Desafíos para la Argentina, si es que la política quiere
Los desafíos del nuevo gobierno debieran ir al rescate de los caídos por la mala praxis política
Estamos asistiendo a un cambio de ciclo político/social, en momentos en que la Argentina cumple 40 años ininterrumpidos de democracia. Las luces y las sombras dependen de la suma de nuestras vivencias. Inclusive, de si cada protagonista vivió o no las épocas de dictadura.
Hace 40 años nuestra democracia era delegativa representativa. Hoy pareciera que nos encaminamos a una etapa en donde ya no se depositaría todo el poder en el gobierno. Pareciera que la ciudadanía tiene otros tiempos. Otras paciencias.
Hasta aquí los gobiernos no se dedicaron a construir a largo plazo, sino a perdurar –ellos-, en el largo plazo. No se dedicaron a la construcción de un país –el nuestro-, sino a construirse. Se arroparon de soberbia y poder. Sin el largo plazo no hay posibilidades de resolver la coyuntura. Seguramente la mejor y más patética imagen de sus yerros es el 44.7% de pobres caminando sus angustias y desesperanzas, en el país posibilitador de alimentos y trabajo. Pero esto último –alimento y trabajo- llega a los necesitados sí y solo sí se planifica.
Los desafíos debieran centrarse en el rescate de los caídos por la mala praxis política hacia el mundo visible del trabajo, mientras tironea y gana la droga como negocio de cooptación del. Entre paréntesis, el mundo reconoce que la guerra contra las drogas ha fracasado tanto en la reducción del consumo como en impedir el crecimiento de su mercado ilegal.
¿Tendrá el presidente Milei capacidad y sabiduría para este rescate imprescindible? Dentro del 62.9% de los jóvenes pobres hubo muchísimos votantes de Milei. El Presidente, ¿contempla cómo darles respuestas y ser trampolín de despegue de sus vidas?
¿Qué pasó con el Presidente que se va y qué va a pasar con el Presidente que llega?
Alberto Fernández llegó como síntesis del peronismo (del kirchnerista y del que no lo era). Cristina Kirchner tenía la mayor cantidad de votos pero no le alcanzaba para ganar las elecciones. Fernández, moderado y crítico severo de su actual vice, garantizaba al peronismo no kirchnerista un equilibrio en el poder. El Presidente tuvo posibilidad de despegar de Cristina y cerrar la grieta en los días aciagos del Covid. Días en los cuales el diputado Negri le decía “comandante”. Días en que Alberto Fernández le decía a Rodríguez Larreta “mi amigo Horacio”. Quiso caminar con un pie en cada orilla de caminos distintos: imposible. Ahí comenzó su parálisis y retroceso, anexado a la fiesta de Olivos, Vicentín y a soportar los desplantes de sus ministros sin renunciarlos. Quiso ser un Presidente normal y no pudo. Fue cooptado primero por Cristina Kirchner y luego por Sergio Massa. Alberto Fernández fue el Presidente que tuvo que surfear adversidades como la pandemia y la sequía, pero principalmente la inflación y Cristina Kirchner .
Javier Milei (y sus metamorfosis). Fue el captador de un cambio que mayoritariamente la sociedad venía solicitando inclusive –veremos-, dispuesta a acompañar los riesgos que ese cambio produciría. Ahora bien hubo un Milei absolutamente outsider, provocador, extremo, soez. Luego caminó hacia una moderación cuya mayor demostración está en su gabinete. Ahí residen dos visiones claramente expresadas por Diana Mondino (dura y libertaria) y Guillermo Francos (negociador y contemporizador).
¿Por cuál de estas versiones se inclinará el nuevo Presidente? ¿O indistintamente irá por una u otra dependiendo de la circunstancia?
¿El presidente Milei ha dejado atrás para siempre sus iracundias, o éstas lo esperan agazapadas cuando los problemas, que son muchos, pongan a prueba su temple?
La sociedad argentina viene abollada y golpeada desde hace mucho. La pobreza duele. El 62.9% de niños y jóvenes pobres interpela con crudeza al Presidente que se va y al que llega. La sociedad toda debe entender que en ellos está mayoritariamente nuestro futuro. Y el remedio no se encontrará sin un Estado eficiente. Es más, algunos creen que la inflación es producto de la pobreza y no al revés. ///
Por María Herminia Grande
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