombres de algunas embarcaciones que sobresalían por sus particularidades y se recuerda especialmente los buques de pasajeros.
Como el primer buque que embarcó pasajeros en nuestra ciudad, el trasatlántico que debió amarrar aquí con 500 personas a bordo para evitar el temporal o aquellos pequeños barquitos inmortalizados en una popular revista que hoy sólo se puede leer en las bibliotecas.
Buques de pasajeros
El domingo 4 de diciembre de 1932 ingresó a Puerto Quequén el buque de pasajeros Astrida, un barco de bandera belga que permaneció dos días en nuestra ciudad.
Era un buque pequeño, que traía 21 pasajeros, además de la tripulación. Aquí cargó trigo y embarcó a varios viajeros más. Luego partió hacia Amberes.
Años más tarde, a fines de octubre de 1947, arribó el vapor Luisa C, a bordo del que viajaban 29 inmigrantes italianos.
Había zarpado de Génova y entre los pasajeros se encontraban algunos que tenían familiares en nuestra ciudad, por lo que se vivieron emotivas escenas de reencuentro en el muelle de cabotaje.
Ese mismo año llegó desde Génova el Ninetto Giovarone, con 26 pasajeros a bordo.
Si bien la estación marítima local no estaba habilitada como puerto de pasajeros, en 1948 llegaron varios vapores. A mediados de enero de ese año, en un mismo día, llegaron seis.
El español Monte Serrantem, llegó con 44 tripulantes y dos pasajeros, el italiano Dino, con 26 pasajeros y el Spiga, con 31 inmigrantes a bordo.
El 3 de abril de 1950, “por primera en la historia de Puerto Quequén, una motonave zarpó con abundante pasaje”, según una crónica publicada por Ecos Diarios al día siguiente.
“El acontecimiento debe ser destacado, no sólo por la importancia que en si mismo reviste, sino también como anticipo de lo que podrá llegar a ser el puerto local, en un futuro no muy lejano, para el movimiento de pasajeros de ultramar”, señalaba el artículo.
La nota agregaba que el vapor de bandera italiana Ravello, había zarpado a las 19.30 con 110 pasajeros. “La moderna motonave se dirige a un puerto de Italia todavía no especificado, por tener la empresa naviera derecho a opción con respecto al puerto de destino en la península”, se informaba.
El buque haría escalas en San Vicente, de la Isla Cabo Verde, y en Santa Cruz de Tenerife, “al solo efecto de reabastecerse de combustible”.
Según el artículo periodístico, “en sus bodegas lleva 8.650 toneladas de trigo comprado por Italia y embarcado totalmente en nuestro puerto”.
La salida del Ravello estuvo precedida de un animado movimiento.
La afluencia de los pasajeros y de las personas que vinieron a despedirlos colocaron una señalada animación en las proximidades del atracadero.
A las 16.10 llegó un tren especial de Buenos aires con 61 pasajeros destinados al Ravello.
El tren tomó por el ramal de la Estación Quequén al puerto y se detuvo a un costado del vapor italiano, a breve trecho de las escalerillas de acceso a bordo.
Los demás pasajeros arribaron en automóviles particulares, ómnibus del servicio ordinario y un colectivo especial, procediendo la mayoría de Buenos Aires y algunos de Mar del Plata. Llegaron entre las 16 y las 16.30. La motonave soltó amarras a las 19.30.
De acuerdo con la crónica, “lo hizo desde su atracadero de la sección Quequén, frente al elevador terminal, de los dolpines 5 y 6, hacia la izquierda. Emprendió viaje entre el agitar de pañuelos y las voces que auguraban desde el muelle una feliz travesía a los pasajeros”.
El salvamento
El siglo XX recién despuntaba, cuando una de las más famosas publicaciones periodísticas de la Argentina, la hoy legendaria Caras y Caretas, publicó un artículo sobre un suceso marinero desarrollado frente a las costas locales: el salvamento de dos pailebots.
El 24 de agosto de 1901, en su edición Nº 151, la revista publicó una nota titulada “Salvamento de dos pailebots en Necochea”.
“Los pailebots nacionales Sociedad Quequén y Nuevo Teiro el día 21 habían embicado en el canal del Río Quequén Grande con toda felicidad, pero como dicho canal es demasiado angosto y ofrece grandes dificultades a los navegantes la barra del río, las tripulaciones de aquellos barcos pusieron varios cabos al norte y al sur, a fin de entrar más fácilmente”, explicaba el artículo.
“Hallábanse en esta maniobra cuando un fuerte huracán del sur oeste les cortó las amarras, empujándoles contra la playa norte y cerca del establecimiento de baños del señor Cano”, agregaba.
Los buques izaron las banderas de auxilio e inmediatamente el subprefecto señor Carlos A. Garibaldi, su ayudante Paz y el contramaestre Lazbal, con todo el personal de marinería, procedieron al salvamento.
Los rescatistas llevaron “ropas para la tripulación de los buques y cuantos elementos eran necesarios en esos momentos”.
El Odysseus
El lunes 3 de febrero de 1997 la habitual operatoria de Puerto Quequén se vio conmocionada por la presencia, inusual para nuestra estación marítima, de un crucero con 500 personas a bordo.
El Odysseus, de la Royal Olympic Cruises, debió ingresar al puerto al ser sorprendido por un temporal en alta mar y permaneció aquí durante toda la jornada. Luego zarpó hacia Mar del Plata.
La embarcación, que enarbolaba la bandera griega, estuvo atracada en el giro 8/10 de cabotaje sobre la margen de Necochea y fue una atracción más para los turistas que en gran número visitaron el puerto.
Entre los visitantes del buque estuvo el intendente Julio Miguel Municoy quien le entregó una plaqueta recordatoria al capitán del buque, el griego Nikos Koufogiannis.
A bordo viajaban 352 pasajeros de distintas nacionalidades (la mayoría de ellos estadounidenses, holandeses y griegos), que descendieron del barco para visitar distintos sectores de la ciudad.
Entre los pasajeros se encontraba la reconocida profesora de yoga Indra Devi. La yogui bromeó con los periodistas de Ecos Diarios: “Cuando me preguntan la edad, digo 100 menos 3”.///
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