Del deseo de guardar al coleccionismo
La pulsión por conservar aquellos objetos que nos gustan llevan a cada vez más personas a convertirse en coleccionistas. En nuestra ciudad se pueden encontrar desde colecciones de autos a escala, hasta de instrumentos musicales, cuchillos, cómics y fotografías y documentos históricos
Desde que pequeños estamos rodeados de innumerables objetos que con el tiempo nos empiezan a apasionar y comenzamos a guardar. Tal vez una de las primeras pulsiones de coleccionismo podemos encontrarlas en aquellos intercambios de figuritas en el patio del colegio o en el afán de ganarles a todos a la bolita para quedarnos con los bolillones.
Entonces no sabemos por qué lo hacemos, pero tenemos una necesidad innata de guardar aquellas cosas que nos gustan. Con el tiempo surge una colección, que por pequeña que sea, queda grabada a fuego en nuestros recuerdos.
Tal vez por eso los objetos vinculados a la infancia son los primeros que cualquier persona comienza a guardar antes de convertirse en coleccionista. Autitos, figuritas, muñequitos, fotos, historietas, cuchillos y hasta instrumentos musicales forman parte de la enorme variedad de cosas que la gente colecciona en nuestra ciudad.
Para Esteban Amarante los primeros objetos de interés fueron los superhéroes de la infancia, pero un día descubrió una revista de historietas de Carlitos Balá y hoy cuenta con una completa colección de fotografías, posters, caretas, muñecos y otros elementos vinculados al humorista.
El músico Andrés Varela comenzó a coleccionar cuchillos, por su amor a la vida en el campo y hoy ya tiene 70 de estas piezas. Sin embargo, hace unos años también comenzó a comprar instrumentos musicales, puntualmente aquellos con los que ha tocado en distintas bandas: bajos.
El coleccionismo no llegó hace mucho tiempo a la vida de Juan Volpe, pero ya ha sumado una gran cantidad de autitos de colección a sus vitrinas y su hijo lo acompaña en esta pasión.
En el caso de Felipe Tranchini, un coleccionista vinculado hace muchos años la Asociación Filatélica y Numismática de Necochea, las fotografías y documentos que guardó durante años sobre los inmigrantes italianos que llegaron a nuestra ciudad, se convirtieron en un museo.
De colección
“A mí siempre me gustaron los autitos de colección”, dijo Juan Claudio Volpe. Sin embargo no fue hasta hace dos años que comenzó a coleccionarlos.
Apasionado de “Volver al futuro”, Juan tiene en su colección modelos a escala de los DeLorean de las películas. También tiene al inolvidable General Lee de la serie Los Dukes de Hazzard.
Modelos de Hot Wheels en distintas escalas y autos icónicos de marcas estadounidenses como Ford y Chevrolet se suman a una colección cada vez más grande.
En el poco tiempo que lleva dedicado al coleccionismo Juan ha debido limitar sus intereses debido a los costos de la actividad y a las innumerables posibilidades de sus campo de colección.
Así se concentró principalmente en modelos para armar, como toda una serie de pick ups Ford que lanzó una editorial argentina.
“Mi hijo me acompaña en esto”, dijo Claudio y explicó que muchos de sus amigos no entienden su pasión por el coleccionismo.
Clásicos
Desde hace unos años el músico Andrés Varela colecciona bajos. Se trata de instrumentos muy antiguos, prácticamente de la prehistoria de la música eléctrica.
A pesar de que algunos de estos instrumentos tienen medio siglo, el ex bajista de Marqués de Sade y actual integrante de Tachame la doble, los ha hecho restaurar y los tiene listos para tocar.
Recientemente ese interés en los instrumentos antiguos llevó a Andrés a vivir una experiencia muy particular, cuando conoció al hijo del dueño original de una guitarra eléctrica que había comprado.
“Pudimos rehacer toda la historia de la guitarra y al final terminé por devolverle el instrumento al hijo de este músico, porque creo que es algo que debe tener”, dijo Andrés.
Pero el interés por el coleccionismo no surgió con los instrumentos musicales, sino con los cuchillos.
Andrés tiene en su casa unos 70 cuchillos que ha ido coleccionando a lo largo de los años. Su interés por estos objetos surgió en la adolescencia, cuando vivía en el campo y veía los cuchillos que usaban sus conocidos en la vida diaria.
Entre los cuchillos de su colección hay desde algunos de uso militar hasta verdaderas obras de arte de la orfebrería.
“Esto se transforma en una enfermedad”, dijo Andrés respecto al deseo de coleccionar.
Idolos de la infancia
A Esteban Amarante le gustaba dibujar y por eso no es extraño que sus primeras colecciones hayan sido de comics. Sin embargo, el hallazgo casual de una historieta de Carlitos Balá lo convirtió en uno de los principales coleccionistas del país en objetos relacionados con el conocido humorista.
“Yo era fanático de Carlitos Balá de chico”, explicó Esteban. En una de sus recorridas por el Parque Rivadavia en busca de cómics, un amigo le ofreció una revista de una historieta de Balá.
Esteban no sabía de la existencia de esos comics y allí descubrió que durante el auge del programa infantil de Balá había existido una gran cantidad de merchandising vinculado al programa.
Con el tiempo, Esteban encontró muñequitos, discos, fotografías, afiches, historietas y otros innumerables objetos vinculados al artista.
