Desempleo después de los 40, un problema que necesita otra perspectiva
La solución al desempleo de las personas mayores requiere adaptarse al nuevo panorama laboral y sólo parece posible a partir de la capacitación y el abandono de viejos preconceptos
En la mayoría de los avisos clasificados que ofrecen empleos, cinco palabras suelen discriminar a la mayoría de los posibles candidatos: “con experiencia” y “hasta 35 años”.
Si bien para los más jóvenes y sin experiencia ante este panorama el futuro es incierto, para los mayores de 35 las perspectivas parecen aún más oscuras. Y ni que decir de quienes ya superaron los 40 y de un día para el otro se quedan sin empleo.
La mayoría de las personas de más de 40 y menos de 65 crecieron en una época en que no era extraño tener un mismo trabajo toda la vida.
Por eso, tras años de desarrollar las mismas tareas, el perder el empleo no sólo significa quedarse sin ingresos fijos, también implica enfrentarse al preconcepto de que no se sabe hacer otra cosa y que después de los 40 es muy difícil empezar de nuevo.
En un panorama laboral tan complicado como el actual, para la mayoría de estos desempleados volver a conseguir trabajo en el mismo rubro prácticamente va a ser imposible.
Y la situación es aún peor en ciudades pequeñas como Necochea.
Un panorama complicado
Magalí De Benedictis y Vanina Astorgano trabajan en nuestra ciudad en una consultora que hace de nexo entre las empresas y potenciales empleados, señalaron que en los últimos tiempos se ve “una gran brecha entre la oferta y la demanda de trabajo. Cuando realizamos una publicación es llamativa la cantidad de personas que se postulan y eso marca la necesidad que tienen de conseguir un trabajo estable. La gente nos llama, va a la consultora a llevarnos sus CV, insistiendo para tener una oportunidad”.
Magalí remarcó “lo difícil que se le hace a los jóvenes que terminan el secundario para insertarse en el mercado laboral. Inclusive a los que optan por continuar una carrera universitaria, les resulta muy complejo conseguir su primer trabajo. Nosotras tratamos de sugerirles que sigan estudiando o aprendan algún oficio, ya que les da mayores herramientas para poder insertarse”.
Precisó que “cuando surgen puestos de trabajo, en general se valora mucho la experiencia y el conocimiento, ya que las empresas no siempre están dispuestas a invertir en capacitación o no cuentan con el tiempo necesario para formarlos, es por ello que, en general, las personas entre 30 o 35 años corren con ventaja en relación a los más junior, que están comenzando”.
Pero cuando la edad de quienes buscan empleo supera la barrera de los 35 las perspectivas parecen aún más complicadas. “Es verdad que se hace un poco más difícil y ni que hablar para los mayores de 55 o 60 años”, precisó.
“En esos casos sí que es complicado, ya que en general las empresas los prefieren más jóvenes, asociándolo con mayor dinamismo y energía”, concluyó.
Programas de empleo
Romina Casal, quien se desempeña en la Oficina de Empleo del municipio coincidió con que después de los 35 es más difícil conseguir empleo, sin embargo dijo que los más jóvenes también se encuentran en desventaja.
Explicó que la mayoría de los programas de capacitación que se impulsan desde el área están dirigidos a personas de entre 18 y 25 años.
“Hoy la mayoría de los programas que tenemos son para esta franja y apuntan a que en estas edades los jóvenes no tiene experiencia laboral y se produce un círculo vicioso porque si no los contratan nunca van a tenerla”, explicó.
Señaló que cuando los jóvenes superan los 25 se encuentran ante un panorama complicado y que generalmente las demandas de empleo, para algunos rubros, siempre es para mayores de 27 o 28, porque se supone que se trata de personas más responsables.
Si bien explicó que “la desocupación es un problema que afecta a personas de todas las edades”, los más jóvenes “tienen la posibilidad de ingresar un programa de capacitación y realizar prácticas laborales”.
“Por ahí para las empresas es tentador contratar a un joven, porque durante el período de prueba pueden ver si puede cumplir con el trabajo”, indicó.
En cuanto a los mayores de 40, indicó que los pedidos de las empresas y comercios son muy precisos y van dirigidos especialmente a personas con oficio, como panaderos, reposteros, enfermeros o personas para desempeñarse en el área de seguridad, donde se exige especialmente responsabilidad.
“Antes había programas para todas las edades, incluso para mayores de 25 años. Pero fueron dados de baja. Ese es un problema muy grande”, señaló.
Dijo que desde el área de Empleo se trabaja especialmente con los Centros de Formación Profesional, “sobre todo en la franja etaria de mayores de 30 años”.
Opinó que la formación puede ser una alternativa para las personas mayores de 40 que no tienen empleo o que se quedaron sin trabajo. “Les permite capacitarse en algo diferente”, señaló.
