Calamaro regresó con nuevo trabajo, «Cargar la suerte»
Andrés Calamaro regresó a los tiempos de “Honestidad brutal” pero también a la variedad rítmica de su etapa con Los Rodríguez para su nuevo disco “Cargar la suerte”, en donde confirma que ocupa un lugar destacado en el Olimpo del rock argentino gracias a un puñado de grandes canciones.
En esta oportunidad Calamaro trabajó junto a su tecladista Germán Wiedemer, el productor Gustavo Borner y un set de músicos estadounidenses de notable capacidad para darle emociones a canciones que van del aire intimista a referencias a la situación político social de la Argentina y el mundo. La primera canción le abre las puertas y las ventanas a la recuperación de uno de los mejores autores de la canción rock argentina, con una interesante letra y una lograda melodía para conformar una canción que será clásico de recitales y encuentros de amigos en poco tiempo. Lo sigue un medio tempo con airecitos de soul blanco “Tránsito lento”, con arreglos de bronces, en los que Calamaro se refiere no a problemas digestivos, sino a su vida de aeropuertos y hoteles que le prodiga ser un rockstar. En “Cuarteles de invierno”, Calamaro se pone melancólico, crudo y hasta triste en un blues que parece surgido del repertorio de Booker T. & the M.G.’s con una lograda prosa, a la que se suma un gran trabajo de la guitarra de Mark Goldenberg. Calamaro se mete en ese estilo que los españoles denominaron americana, mezcla de rock, blues, country y folk en la hermosa “Diego Armando canciones”, una canción muy autorreferencial donde se despacha sobre la labor del songwriter. Los teclados y la pedal steel de Rich Hinman se vuelven a lucir en “Las Rimas”, donde Calamaro rapea sobre el cuerpo de una balada despotricando sobre la conducta social y política de los argentinos y contra la clase dirigente local. “Siete vidas” es un rock duro ardiente que en lo autoral reúne a Calamaro con uno de sus socios de la juventud, Daniel Melingo, para que juntos confeccionen una canción cargada imágenes y situaciones de realismo sucio bonaerense. “Mi ranchera” los tiene a Calamaro y a Wiedemer metiéndose en uno de los géneros que más le gusta al Salmón. El rock ácido y sucio vuelve con “Falso LV”, donde Calamaro se ríe de los revolucionarios de redes sociales, de barrio cerrado o de los ricos con IOMA y les exige meter los pies en el barro y ponerle el cuerpo a las rebeliones. En “My mafia”, con la acústica al frente, Calamaro abre su corazón para narrar los vínculos con sus amigos y compañeros de ruta. El disco cierra con una balada emotiva, autocrítica, casi visceral, mientras Calamaro se dedica a arrojar frases que serán bandera, grafitti en algunas paredes y que sus fans le pedirán en los shows. Al final de la canción, suena una zapada de jazz latino de todos los músicos estadounidenses que participaron del álbum.