Conin, política de Estado
El ejemplo de Chile, que en 30 años logró no solo erradicar la desnutrición, sino también ser la clave para el desarrollo íntegro que hoy se ve en el vecino país, es un claro modelo a imitar
Por Lucas Alan Galla (*)
Colaboración
El aporte de Conin al desarrollo de las comunidades es inobjetable. El ejemplo empírico de Chile, que en 30 años logró no solo erradicar la desnutrición, sino también ser la clave para el desarrollo íntegro que hoy se ve en el vecino país, es un claro modelo a imitar. A nivel nacional tenemos el vivo ejemplo de Salta, que creó el primer Ministerio de la Primera Infancia, y que sólo en cuatro años, ya bajó 4 puntos la mortalidad infantil, indicador indirecto de la desnutrición.
La desnutrición es un tema capital que debe ser abordado de manera urgente ya que cada día mueren 5 chicos en la Argentina y necesitamos quebrar este flagelo.
Primeros 1.000 días claves
Los primeros 1.000 días de vida del niño son clave. El chico desarrolla el 80% de su cerebro que después tendrá de adulto. Sabemos que la desnutrición produce discapacidad, atrofia cerebral y debilidad mental, por eso la urgencia de atacar ya esta realidad.
Nuestro margen de maniobra son esos primeros 1.000 días de vida del niño. Debido a esto es que clamamos que Conin sea política de Estado. Es más, hay actualmente 5,6 millones de chicos bajo la línea de la pobreza y 1,6 millón de chicos en el país sufren hambre. ¿No les parece que es momento de que esto sea el principal tema de la agenda nacional y no sólo una mención vana de los dirigentes nacionales?
Nadie niega la labor tremenda del Dr. Abel Albino, un prócer de nuestros tiempos y de la niñez. Tampoco se banaliza la acción de Conin y la de sus miembros como agentes principales en el combate contra el flagelo de la desnutrición. Al contrario, sobran los reconocimientos, el apoyo y el compromiso de muchísimos argentinos, pero a los 600 chicos que nacen cada día al borde de la miseria, a los 7 millones de chicos que sufren la pobreza estructural, y específicamente, al millón y medio que padece el hambre constantemente, no les sirven tales menciones o reconocimientos.
Necesitan para el ahora y su futuro, que Conin sea incorporado como política de Estado.
«La desnutrición infantil es una construcción de la ausencia y falta de capacidad y sensibilidad del Estado. Los gobiernos son los principales responsables de que ocurra esta suerte de genocidio por goteo en la profundidad más cruel de nuestra Argentina más pobre» dice el periodista Alfredo Leuco. Una definición impecable y completa de la realidad que vivimos.
Ese genocidio por goteo al cual este periodista se refiere, no es una simple metáfora de la crueldad que viven la mayoría de los niños: en los últimos 40 años han muerto casi 167.000 chicos por desnutrición. ¿Acaso no hemos sido contemporáneos a uno de los mayores genocidios que se hayan vivido en la Argentina? Creo que la respuesta a esta pregunta es obvia. En la Argentina mueren miles de chicos por hambre y desnutrición todos los años y la tendencia se mantiene.
Conin se especializa en la atención temprana de niños de 0 a 5 años, porque los primeros años de vida son los más importantes, es cuando se pueden corregir los defectos que causa la desnutrición. Después ya es tarde. Cuando hablamos de niños de 0 a 5 años, hablamos de niños nacidos como de aquellos por nacer. Ya que nuestra meta es privilegiar y salvar la vida de los niños en el vientre de sus madres, ya que desde la concepción sabemos que existe la vida.
Hoy hay más de 7 millones de niños y jóvenes bajos los riesgos de la pobreza por lo que la vida de muchos chicos está en peligro. No podemos mirar para otro lado.
Principal prioridad
La vida de los niños es nuestra principal prioridad, desde la concepción y también después de que nacen, porque somos conscientes de que la vida de un niño vale en serio, y que esa vida no puede ser vulnerada, ya sea por el aborto legal, puesto que es un crimen contra el niño indefenso al que se le quita la vida y el derecho a vivir, y también es un crimen contra la madre ya que ella es manipulada y violentada; ni tampoco sea por otras realidades como la miseria e indigencia, productos de la corrupción social y política, que ponen en jaque la niñez y la familia, y a la vez son un gatillo que lleva a que el aborto parezca una salida de emergencia, siendo siempre una salida absurda, cruenta e indigna.
La realidad nacional nos reclama mayores soluciones. El país necesita de 4.000 centros Conin y 15 hospitales para atender a desnutridos graves. En la Argentina únicamente funciona un hospital modelo con 30 camas en Las Heras, Mendoza, para atender a los desnutridos graves, pero la realidad, de miseria estructural de la niñez, exige que debamos tener 15, no sólo para poder atender y derivar rápida y logísticamente todos los casos graves de desnutrición en diferentes partes del país, sino también porque un niño con desnutrición grave no puede ser internado en un nosocomio regular, debido a que posee anuladas todas su defensas y puede contraer cualquier enfermedad.
Además, cada 24 horas mueren 5 chicos por desnutrición, desde hace más de 30 años, y ésta es una tendencia que se sigue manteniendo. Por eso la necesidad de ampliar la cantidad de hospitalitos de desnutridos graves, para poder quebrar estos resultados.
La inversión, en la Primera Infancia, no sólo debe ser una obligación moral; también debe ser una apuesta a favor del desarrollo.
Un niño atendido en Conin genera un ahorro anual de U$S 1.000. Imagínense si Conin pudiera hoy llegar a todo el país. El beneficio, sin lugar a dudas, sería multiplicador.
Hay 4.100 villas en la nómina nacional. En ellas hay centenares de familias y miles de niños que necesitan de Coniin.
Es verdad que el Gobierno nacional, a través de Acción Social y por primera vez en mucho tiempo, se ha comprometido a solventar los casi 100 centros Conin en toda la Argentina y la incorporación de más centros de primera infancia bajo la metodología Conin, pero también es cierto que necesitamos mayor celeridad, porque la infancia se incendia, los niños se mueren de hambre y el futuro del país se desvanece.
«Un punto menos de desnutrición, son cuatro puntos menos de pobreza», sostiene el licenciado Gastón Vigo. ¿Qué estamos esperando para sacar a nuestros chicos de la miseria y a nuestra patria de los flagelos de la pobreza estructural?
Como dice el Dr. Abel Albino: «Hay que dejar de pensar en las próximas elecciones y empezar a pensar en las próximas generaciones».
(*) Licenciado en Administración de Empresas ANIM-CONIN San Rafael