Edificios emblemáticos que acompañaron a varias generaciones
El Hospital Díaz Vélez, los hoteles Vasconia y España, la confitería “La Armonía” y el chalet “La Juanita”, recuerdos de la Necochea de ayer
RAÚL JÁUREGUI
Redacción
Algunos de los icónicos edificios de la Necochea del ayer fueron recordados en el transcurso de la columna semanal basada en el archivo de Ecos Diarios, que forma parte del programa “Desde temprano”, por Ecos Radio.
Varios de ellos ubicados en esquinas estratégicas de la ciudad, acompañaron a varias generaciones de necochenses, siendo demolidos por el avance de la modernidad.

Hotel Vasconia
En la intersección de 59 y 66, donde desde hace años existe un baldío tapiado, funcionó durante años el Hotel Vasconia.
El inmueble, que “tenía todas las habitaciones con balcón o ventana”, según afirmaba la propaganda, había sido diseñado por el arquitecto ruso Salamandekov y tras ser demolido ya hace varias décadas, dejó un enorme hueco en el centro necochense.
“La Armonía”
A dos cuadras de allí, primero en 59 entre 62 y 64 frente al Teatro París, y posteriormente y por muchos años en la esquina de 59 y 62, donde hoy existe un kiosco, funcionó por varias décadas un clásico que sigue en el recuerdo de muchos: la confitería “La Armonía”, un lugar de cita para las familias, gente de negocios y de los turistas, según citaban las propagandas de la época.
El salón contaba con billares, mesas de juego y servicios de lunch, té y banquetes, con actividad desde el desayuno madrugador hasta la trasnoche.
El tradicional café perteneció a la sociedad integrada por Simón Urroz y Víctor Fernández y el final de “La Armonía” llegó en enero de 1977, cuando cerró definitivamente sus puertas.
Si bien tiempo después otro emprendimiento comercial intentó recuperar aquel tradicional nombre y existió durante años en la misma esquina, ya nada quedaba del viejo “La Armonía”.
En un artículo publicado el 18 de enero de ese año, Ecos Diarios señalaba que el cierre de la confitería “trasciende el marco comercial, porque ese establecimiento era parte de nuestras costumbres”.

Díaz Vélez, el primer hospital
En la continuidad de la columna se dio cuenta que en el predio en el que desde hace varios años funciona el Hospital “Domingo Taraborelli”, estuvo por muchos años el primer hospital de Necochea: el Díaz Vélez.
Poco tiempo después de la fundación de la ciudad, la Sociedad Protectora de los Pobres forjó la creación del nosocomio, que desarrolló su labor hasta fines de la década el 40.
El nombre de Díaz Vélez fue impuesto en agradecimiento a las tierras donadas por Carlos Díaz Vélez, descendiente del prócer de la independencia argentina, Eustaquio Díaz Vélez.
El 18 de diciembre de 1950 la Sociedad de Beneficencia decidió el abrupto cierre del nosocomio. Ese fue el último día de actividad.
De allí en más el edificio quedó abandonado, pasó por una instancia judicial y hasta un remate; y finalmente se empezó a demoler a fines de 1979.
Un artículo de Ecos Diarios del miércoles 26 de diciembre de ese año hacía referencia a la demolición del Díaz Vélez, al decir que “este pedazo ya moribundo de la historia de nuestra ciudad ha sido condenado a la desaparición por el paso inexorable del tiempo, que lo ha llevado a una situación permanente de posible derrumbe, razón por la cual la Municipalidad de Necochea ha comenzado días atrás su demolición.
Gran Hotel España
En pleno centro de la ciudad, en las primeras décadas del siglo pasado funcionó en la esquina de 64 y 63, que hoy es un terreno libre, el Gran Hotel España.
El establecimiento, perteneciente a la firma Zubillaga-Zubigaray contaba con 33 habitaciones bien amuebladas y un salón comedor con capacidad para más de 120 comensales.

La Juanita
Una de las últimas demoliciones de edificios emblemáticos se produjo en 1996 y se trató del chalet “La Juanita”, de presencia señorial en la esquina de 59 y 46, donde luego se construyera la estación de servicio que mantiene su nombre.
El inmueble fue propiedad de la familia Bussio y con el correr del tiempo, se vendió la propiedad y llegó la demolición
Molino Quequén
Si bien aún quedan vestigios de lo que fue, pero inutilizado y vandalizado desde hace años, en 59 entre 14 y 16 se observa lo que fueron las instalaciones del Molino Quequén, que en su momento significó uno de los establecimientos industriales más importantes de la ciudad, en este caso operando con gran parte de la producción agraria regional.
El emblemático edificio comenzó a construirse en 1884 y fue fundado por la vieja Sociedad de Fomento, que giraba con el nombre de Sociedad Anónima Molino Quequén.
Luego fue vendido a empresarios de apellido Morixe para posteriormente ser adquirido por la compañía Molinos Harineros y Elevadores de Granos Río de la Plata SA, que lo explotó durante muchos años.
Su ocaso comenzó en marzo de 1949 con el despido masivo de empleados y clausura de la planta, en una decisión empresarial ante medidas dispuestas por el gobierno sobre la explotación de granos, que no justificaban su continuidad para solo abastecer al mercado interno.
A fines de julio de 1955 se comenzó a desmantelar la planta baja del edificio, que de allí en más quedó abandonado y se fue destruyendo en actos vandálicos y algún incendio.
El inmueble fue adquirido en julio de 2006 en un remate por el Centro de Acopiadores de Cereales Zona Puerto Quequén, que oportunamente presentó un interesante proyecto, conservando la fachada histórica, pero todo continúa igual hasta hoy.
La columna completa se puede escuchar en el Spotify de Ecos Radio.
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