Del Estudiantes de Zubeldía, pasando al River de Labruna y hasta el Boca de Lorenzo
Cuando Necochea era la “capital” del fútbol de verano y la cuna de innumerable cantidad de planteles campeones
El dolor de la ausencia, inevitablemente gatilla los recuerdos. Y en este caso son tantos como ricos. El paso del tiempo lastima hoy con un verano sin equipos de Primera o del Nacional B entrenando en nuestras playas o el parque, haciendo cada vez más lejanos aquellos años en los que Necochea fue el lugar elegido para una nueva forma de trabajar con los planteles de fútbol y con total derecho se llamó la “capital” del fútbol de verano.
Las copas se levantan en junio o diciembre, pero comienzan a forjarse en los entrenamientos. Y afortunadamente Necochea forma parte de numerosas historias de esfuerzo con final feliz. El que “abrió la puerta” de alguna manera, con sus visitas a finales de los años 60, fue Estudiantes de La Plata que puso el nombre de nuestra ciudad en los medios del país cuando el equipo fue campeón en el Metropolitano 1967, logrando la primera conquista nacional en la historia del club. Todo mérito del entrenador Osvaldo Zubeldía, un precursor en este tipo de métodos, junto al preparador físico, el tucumano Jorge Kistenmacher. Juntos renovarían el entrenamiento futbolístico con prácticas diarias en horario matutino, las concentraciones previas a los partidos y los rigurosos planes nutricionales para cada uno de los deportistas. Bases que se mantienen mayormente hoy. Necochea se transformó en el lugar ideal para llevarlo a cabo y todo se magnificó cuando el “Pincha” repitió la fórmula y levantó nada menos que la Copa Libertadores de América en 1968. Fue la época más gloriosa del club repitiendo en la Libertadores de 1969 y 70, y logrando la Intercontinental de 1968 y la Interamericana de 1969.
Llegaban todos
A partir de entonces se vivió una “época de gloria” y los mejores equipos del país venían a la ciudad a “descubrir” cómo nacían los campeones en nuestras playas y el Parque Miguel Lillo. Otro claro ejemplo fue River Plate. En 1975, Angel Amadeo Labruna tomó la conducción técnica de un plantel de figuras pero que cargaba el peso de tener que cortar una racha de 18 años sin títulos. Y cumplió ganando el Metropolitano 1975.
También Boca, para no ser menos, probaría la fórmula a finales de los años 70, durante la época gloriosa del “Toto” Lorenzo al frente del grupo en el verano del 76. También vino en 1978, en la previa a la conquista de la primera Copa Intercontinental del club. Muchos años después, en 1996, Boca volvería con Carlos Bilardo como DT, revolucionando la ciudad con sus estrellas.
Y así muchos más: Racing Club, Independiente de Avellaneda durante muchos años, Argentinos Juniors en los 80, cuando se consagró campeón de la Copa Libertadores de América; San Lorenzo de Almagro inició aquí la primera etapa de Héctor Rodolfo “Bambino” Veira al frente del equipo; Banfield, Lanús, Quilmes, Colón de Santa Fe, Rosario Central y Newell’s Old Boys de Rosario, y así una lista interminable de nombres, que incluye también a elencos de diferentes categorías del Ascenso del fútbol argentino.
Bianchi y Vélez
En los años 90, el gran protagonista de estas historias de campeones surgidos en nuestra ciudad fue Vélez Sarsfield. Un club que poco sabía de grandes gestas futboleras y que lo ganaría todo en pocos años. Y todo arrancó en el verano de 1993 en nuestra playa y en el parque, y en aquellas concentraciones en el desaparecido “Hotel Las Nieves”; donde también comenzó a trabajar Carlos Bianchi, en su primera experiencia en el fútbol argentino después de haber dirigido en Francia. El trabajo del profesor Julio Santella fue clave para la preparación física de un grupo que se consagraría en el Torneo Clausura 1993, el primer título para Vélez desde 1968, entonces con Bianchi como goleador. Luego llegarían la Copa Libertadores de 1994 y el triunfo en la Intercontinental frente al Milan de Italia en Japón.