Una vuelta de tuerca
Norberto Cafiel es instructor en el Centro de Formación Profesional 402 y tiene entre sus alumnos en el curso de electricidad a varias personas de más de 50 años.
“Yo tengo 52 años y sé lo que es quedarse sin trabajo”, indicó Cafiel, que hace una década perdió un empleo en el que pensaba retirarse.
Sin embargo, afirma que quienes se encuentran en esa situación no deben dejar caer los brazos. “Uno de reinventarse permanentemente”, aseguró.
“El problema del desempleo después de los 40 no es algo nuevo, viene de hace mucho tiempo. Es una cuestión social”, indicó.
Afirmó que existe un preconcepto según el cual “lo que no hiciste a los 40, después no lo podemos hacer”, dijo.
Pero, señaló, “el mundo laboral ha cambiado” y nada impide aprender y capacitarse en algo nuevo.
“Tengo un alumno de 60 años”, dijo Cafiel, que se ha propuesto compartir su experiencia y conocimiento no sólo con los más jóvenes, sino con todos aquellos interesados en aprender.
Puso por ejemplo muchas iniciativas surgidas desde el curso que han tenido impacto en la comunidad y que han sido desarrolladas no sólo por los más jóvenes del curso de electricidad, sino por muchos que ya superaron los 50.
Opinó que si bien en la actualidad muchas empresas no valoran la experiencia, existe una crisis en el ámbito de la capacitación a partir de que no es posible formar a jóvenes si se descarta al adulto más experimentado.
Por indicó que ante el problema de desempleo después de los cuarenta, la única solución “es un cambio de perspectiva”.
Y esto sólo parece posible a partir de la capacitación y la formación para la reinserción laboral de estas personas, en un mundo donde el promedio de vida es de casi 80 años.///
El gran desafío
Según la Organización Mundial del Trabajo (OIT) en 2016, 800.000 argentinos mayores de 45 años buscaron, sin éxito, volver a trabajar.
Aunque algunos lo consiguen (ya sea reinsertándose a través de un emprendimiento o en relación de dependencia), los especialistas sostienen que, por un lado, faltan oportunidades en el mercado laboral argentino para este grupo (la mayoría de las búsquedas están dirigidas a personas más jóvenes); y, por el otro, que hay muchos prejuicios que derribar. Trabajar con las empresas para que cambien su mirada y reconozcan todo lo que esas personas tienen para aportar, es una de las claves.
La desocupación es Argentina es un problema estructural que genera complicaciones e incertidumbre en la población.
Estas dificultades son aún más importantes para personas con más de 45 años de edad, lo que genera inconvenientes para luego acceder a una jubilación o incrementar la misma por encima de la mínima.
Por otra parte, el haber mínimo jubilatorio no es suficiente para garantizar una buena calidad de vida de las personas mayores, por lo que aun accediendo a la misma, hay muchas personas mayores que deben continuar en actividades para acceder a otros ingresos. Lo que, a su vez, puede provocar problemas de salud o agravar cuadros existentes.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en su Informe sobre Mercado de trabajo, principales indicadores (EPH), del Primer trimestre de 2017, los problemas de salud o tratamientos de larga duración comienzan en general a partir de los 40 años de edad, y se incrementan con el tiempo.
Con relación a las dificultades para conseguir empleo por parte de las personas mayores de 35/40 años, el momento en el ciclo de vida es otro aspecto clave en la percepción subjetiva de la desocupación y en la posibilidad objetiva de poder salir de dicha condición.
La edad aparece repetidamente como una restricción clara a poder encontrar nuevamente un empleo. Los estudios etnográficos lo muestran una y otra vez: en el actual mercado de trabajo argentino el tener 40 años siendo hombre o 35 siendo mujer, ya opera como una limitante a poder obtener un empleo.
En el estudio de Kessler (1996), los entrevistados también señalan a la edad como una limitante para encontrar trabajo. Sostienen que algo que para ellos tiene mucho valor, como es la experiencia que da la edad, el saber acumulado por los años, se transforma en su principal “handicap” al momento de buscar empleo.
La vulnerabilidad característica que se deriva de la llamada “crisis del a mitad de la vida” se acentúa en el caso de los desocupados hasta el punto tal de precipitar depresión severa o trastornos psicosomáticos. Al criterio de la edad, se le suma otro, el del nivel educativo, el cual no necesariamente viene justificado por puestos de trabajo que exigen una mayor calificación”.
En conclusión, las personas mayores de 40 años, si bien en su mayoría integran perfectamente el grupo de Población Económicamente Activa, presentan mayor riesgo de exclusión laboral al quedar desempleados, y por lapsos muchos mayores solo por su edad.
Situación discriminatoria que se agrava por otros condicionantes como los problemas de salud, el acceso a la tecnología, el nivel educativo, etc. Para combatir los mercados laborales exclusivos es necesario el accionar del Estado a través de políticas públicas que contemplen específicamente estas situaciones.///