Casas de barro, una modalidad que continúa sumando adeptos
Se ha consolidado en la última década. Destacan que reducen el impacto ambiental y son de sencillo mantenimiento. Una técnica muy antigua
La construcción de casas con barro es una tendencia que se viene consolidando en la última década, en un principio había muy pocas en la zona de la Villa del Deportista y cercanías del Parque Miguel Lillo pero hoy son cerca de un centenar diseminadas entre Necochea, Quequén y Costa Bonita.
Para levantar una vivienda de este tipo no se requiere ser un profesional, alcanza con investigar sobre las técnicas existentes y pedir ayuda de otras personas que impulsan la construcción de viviendas ecológicas.
Este tipo de edificación es una de las más antiguas y, dependiendo de la zona, se utilizan maderas, cañas, piedras, tierra y arena.
Por caso, los edificios más antiguos están levantados con esta modalidad, en algunos casos con ladrillos cocidos pegados con barro.
Además, para reducir el impacto ambiental y hacerlas más accesible que las viviendas convencionales hechas con ladrillos cocidos y cemento, se usan botellas plásticas (ecoladrillos) o de vidrio.
Las casas naturales son pintorescas además de amigables con el medio ambiente, resultando económicas en su mantenimiento porque todo se hace por autoconstrucción y se caracterizan por tener “inercia térmica”, una propiedad que las hace frescas en verano y cálidas en invierno.
Investigación
Pablo Di Plácido comenzó en la bioconstruccion cuando con su familia conoció una casa de barro en La Pampa, “a partir de ahí empezamos a investigar y a concurrir a cursos y capacitaciones para autoconstrucción”.
Lo más cercano es Mar del Plata, un lugar donde este tipo de edificación está muy profesionalizada y hay muchos arquitectos dedicándose, Pablo añadió que “luego de capacitarme empezamos a construir nuestra casa y uno de los beneficios de la bioconstrucción es que puede participar toda la familia y amigos, constituyéndose en un proyecto colectivo.
Los usuarios de las casas de barro las prefieren porque tienen bajo impacto ambiental dado que se utilizan materiales naturales y al alcance de la mano y porque sus paredes son permeables, facilitando que la casa respire, manteniendo humedad y temperaturas estables, durante todo el año.
Entre Necochea y Quequén se totalizan un centenar de viviendas naturales y en nuestra zona se recomienda construir con la técnica quincha que permite hacer una construcción denominada “híbrida”, donde los muros del norte se rellenan con mucha tierra para acumular el calor del sol y los del Sur, con mucha paja para aislar los vientos fríos.
Según explicó Pablo, “en este momento la bioconstruccion está en auge, con muchos construyendo y muy bien”.
En su caso en particular, se dedica a este tipo de edificación y fabrica estufas de barro de alto rendimiento junto a Gustavo, Claudia y Valentina y ha colaborado con Efecto Mariposa en ayudar a una familia que necesitaba construir su casa, “fue una experiencia muy linda de la que surgieron lindas ideas y proyectos”, afirmó.
Nobleza
Por su parte, Melania Gómez Baglivo y su compañero, Gustavo, hace 5 años que levantaron su vivienda con este sistema y contó que “elegimos este material porque es más natural y noble para trabajarlo, da buen aislamiento y permite reciclar”.
Su hogar tiene miles de botellas en su interior que actúan de aislación y comentó que “la casa no tiene humedad y si se moja se seca enseguida”.
En una primera etapa construyeron una parte y luego ampliaron una habitación y periódicamente le hacen mantenimiento en pintura, revoque y terminaciones.
Según explicaron, la levantaron siguiendo los principios de la permacultura, con mitad de la casa al sol y el resto a la sombra, “eso requiere estudiar el terreno y buscar de qué lado poner más ventanas para aprovechar el calor del sol en invierno y abrirlas para que entre el aire fresco en verano y estén a la sombra.
Cabe destacar que en nuestro medio, que llueve bastante, acostumbran a hacerle aleros para proteger las paredes del efecto del agua y en la parte de abajo se hace una “pata de elefante”, con piedras de playa para evitar el revoque anual.
Según se pudo establecer el mantenimiento es similar a cualquier otra vivienda, con la diferencia que se usa pintura natural con clara de huevo, cal ferrite o se agrega color al revoque frío para darle el acabado.
Un camino como familia
La familia de Valeria Fernández y Aureliano Barros, hace cerca de siete años, optó por la bioconstruccion por los beneficios para la salud y se enamoraron de su calidez “es el sueño de vivir en una casa fundida en el paisaje”.
Por su parte, también los atrajo poder construirla ellos mismos. Se trata de una casa viva en cuanto a los materiales que la componen y al proceso de los habitantes, “porque se agranda para los hijos, surgen nuevos espacios y otros se transforman a partir de nuevos intereses y necesidades”, destacó Valeria.
De acuerdo a la opinión de los propietarios, con sus aciertos y errores, la casa refleja su camino como familia; un día dedicándose a algún detalle en ella o complementando su construcción con el cuidado de los hijos, compromisos laborales y la música.
Su vivienda cuenta con un techo vivo de plantas, la mayoría suculentas y cactus que conviven con otras nacidas espontáneamente y no requieren riego adicional.///