Cuidar la boca de los chicos: algo que empieza desde la cuna
Los hábitos hacen a las costumbres y éstas en lo que es salud ayudan en la prevención de posibles males, cuando se arranca desde niños
A veces pensamos que el cuidado de los dientes en los chicos puede esperar. “Son de leche”, “ya se le van a caer”, o “más adelante me ocupo” son frases que se escuchan seguido. Pero la realidad es que la salud bucal comienza desde el nacimiento, incluso antes de que aparezcan los primeros dientitos. Cuanto antes se empiecen a formar hábitos saludables, mejores serán los beneficios para su salud a largo plazo.
Durante los primeros meses de vida, aunque no haya dientes, es recomendable limpiar las encías del bebé con una gasita húmeda después de cada toma. Es un gesto simple que ayuda a prevenir la acumulación de bacterias y también sirve para que el niño se acostumbre a la rutina de higiene bucal desde el principio. Cuando sale el primer diente, ya es momento de incorporar un cepillito de cerdas suaves y una mínima cantidad de pasta dental con flúor (el tamaño de un grano de arroz).
Una consulta al odontopediatra antes del primer año de vida es fundamental. Aunque no parezca necesario, permite detectar cualquier posible problema a tiempo, recibir orientación sobre cuidados y alimentación, y además que el niño se familiarice con el consultorio. La Dra. Mariana Gómez, odontopediatra, lo resume así: “La prevención empieza en casa, pero también es clave que el niño tenga un contacto positivo con el odontólogo desde chiquito. Así se evitan traumas, miedos y se construye una relación de confianza con la salud bucal”.
Uno de los problemas más comunes en la infancia son la caries dental. Lejos de ser un tema menor, puede causar dolor, dificultad para comer, dormir o concentrarse. Muchas veces aparecen por el consumo excesivo de azúcar (jugos, golosinas, snacks) y por una higiene inadecuada. Para prevenirlas, se recomienda limitar los azúcares, fomentar la ingesta de agua y mantener una alimentación equilibrada.

El cepillado debe hacerse al menos dos veces por día, y siempre antes de irse a dormir. Hasta los 7 u 8 años, los chicos no tienen la motricidad suficiente para cepillarse bien solos, por lo que es clave que un adulto los acompañe y supervise. Además, cuando los dientes empiezan a tocarse entre sí, hay que incorporar el uso del hilo dental, porque el cepillo no llega a todas las zonas.
Una boca sana no solo evita dolores y tratamientos complicados, también impacta en la autoestima del niño. Poder comer sin molestias, sonreír sin vergüenza y expresarse con confianza son cosas que también forman parte del bienestar integral. Por eso, el cuidado bucal no es algo estético o secundario: es parte de su salud general.
En resumen, cuidar la boca de los chicos es una tarea diaria que involucra a toda la familia. Con higiene, buena alimentación, controles regulares y mucho acompañamiento, podemos enseñarles hábitos que los van a acompañar toda la vida. Y sin dudas, el día de mañana lo van a agradecer.
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