Los técnicos eligen
Necochea no es elegida sólo por los clubes, sino también por los directores técnicos o preparadores físicos, que presionan a los dirigentes de turno para volver a Necochea. Ricardo Zielinski es un ejemplo más actual, con Belgrano de Córdoba, cuando logró el ascenso a Primera División postergando a River Plate en la Promoción en 2011. Mario Finarolli ha venido como DT de Sarmiento de Junín, Nueva Chicago y Almagro muchos años. En su momento también fueron Humberto Zucarelli y Roberto Marcos Saporiti, que siempre venían a Necochea, como también preparadores físicos, como lo fue Carlos Keny, quien trabajó durante muchos años en Independiente junto a José “Pato” Pastoriza.
Para Américo Rubén Gallego, Necochea también fue un amuleto. La primera pretemporada de Gallego como DT en Necochea fue en 2002 con Independiente de Avellaneda. Fue campeón en el Apertura 2002, peleando el título con Boca, y cortando con ocho años de sequía para el “Diablo”. Después de dejar al “rojo”, al año siguiente del título, tomó en 2004 el desafío de conducir a Newell’s, con mucho de corazón en la decisión, volviendo al club que lo vio nacer como jugador y con un plantel que tendría como figura a Ariel “El Burrito” Ortega, con quien se reencontraba tras aquel título en River en 1994 y los años en la Selección Argentina junto a Daniel Passarella. Trabajó en julio de ese año en Necochea y la victoria no tardó en llegar: en el Torneo Apertura 2004, en una carrera final ante Vélez y River, el plantel dio la vuelta olímpica.
En este recuerdo rosarino, también se suma el preparador físico Jorge Fleitas, que trabajó con Gallego en Newell’s en el 2004 y luego volvió a Necochea con Rosario Central en 2011, pero con la dirección técnica de Juan Antonio Pizzi.
La seguidilla de campeonatos para Gallego continuaría en México, a donde llegó en junio de 2005 para conducir al Toluca y, contra toda lógica, no dudó en traerse el plantel al frío invierno necochense. Revolucionó Necochea con la visita de un equipo internacional, algo que no ocurría desde el FC Sion de Suiza en los noventa, y los resultados otra vez le dieron la razón, ahora fuera del país, llevando al Toluca al título ese mismo año. Como un reproche a los que no creían, el entrenador se encargó de marcarlo mientras festejaba la vuelta del 2005: «Este es el resultado de la pretemporada en Necochea».
“Trae suerte”
Apuntalado por todo lo anterior, el mote de ser una ciudad que “trae suerte” no se ha perdido sin embargo en la última década tampoco. En 2008, Vélez volvería a Necochea después de 11 años, entonces con Hugo Tocalli con DT. Y en 2009 lo hizo nuevamente, ahora con Ricardo Gareca y llegaron los frutos con un título en aquel recordado partido contra el Huracán de Angel Cappa. Gareca y Vélez repetirían en el Clausura 2011, pero desde entonces, nunca más el elenco de Liniers volvió a nuestra ciudad. No sale campeón desde el Torneo Inicial 2012 y pasó todo el 2018 luchando contra el promedio del descenso.
Algo similar ocurre con Belgrano de Córdoba, que tras el mencionado ascenso en 2011 fue visitante permanente, incluso con campañas en Primera que le permitieron jugar la Copa Sudamericana 2013, 2015 y 2016. Pero desde ese año dejó de venir y los resultados dejaron de darse y el club hoy lucha por salvar la categoría.
El último ejemplo es Defensa y Justicia, que nos visitó en 2017 y logró la clasificación por primera vez en su historia a la Copa Sudamericana 2018. Tantas historias de triunfos gestados en el Paruqe Miguel Lillo o en los médanos, que esperan pronto tener continuidad.