El anfiteatro cumplió 55 años
Construido para recibir al Festival Infantil, se estableció también como escenario de grandes momentos del folclore y el rock. Hoy sufre el abandono
Asociado por décadas al Festival Infantil, que le brindó sus primeras ovaciones, el anfiteatro del parque Miguel Lillo sin embargo se ganó en sus 55 años de vida el derecho a sentirse de todos. Se estableció también como escenario de grandes momentos del folclore, el rock y hasta el trap, abriendo sus puertas a todas las propuestas artísticas. Lamentablemente, apagado por la pandemia, hoy se encuentra en silencio, abandonado y lejos del brillo de otros veranos.
De acuerdo a datos recabados en el archivo de Ecos Diarios, en noviembre de 1959, la Comisión Municipal de Turismo presentó al vicegobernador Dr. Crosetti, la iniciativa de construir un anfiteatro. Las gestiones fueron muchas, y el inicio de obra se fue demorando. A comienzos de septiembre del año 1963 se informó que la Dirección Nacional de Turismo, dispuso la inversión de distintas sumas, en cumplimiento de un plan promocional y se le acordó a la Municipalidad local 2,5 millones de pesos como contribución para la creación del anfiteatro infantil en el parque. En febrero de 1965, la obra, a cargo de la empresa Tomagra y Sastre marchaba a buen ritmo, contaba con un presupuesto de $3.464.000.
Tarde inaugural
El anfiteatro fue finalmente inaugurado el 12 de diciembre de 1965, en el marco de la apertura de la temporada turística de verano. En el acto tomó la palabra el intendente Edgardo Hugo Yelpo y el primer espectáculo estuvo a cargo de la Banda Municipal de la ciudad de Mar del Plata. Fue una noche especial en el parque de Villa Díaz Vélez, ya que también se inauguró la fuente luminosa que fue construida a la par.
Para el anfiteatro, la primera noche de gala, sería el 5 de enero de 1966, con la inauguración del quinto Festival de Espectáculos para Niños. A las 19.30, el primer espectáculo en subir al escenario del parque fue el Teatro Experimental de Zárate con la obra titulada “A nuestro director le duele la cabeza”.
No sería hasta algunos años después que el anfiteatro sería bautizado como Pedro Arozarena, en honor a una de las figuras más importantes de la cultura local. Fue maestro, integró la presidencia de la Asociación Amigos del Parque, formó parte de la creación del teatro escolar criollo y hasta la presidencia de la Biblioteca Popular Andrés Ferreyra, siendo además, uno de los primeros colaboradores en la redacción de Ecos Diarios.
Iconos culturales
Difícil enumerar a todos los grandes artistas que han pasado por tus tablas pero si referenciar algunos momentos que quedaron grabados en nuestra historia para dimensionar lo que el anfiteatro ha significado como escenario.
Por ejemplo, en febrero de 1975, Sui Generis presentó su disco “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones” que había publicado escasos meses antes. En ese mismo verano, pasaron más bandas icónicas del rock nacional como Pappos Blues y Vox Dei. También lo hizo Invisible, agrupación liderada por Luis Alberto Spinetta, que había lanzado Durazno Sangrante a fines de 1975.
Pero no todo pasaba por el rock, claro está. Mercedes Sosa realizó un recordado show en 1973 y una formación de Los Plateros lo hizo en 1972. También a mediados de los 70, la actriz Perla Santalla presentó un unipersonal. En enero de 1984 lo hizo el uruguayo Alfredo Zitarrosa y febrero de 1989 subieron al escenario “Los Chalchaleros”, el popular grupo folclórico liderado por Juan Carlos Saravia. También pasaron Los Quilla Huasi, Jaime Torres o Los Carabajal, hace un par de años, en la Fiesta de la Tradición Gaucha.
Otro momento recordado ocurrió en 1985 cuando un joven Fito Páez estrenó “Yo vengo a ofrecer mi corazón” junto al «Chango» Farías Gómez. En todos los casos, superando la capacidad original de 1.500 espectadores, llegando dicen las crónicas hasta los 3.000.
20 años
En los últimos 20 años, muchos momentos están más frescos en la memoria. De la mano del rock, reluce el Festival del Bosque que en enero de 1998 presentó una cartelera estelar. A lo largo de 11 noches pasaron Los Cafres, Molotov, Karamelo Santo, Bersuit Vergarabat, Viejas Locas, Catupecu Machu, Las Pelotas, Babasónicos, Illya Kuryaki, Fabiana Cantilo, Man Ray, Pappo y Almafuerte, entre otros.
En 2004 se concretó el primer Necochea Bosque Jazz, que tuvo varias ediciones, siempre con una propuesta de shows gratuitos para un sonido especial en un marco ideal. Las nuevas ondas musicales también tuvieron su espacio. En 2019, en enero, se realizó el KOliseo, la movida urbana de free style que congrega a cientos de jóvenes, mientras que en octubre, en el marco de los festejos por el 138° aniversario de Necochea, el anfiteatro desbordó con la actuación de FMK, el reconocido exponente local del trap que brilla fuera de la ciudad.
Tantas estrellas, desde todos los ámbitos, tantas canciones y momentos parecen apagarse hoy en la decadencia. En la decrepitud de las instalaciones y con la pandemia como excusa perfecta. Es un gigante dormido por el arrullo del viento en las copas de los árboles. La expectativa es que pronto los aplausos reemplacen a la mugre y las hojas secas de ese histórico escenario de nuestra cultura. ///