También tuvo oportunidad de conocer a Carlitos Balá, como también pudo fotografiarse con otro de sus ídolos infantiles, el creador de la revista Anteojito, Manuel García Ferré.
En la actualidad, además de sus colecciones de cómics y Carlitos Balá, Esteban también colecciona aparatos de teléfonos antiguos y relojes.
“Pasa el tiempo y uno se va poniendo más sensible”, dijo Esteban, quien suele recorrer ferias en busca de objetos de la infancia.
De la colección al museo
Hace años que Felipe Trachini es coleccionista. Entre sus intereses están las tarjetas telefónicas, los autitos Hot Wheels, la numismática, las latas de esquila y otros objetos. Integrante durante muchos años de la Asociación Numismática y Filatélica de Necochea, Felipe siempre fue aficionado a coleccionar elementos y objetos antiguos.
Por su relación con la Sociedad Italiana, vinculó en su momento su pasión por el coleccionismo con el registro de la historia de los inmigrantes italianos en nuestra ciudad.
Lo que comenzó como una colección de fotografías y documentos de italianos que se radicaron en la ciudad se convirtió hace unos años en el MHITE, el Museo Histórico del Italiano all’Estero.
Felipe explicó que el material se obtiene a través de la gente que se acerca a la Sociedad Italiana. Luego se digitaliza para integrarlo al MHITE.
“Mucha gente tiene fotografías y documentación cuyo valor desconoce”, dijo Tranchini.
Eternos coleccionisas
Lo que hoy conocemos como coleccionismo y que no es otra cosa que el deseo de guardar objetos bellos o enigmáticos de nuestra interés, es una empresa que comenzó aparentemente durante el Renacimiento italiano, en el siglo XV.
En ese momento histórico, el hombre se situó en el centro de la realidad y los humanistas lograron visualizar un mundo capaz de admiración acercándose a las artes para proyectar sus habilidades e inspiración.
Surgieron los mecenas y patronos, quienes invitaban a sus palacios a los más renombrados artistas de la época. Hubo personajes como Lorenzo de Medici, quien se dio a conocer por su asombrosa colección de escultura, pintura, manuscritos e inclusive animales exóticos.
Sin embargo, no podemos asegurar que esta añoranza de posesión, este perpetuo acumular empezó en ese momento. Existen noticias de la famosa biblioteca de Alejandría fundada por Tolomeo en el año 280 AC, como acervo maravilloso de manuscritos y como centro de estudio. Otros fueron seguramente ejemplos hoy perdidos, en donde se acumulaban los anales del saber.
Las descripciones de estos sitios de acopio han llegado hasta nuestros días de manera epistolar o como memorias donde se anotan observaciones, como las cartas de Hernán Cortés dirigidas al emperador Carlos V. Allí se narra su asombro cuando al entrar al palacio de Moctezuma se entera de que, en las inmediaciones de la residencia existe un área dedicada a mostrar animales salvajes y aves traídas de sitios lejanos para regodeo del tlatoani. Escritos como estos o también las pinturas o bocetos de los artistas, nos relatan elementos exóticos. El mismo Leonardo da Vinci esboza un camello y Giorgio Vasari una jirafa, animales que formaban parte de las posesiones de Lorenzo de Medici, más tarde conocidas como menageries.
Mostrar poderío, es la principal característica de estas colecciones pero no debemos dejar de lado que el enriquecer el espíritu se convierte, a partir del renacimiento, parte integral de la vida cotidiana de los nobles. En esa época, el ahínco por rodearse de objetos bellos se entremezcla con el ir y venir del tiempo. El Papa Julio II se deleita con pinturas de Raphael, Francisco I lleva a sus aposentos el cuadro de la Monalisa, mientras que Enrique VIII hace a Holbein pintar su retrato.
Colecciones privadas
Como vemos, en un principio el coleccionismo era en un privilegio de los poderosos. Obligatorio en estos sitios privados era tener un cocodrilo y alguna momia egipcia, pero no faltaban los que coleccionaban artefactos traídos de tierras lejanas usados por los indígenas americanos o los que poseían uno que otro mecanismo o reloj autómata que se movía al son de una tonada.
Cristóbal Colón regresa a España con armas aborígenes, aves, e inclusive a los mismos nativos para mostrar en la corte las pruebas fehacientes de su hallazgo. Algunos objetos que fueron vistos con curiosidad pasaron a formar parte de las colecciones que ya entonces poseían los monarcas españoles.
Hernán Cortes, quien conquistó la antigua capital de los aztecas mandó al emperador Carlos V algunos de los objetos, que el mismo Moctezuma le había regalado y algunos otros obsequios desde América.
El preservar la memoria común va a venir después, cuando los eruditos y hombres de ciencia se interesen por los otros.
Gracias a estos primeros coleccionistas, no importando si fueron intelectuales ávidos de conocimiento, reyes o nobles interesados en el poder, militares que traían de vuelta su botín o simplemente aventureros o comerciantes que traían de vuelta a casa algunos souvenirs, tenemos la creación de los primeros museos. Sitios donde las musas se encuentran estos entes de la mitología griega que viven en los bosques y que se les ha atrapado en los pasillos de las galerías. Los museos son instituciones que permiten el estudio, catalogación y educación, pero han dejando atrás el uso de la imaginación, la experimentación y la fantasía que las primeras colecciones debieron de provocar.