Cristina eterna y racional
Alberto Fernández no tiene más tiempo porque la dama le hizo jaque
Cristina cortó el mazo y repartió los naipes. Al Presidente le tocó el as de espada o de espanto, creyó ser coronado rey pero apenas es un alfil. Corre perdido por las diagonales, al son del ritmo que le impone la reina. La carta que escribió “sinceramente” delimita el campo de juego. Vos sos el jefe de Estado, responsable de la defensa y el ataque, yo simplemente te secundo en la batalla. Los resultados están a la vista y no son buenos, los funcionarios no funcionan, y el director técnico no tiene cómo armar un nuevo juego.
El presidente no reacciona, sus ministros están mareados, los empresarios y los sindicalistas se reúnen a escondidas, no hay recambio de equipo. Pero esto no es un juego de ajedrez. La sociedad está en vilo porque la estructura social y productiva tiene agujeros por doquier.
Desde que asumió, Cristina transitó una etapa de mudez misteriosa, la mujer experta en cadenas nacionales. Pero cuando apareció la carta se inició una nueva etapa. Descartó responsabilidades de un gobierno estancado y paralítico. Desde ese momento empezó a mostrar las tácticas de su estrategia, para cambiar su imagen y dar nuevas señales, esta vez de racionalidad, a la sociedad.
La vía epistolar tuvo efecto inmediato, el gabinete si antes no ejecutaba, se paralizó en las tinieblas. Alberto empezó a tartamudear producto de su creciente inseguridad o de alguna angustia imposible ya de esconder.
Después vino la inesperada carta de los senadores congraciándose con la sociedad, declarando no avalar ningún ajuste exigido por el FMI, distanciándose del ministro de Economía y del acuerdo por firmar. Condiciones indispensables para despegar en lo económico.
Pero no sólo Guzmán, tantas veces renunciado como tantas veces confirmado, recibió ese golpe. Faltaba el tiro final. La vicepresidenta a través de su senadora preferida, Anabel Fernández Sagasti, sumó otra restricción a las negociaciones con el Fondo. Un artículo que limita la emisión de bonos para gastos corrientes con desembolsos -plata fresca- del FMI, viejo reclamo desde su época presidencial, que repitió en esta campaña electoral, cuando pidió una ley para el “Nunca más de la deuda”. Esta restricción obliga al ministro de turno a limitar sus gastos y a reducir inexorablemente la estructura estatal. Quizás la medida más sensata de estos últimos tiempos, en esta nueva etapa de Cristina racional, ignorada y ninguneada por los periodistas anti K, en su fervoroso rol militante.
El dólar blue
El dólar blue detuvo su escalada porque un bono en dólares con 18% de interés anual absorbió los pesos, y generó esta pausa que no se sabe si es la antesala de la muerte. Hasta que vengan los milagrosos dólares de la cosecha, siempre y cuando llueva y el campo no decida sentarse sobre la soja y el maíz, esperando la devaluación que muchos predicen.
Llegan las fiestas, cualquier esfuerzo será poco. El IFE sigue, dicen, o se cierra la canilla. Los jubilados contarán las monedas del aumento y los salarios estatales y privados seguirán casi congelados. Las tarifas, la nafta y los precios se aceleran sin pausa. Mientras los políticos inmutables conservan intactos sus beneficios y derechos, arriesgando ya su pellejo por la bronca y el hartazgo que provocan en la sociedad.
Pero más allá de la ayuda solidaria que apagará posibles incendios y que no ocurra ninguna rebelión social, la estructura productiva tiene graves señales de emergencia. No hay repuestos que reparen las máquinas ni sistemas que aguanten la limitada importación de bienes y servicios. En cada rubro se detectan faltantes y no faltan los especuladores que estoquean aguardando la devaluación, lo que acrecienta la inmovilidad del circuito productivo que se transforma en un laberinto sin salida.
Alberto no tiene más tiempo porque la dama le hizo jaque. No hay vacuna milagrosa que alcance, ni relatos sobre las cuestiones de género, el aborto o la lucha “justa” de pobres contra ricos, ni presupuestos desorbitantes que colmen las ansias de poder -léase plata- de diferentes sectores de Todos. Hace falta calmar las fieras como Grabois, que enojado ocupa tierras y estancias, tranquilizar a los capos de los movimientos sociales entregando cada vez más lugares en el escalafón del Estado, responder requerimientos de los gobernadores, legisladores de múltiples “sectas”, etc.
Exigencias a los gritos
los gritos y desde cada sector, se le exige a Alberto Fernández que cambie su equipo. Cuando la negociación avanza con Lavagna, el tan sobrevalorado Ministro, retrocede por Cristina. ¿Quién aceptaría integrar un nuevo gabinete a la sombra del poder? El verdadero poder es Cristina porque, aunque Alberto tenga la lapicera, sus funcionarios cada vez más responden a las directivas del Instituto Patria.
Hagamos un ejercicio de imaginación o de futurismo inmediato. Lilita, la mujer que más combatió al kirchnerismo defiende al juez Rafecas por temor a que el rey quede desnudo; Duhalde, conocedor del peronismo como nadie, intima al presidente a que reaccione. Ambos anticipan la noche y el abismo, y llegado ese momento no quedará otra que el reinado de Cristina. En esta amarga letanía de acción, no existe ni el poder de los gobernadores, asustados por un virus invasivo y la ultradependencia económica. Los “albertistas” hacen mutis por el foro, mareados por la sin razón.
Estamos pisando el 1 de diciembre. Un mes caliente y esta vez viene con la fiebre del Covid-19. La mano de Dios protege a los sin tierra, las usurpaciones siguen al acecho y el futuro es impredecible. La rebelión social de los “ricos”, una clase media en decadencia, furiosa por los corruptos y la impunidad de los políticos. Los desamparados exigiendo el derecho a la vida, más una vivienda y una mínima educación, provocan una combinación explosiva. ¿Cuántos dirigentes están capacitados, cuentan con apoyo político para conducir esta debacle económica y social y hacer un giro de 180 grados imprescindible para salir de este atolladero infernal? ¿Quién sería capaz de amortiguar las aguas para firmar la pipa de la paz y desafiar a la vicepresidenta?
En la segunda temporada de esta serie, Cristina va a ser aún más protagonista. Los desempleados y los pobres más los protegidos y subsidiados, suman más del 50% que reclamará a gritos su regreso triunfal. Hagamos predicciones. Con tal de frenar la catástrofe y que aparezca un plan y una nueva tropa, los opositores y la clase media de los banderazos, también van a avalar su vuelta. Si es ella quien manda detrás del telón y tras bambalinas quien finalmente tome el mando completo, con lapicera y todo, como bien manda la Constitución. Además, convalidada por el 52% de los votos que la eligieron vicepresidenta. Ahora se muestra más racional, mientras que él, cada vez más débil e indeciso. Lástima tanta corrupción e impunidad sobre sus espaldas y… tantísimo dolor. En poco tiempo más, la Cristina eterna, hará jaque mate.
Todo esto puede ser irreal y no producirse tal cual en el escenario político. Depende de los actores. Resta ver si Alberto Fernández se despierta o no de “el sueño de los justos” y ejerce el lugar que ganó en las urnas.///
Por Gloria López Lecube- Periodista