“Cuidar a quien cuida”
La puericultora Mariana Constanza López Arias habló sobre el acompañamiento a las mujeres en las etapas de la maternidad
ROCÍO MAGALÍ SÁNCHEZ
Para Ecos Diarios
Aunque es una tarea que con el tiempo se fue dando a conocer, todavía son muchas las personas que no saben con claridad qué hace una puericultora. Mariana Constanza López Arias, quien lleva a cabo esta tarea, estuvo en “Desde temprano” por Ecos radio y contó los detalles de su rol, tan importante en la vida de las madres, los bebés y sus familias.
“Las puericultoras acompañamos a las mamás y a los bebés durante la gestación, el nacimiento, el puerperio inmediato y el tardío, y lo hacemos de manera interdisciplinaria”, explicó López Arias. Lejos de trabajar solas, colaboran con pediatras, enfermeras, fonoaudiólogas y, si es necesario, osteópatas, para poder dar un acompañamiento integral y derivar cuando hace falta.
Pero lo más importante, remarcó, es entender que su trabajo no es solo reactivo, sino preventivo: “Muchas veces las mamás nos consultan recién en el postparto, cuando ya hay alguna dificultad. Pero si pudiéramos trabajar antes, en la preparación, se podrían evitar muchas de esas situaciones, como una mastitis o molestias en la lactancia”.
En espacios como “Tribu”, un centro que Mariana dirige junto a otras colegas, se dan talleres de preparto y lactancia donde se prepara a las familias para reconocer señales de alerta, distinguir entre problemas comunes, como la diferencia entre una simple congestión y una mastitis, y aprender prácticas concretas para el momento del nacimiento.

Importancia de la lactancia
La puericultura no dudó en afirmar que la lactancia “nos atraviesa a todos, hombres, mujeres, abuelas, tíos, tías. El vínculo con la lactancia empieza incluso antes de tener un bebé propio: al ver a una tía amamantar, a una madre con un hermano menor, al hablar del tema en la familia.”
Además, subrayó que no se trata de una postura fundamentalista: “No somos gurús ni maestras de la lactancia que vamos por ahí diciendo ‘no le des fórmula’. Siempre trabajamos sobre el deseo de la mujer y la necesidad de esa familia”.
Por eso es importante destacar que esta etapa no depende solo de la madre: requiere una red que acompañe, que apoye el deseo de la mujer, que ayude a buscar soluciones antes de rendirse al primer obstáculo.
Muchas veces, al salir del entorno protegido del sanatorio, comienzan las dificultades: “El bebé no se prende, la lactancia no fluye, y ahí aparecen las opiniones externas: ‘Dale fórmula’, ‘tu leche es agua’. Por eso es clave una red familiar que aliente, que respete, que no ponga trabas“, expresó la entrevistada
Y agregó: “Un papá en un taller de lactancia que, al principio, no sabía qué hacer. “Me decía: ‘La teta la tiene ella, ¿qué hago yo?’. Pero luego, guiado por la mamá, terminó ayudándola con la extracción manual, generando un momento íntimo y amoroso lleno de oxitocina”.
La importancia de los roles
La puericultora insistió en que toda la familia debe tener un rol: preparar comida, sostener emocionalmente, cuidar al bebé unos minutos para que la madre pueda ducharse o simplemente salir a tomar aire. “La maternidad está llena de carga mental, y la madre necesita su espacio. Por eso siempre repetimos: cuidar a quien cuida”.
Según la Organización Mundial de la Salud, la lactancia materna exclusiva está recomendada hasta los seis meses, y complementada con otros alimentos hasta los dos años o más. Sin embargo, la especialista destacó que esto también depende del deseo de cada madre: “Si a los doce meses siente que ya no quiere amamantar, está perfecto. El destete también es parte del proceso, y siempre hay que respetar el deseo de esa mamá”.
Y añadió: “También entra en juego lo cultural. “En Mongolia, por ejemplo, amamantan hasta los siete años. Para nosotros, un niño de tres años lactando ya es una rareza. Pero lo importante es que podamos respetar y tomar conciencia de lo valiosa que es la lactancia, hasta donde cada familia lo elija”.
Además, para las madres que trabajan fuera del hogar, las puericultoras aportan estrategias concretas: conservar la leche correctamente, usar sacaleches de bajo impacto, elegir alternativas antes de recurrir a pezoneras o suplementos. Todo, siempre, buscando aliviar las exigencias que la maternidad impone en un mundo que no está diseñado ni para criar ni para maternar.
Finalmente, el puerperio, esa etapa poco hablada pero de enorme impacto. “Un papá me preguntó una vez: ‘¿Es todo malo en el puerperio?’. Y yo le digo: es caóticamente hermoso. Tiene sus grises, sus cosas buenas, pero sobre todo es importante que como sociedad dejemos de romantizarlo o ignorarlo y miremos a esa familia: ¿Cómo está esa mamá? ¿Cómo está esa red?”.
“Hace falta una tribu entera para criar a una persona. Y eso significa que la abuela venga a llenar la heladera, que la amiga pase un ratito a hacer compañía, que la pareja se involucre. Porque maternar no es hacerlo todo sola: es construir una red que sostenga y acompañe”, concluyó Arias.
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