Contradicciones, desigualdades y criterios disímiles que confunden
Hastiados y preocupados por una pandemia qué aún parece lejos de retirarse, los ciudadanos de este país seguimos siendo sometidos a inexplicables decisiones de quienes nos gobiernan y que se han potenciado al irrumpir la segunda ola de Covid-19 nada benigna.
Lo cierto es que en un mar de incertidumbre y con un trasfondo económico y laboral grave en el que muchos han quedado en el camino, seguimos en cuestiones de cuarentena o confinamiento (la nueva palaba de moda) sorprendiéndonos con algunas contradicciones y desigualdades.
Basta observar imágenes o acciones acontecidas a nivel local, provincial o nacional, para sentirnos cuanto menos confundidos y enojados.
Es que a través de criterios que imparten los que supuestamente “saben”, muchas veces tomados a kilómetros de distancia y desconociendo la realidad de cada lugar, nos vemos rodeados de reacciones y actos en los cuales no suele haber la uniformidad que debería existir en esta hora sumamente complicada por la que atraviesa la Argentina.
Y en buena parte por desaciertos de medidas apresuradas o la no concreción en tiempo y cantidad (la vacunación) para combatir esta pandemia.
Algunos si, otros no
Bajo el concepto de lo mencionado en los párrafos anteriores, surgen ejemplos de contradicciones que superan la buena voluntad, que puedan haber tenido los gestores de cada idea en pos de ayudar a quienes sufren o paliar el agravamiento de la cosas.
En el plano local se pregunta porque se propone condonar deudas solo a ciertos sectores productivos, siendo que éstos no son los únicos que han sido perjudicados entre ellos los salones de fiesta, que al flexibilizarse en un momento las imposiciones pudieron abrir por unas pocas jornadas, para luego tener que volver a cerrar. Algo similar le ocurrió a los cines, gimnasios, bingo y peloteros, que han estado más cerrados que abiertos y muchos se han visto obligados a bajar las persianas definitivamente.
Varios de los castigados emprendedores, que dan mano de obra, no entienden cómo en otras ciudades con un mismo cuadro pandémico como el que atraviesa Necochea, se permiten aperturas y en nuestro medio no. Un ejemplo palmario es la situación actual de Mar del Plata, donde por estos días la mayoría de los comercios están abiertos, incluyendo a los gastronómicos, donde los comensales pueden ingresar. ¿Actúan con rebeldía o tienen un guiño del Ejecutivo municipal?
Por otro lado se observa en actos a gobernantes y funcionarios, sin barbijos y apiñados sin respetar el distanciamiento social que ellos mismos exigen a la población. Es que les prima por sobre el mortal Covid-19 la necesidad de exhibir “algo” en el desierto y la vergonzosa pobreza en la que han transformado al país.
Ni qué decir de las marchas y protestas de cientos de personas, más que nada en las grandes urbes, que siguen saliendo a la calle cuando se les antoja y sin acatar medida alguna. Y quienes deben hacerlas respetar no le ponen coto a esta irregularidad, mientras que se manda a los ciudadanos a sus casas a las 18 de cada día, o se la persigue con la amenaza de castigarlos “severamente” con multas si no acatan lo dispuesto.
En tanto, mientras seguimos observando fútbol profesional por televisión, con partidos plagados de bajas de jugadores que han contraído coronavirus, en las ligas del interior no se puede jugar. Es cierto que en todos los niveles se debe jugar sin público. Pero la diferencia es que la TV aporta dinero al fútbol profesional y al nivel amateur no, lo que imposibilita a los clubes lugareños poder jugar.
Lógicamente que en todo lo expuesto llama la atención que algunos puedan y otros no. Pareciera que gana el que hace más ruido, desoye o transgrede. Y mientras el Estado no sea justo, equitativo y empático con las miles de personas que necesitan trabajar, todo se tornará aún más complejo y anárquico.