Creador de legendarios personajes de la región
Se cumplieron 127 años del fallecimiento de Eduardo Gutiérrez, autor de “El Tigre del Quequén” y “Los hermanos Barrientos”
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El viernes pasado se conmemoró el aniversario de la muerte del escritor Eduardo Gutiérrez, famoso autor de novelas costumbristas y gauchescas como “Juan Moreira”, “Hormiga Negra” y “Santos Vega”.
Aunque la figura de Gutiérrez nos parezca distante por estos días, lo cierto es que dos de sus libros sobre bandidos rurales tienen como escenarios los campos de Necochea y Lobería.
De la pluma de Gutiérrez surgieron los mitos de El Tigre del Quequén y los hermanos Barrientos.
Es que el escritor, que se ganaba la vida como periodista, se hizo famoso a partir de novelar la vida de algunos individuos que se hicieron tristemente conocidos por sus actividades delictivas.
Algunos de estos personajes en realidad eran simples personas caídas en desgracia y orilladas a la marginalidad que tuvieron que delinquir para sobrevivir. Ese parece el caso de Pascual Felipe Pacheco, quien pasaría a la eternidad bajo el pseudónimo de “El Tigre del Quequén”.
El paso a la ficción
“Hay algo que es verdad, pero lo más es cuento”, dijo alguna vez Pacheco sobre el libro de Gutiérrez que pretendía narrar su desdichada vida delictiva.
El escritor necesitaba material para mantener su producción, ya que antes de aparecer como libros, sus historias eran folletines de aparición semanal en el periódico “La Patria Argentina”.
En ese diario también escribía las crónicas policiales, lo que le daba oportunidad de conocer casos resonantes.
Su preferencia por los bandidos rurales era producto de su experiencia en el campo. Gutiérrez fue soldado. A los 19 años ingresó en el fuerte “General Paz”, participó de algunas batallas contra los hombres de Calfucurá.
En sus diez años de soldado conoció la miseria de la vida rural y las penurias de los gauchos.
Al dejar el servicio activo, se dedicó a escribir y decidió hacerlo sobre aquello que conocía.
En 1879 escribió su primer folletín: “Antonio Larrea”. Trataba sobre un bandido español que había cometido varios delitos en Buenos Aires.
Un año más tarde, aparecía “El Tigre del Quequén”, el libro sobre Pascual Felipe Pacheco, un gaucho al que se le habían imputado varios crímenes, fugas e incluso incesto.
Gutiérrez entrevistó a Pacheco en la cárcel y esto quedó registrado en la primera página del libro: “La solitaria celda 142 de la Penitenciaría está habitada por uno de aquellos seres en quienes hace presa la justicia de los hombres, palabra tremenda de cuyo significado no se dan cuenta los mismos que la practican”, comenzaba.
“El 142 es uno de los tipos más curiosos que habita el horror de aquel presidio, donde todo sentimiento de amor y de cariño desaparece, para ser remplazada por la cara adusta del guardián y el duro régimen de aquella disciplina severa”, señalaba.
Los Barrientos
Seis años después de “El Tigre del Quequén”, Gutiérrez publicó “Los hermanos Barrientos”, libro que tiene como protagonistas a dos bandidos rurales que se ocultaban en la zona serrana del vecino distrito.
Los hermanos Barrientos formaron una banda de matreros luego de que uno de ellos fuera injustamente condenado por un crimen y huyera de la prisión.
Se ocultaban en una cueva en un cerro cercano a la Numancia. Hoy ese lugar es conocido como la cueva de los Barrientos y se organizan visitas guiadas para conocerlo.
Recientemente el Museo Histórico “La Lobería Grande” reeditó el libro de Eduardo Gutiérrez.///