El ARA Alférez Sobral y su vínculo con Necochea: una despedida en las profundidades del Atlántico Sur
El ARA Alférez Sobral, emblema de la valentía naval argentina durante la Guerra de Malvinas, fue finalmente hundido en alta mar este lunes 19 de mayo. La operación, realizada como parte de un ejercicio naval, tuvo lugar a unas 90 millas náuticas al SSW de Necochea, en la posición 39°54´S y 59°30´W. Para nuestra ciudad, este desenlace no es solo una noticia nacional: es también una despedida cercana, casi íntima, de un buque que en más de una ocasión nos visitó, dejando una huella profunda en la memoria colectiva local.
El Sobral no fue una embarcación más. En la noche del 2 de mayo de 1982, mientras intentaba rescatar a dos pilotos eyectados, fue brutalmente atacado por helicópteros británicos. Ocho tripulantes, incluido su comandante, el Capitán de Corbeta Sergio Raúl Gómez Roca, perdieron la vida. Su sacrificio convirtió al buque en un símbolo de coraje y compromiso con la patria.
En Necochea, ese símbolo fue palpable en varias oportunidades. La más recordada fue en mayo de 2014, cuando el Alférez Sobral amarró en el puerto local con motivo de un nuevo aniversario del conflicto del Atlántico Sur. Fue recibido con honores y abierto al público, permitiendo a vecinos y veteranos reencontrarse con un pedazo vivo de la historia nacional. En aquella ocasión, no fueron pocos los que subieron a bordo con emoción en los ojos, algunos para rendir homenaje, otros para contar historias, y muchos para escuchar en silencio.

Pero no fue la única visita. En diversas fechas vinculadas a la Armada Argentina y conmemoraciones locales, el buque formó parte de formaciones navales o fondeó en nuestras aguas, cultivando un lazo con Necochea que, aunque informal, se tornó entrañable. Era, para muchos, el barco de Malvinas que volvía a puerto, no como un museo flotante, sino como presencia viva de una gesta nacional.
Lamentablemente, los años de servicio y la falta de mantenimiento hicieron mella. Amarrado durante años en la Base Naval Mar del Plata, su casco corroído reflejaba la misma desidia que frustró los múltiples intentos por convertirlo en museo. Se barajaron destinos como Santa Fe, Ushuaia o Santa Cruz. Todos naufragaron frente al olvido presupuestario.

Su inclusión en una lista de subastas el 10 de septiembre pasado encendió la alarma pública. Solo entonces, y ante la presión social, el Ministerio de Defensa y la Armada Argentina cancelaron la venta y dieron un último plazo para su preservación. El silencio, otra vez, fue más fuerte.
Este lunes, el ARA Alférez Sobral zarpó por última vez, en silencio, remolcado por el ARA Puerto Argentino. Lo escoltaron el ARA Bahía Agradable, la corbeta ARA Espora y el patrullero ARA CL Cordero. En un giro poético, su tumba marina no estará tan lejos de las costas que supieron recibirlo: frente a Necochea, a unas 90 millas mar adentro.
El mar lo guarda ahora. Pero Necochea —que lo conoció, lo admiró y lo honró— también guardará su memoria. Porque aunque no haya muelle que lo sostenga, el Sobral sigue amarrado al corazón de esta ciudad costera, como testimonio del valor de quienes lo tripularon y de la historia que se negó a hundirse en el olvido.
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