Ceferino Díaz, guerrero del Ascenso
Con carácter y entrega, el fernandense se retiró hace una década dejando su huella en el fútbol grande de la Argentina
En julio del año pasado se cumplieron 10 años de su último partido. Dejó la pelota rodeado de sus afectos, en su Juan N. Fernández natal y con los colores del Club Defensores que lo vieron debutar en la Liga Necochea en 1987. En sus 20 años de carrera, Ceferino Díaz se convirtió en el futbolista más destacado de la historia de su localidad, trascendiendo con una gran carrera en equipos de ascenso, especialmente en la Primera B Nacional.
En 1993 y con 21 años, se dio una de las máximas alegrías de su carrera, consagrándose campeón de la Liga Necochea con Defensores, que llevaba 25 años sin títulos. Fue uno de los pilares de aquel equipo que dirigía el “Paisano” Alfredo López y que sería luego bicampeón. Con ello logró su primera participación nacional, en el Torneo del Interior. Sin embargo, su gran salto sería con Jorge Newbery de Lobería al año siguiente. “Fui a jugar un Regional, convocado por Alejandro Barberón que me tuvo en cuenta en Newbery. Tuvimos la suerte de hacer una buena campaña y cuando Alejandro agarra en Huracán de Tres Arroyos me lleva”, recordó Díaz sobre sus comienzos. En el “Globo” sería campeón en Tres Arroyos y comenzaría su destacada campaña en el fútbol profesional. “Ahí jugamos un Argentino B, hicimos buena campaña también y me vio la gente de Almirante Brown de Arrecifes (en 1996). Y se dieron las condiciones para lograr el ascenso al Nacional B. Después de vio Cipolletti y se fue dando la continuidad de trabajo” valoró quien pasaría luego por Quilmes, Olimpo, Argentinos Juniors, Unión de Santa Fe y Guillermo Brown de Puerto Madryn.
Idolo de Olimpo
Con su entrega, carácter y juego, dejó su huella en cada club en el que pasó, pero especialmente marcó a fuego a los hinchas de Olimpo de Bahía Blanca, siendo clave en aquel ascenso a Primera División en diciembre de 2001. “Siempre me recuerdan. Eso te da una inmensa alegría. Es normal que me llamen el 27 de diciembre” resalta sobre los saludos de los medios bahienses, amigos y gente del club al cumplirse cada aniversario del partido decisivo frente a Instituto de Córdoba, en un colmado Carminatti, cuando marcó los dos primeros goles del triunfo 4-0 que le dio al “Aurinegro” su primer ascenso a la máxima categoría. “Para mí es lindo que la gente te mantenga en su recuerdo. Me pasa con los hinchas. La otra vez me llamaron para que le mande saludos a un señor que cumplía 50 años. Es cholulismo pero cosas así me han pasado”.
Sin Primera
Lamentablemente el ascenso no se pudo consumar para Ceferino jugando en Primera con el conjunto bahiense. La crisis institucional de 2001 en nuestro país fue determinante. “Estuvimos seis meses sin jugar y yo aproveché para irme a Ecuador (jugó diez partidos en el Deportivo Quito). No me reprocho nada. Cuando volví había cambiado el técnico, tenía otra postura respecto de varios jugadores y quedaban pocos de los que logramos el ascenso. Son decisiones técnicas y tengo que estar de acuerdo con eso. No me replanteo nada, al revés, el gusto de haber conocido a Ricardo Rezza, una de los mejores técnicos y sobre todo personas que he tenido la oportunidad de conocer”, comentó sobre su siguiente paso por la Asociación Atlética Argentinos Juniors.
En 2000, con Rezza como DT en Quilmes, le había tocado perder dos chances de ascenso, una con Huracán en la final en la B Nacional. En 2003, con Ricardo Gareca como DT en Argentinos, perdió en las finales con Quilmes, dirigido por Gustavo Alfaro, entrenador que había conseguido el ascenso de Olimpo con Díaz en la cancha en 2001. “Son recuerdos lindos, salvo las finales que se perdieron. Son circunstancias de juego del fútbol. Pero bueno, era otro fútbol, otro campeonato. Hoy en día hay 30 equipos en Primera y es mucho más fácil llegar de lo que lo era antes. En mi época había dos ascensos. Es el fútbol. Yo soy muy feliz con lo que he hecho. Me parece que para una persona de un pueblo chiquito, haberse ido a los 21, 22 años, bastante grande y llegar a tener 10 o 12 años en el Nacional B es algo muy bueno”.
Dejar la pelota
Tras un importante paso por Guillermo Brown de Puerto Madryn, el club donde más partidos jugado apenas detrás de Quilmes, en 2006 emprendió la vuelta a Necochea después de diez años recorriendo el país. Uno de los clubes que rápidamente lo contactó fue Villa del Parque, que por entonces afrontaba el Torneo Argentino B. “Cuando llegué estuvo la posibilidad de jugar en Villa pero los dirigentes que estaban en esa época quedaron mal conmigo porque dijeron públicamente que había pedido una plata que fue totalmente mentira, no fue así”, aclaró.
En 2007, después de 9 años sin competir en la Liga Necochea, Defensores de Juan N. Fernández volvió a presentar equipo en la Primera División y fue la chance ideal para que Ceferino retornara a esos colores al fútbol local. En principio lo hizo sumándose al cuerpo técnico que contaba como referentes con Alejandro Ferrari y Wernicke. En la última fecha de la primera rueda del torneo, tuvo la oportunidad de volver a la cancha, marcando su despedida con la pelota en el mismo club que lo vio nacer. Fue un 8 de julio, en el estadio “Néstor Cattoni” y justamente frente a Villa del Parque, líder en la zona con el plantel que alternaba con el Argentino. Fue derrota 1-0 (gol del balcarceño Fernando Telechea, actualmente en la Primera con Aldosivi de Mar del Plata). Sin embargo, Ceferino terminó como figura de su equipo, demostrando que a los 34 años tenía mucho más para dar. Pero siempre con bajo perfil prefirió dar un paso al costado cuando cambió el cuerpo técnico para el inicio del Clausura. “Estoy contento de haber tenido la oportunidad de volver a jugar en Defensores y haberme retirado allá. Se dieron las circunstancias y tuve la carrera que tuve. Volví a Necochea a trabajar, ver crecer a mis hijos y con mi familia”, valoro. Incluso no le faltaron opciones para continuar una carrera junto al fútbol como director técnico: “Se dieron un montón de circunstancias para que no hiciera eso. Si seguía dirigiendo era para seguir viajando, no acá. Era para estar lejos de la familia. Habíamos andado mucho con mi señora, los chicos habían comenzado las clases acá. No era la intención irme. Incluso tenía la vida organizada por mi trabajo. Se dio la vida para otro lado”.
Ahora disfruta de la pelota a través de sus hijos, hasta en el básquetbol. “Con Valentina tuve la chance de conocer un montón de gente, viajar a verla a un Argentino U17 con 15 años, fue un orgullo para todos. Ahora acompañando a Tomás en Huracán. Lo que más me gusta es acompañarlos y que hagan un deporte en conjunto, que es lo más lindo”.