El compromiso de la comunidad educativa
La Escuela Secundaria Nº 13, ubicada en una barriada importante de Quequén, tuvo que lanzar un bono contribución para renovar los pizarrones porque ya apenas se pueden utilizar de lo gastados que están. Además, pretenden con lo que sobre comprar útiles para los chicos, hojas, carpetas, lápices, lapiceras porque muchos llegan a la escuela con escasos materiales para trabajar.
En muchos casos, son los mismos profesores los que hacen colectas para que alumnos tengan hojas y biromes para escribir, pero ahora se decidió desde la misma institución poner en marcha una iniciativa solidaria que involucre a la comunidad para comprar lo que haga falta.
Es increíble que además de todo lo que tienen que hacer los docentes, tengan que ocuparse también de este problema, aunque no es la primera vez que lo hacen. Históricamente han sido las cooperadoras de padres, donde también se involucran los maestros, los que resuelven estas carencias.
Sin embrago, no todas las escuelas tienen una cooperadora fuerte y en eso también está esta comunidad de Quequén, tratando de formar su propia entidad de padres, pero no es algo que se logre de forma inmediata.
En el establecimiento, funciona también la Escuela Primaria Nº 31 que con esfuerzo, pintó el frente del edificio y ahora la secundaria quiere también aportar su granito de arena.
Estas son las cosas que pasan todos los días en las escuelas y que alguien debe resolver, casi siempre quienes están en el último escalafón de las responsabilidades, padres, chicos, profesores, directivos. Mientras que quienes tienen verdadera responsabilidad en el funcionamiento del sistema educativo se ocupan de hacer grandes discursos acerca de la importancia de la educación, la inclusión, el cumplimiento de los días de clases, la presencialidad, las peleas interminables con la oposición, pero nada más.
Por supuesto que es importante que se cumpla la presencialidad y los benditos 180 o 190 días de clases, pero si no se cumplen las condiciones básicas para enseñar y aprender es muy difícil hacerlo. Y el problema no sólo son los útiles, también son las zapatillas y ni hablar del estado de los edificios. Pese a que el Consejo Escolar trabaja para solucionar las reparaciones menores, en más de un caso hacen falta obras de refacción integrales de envergadura, sobre todo de techos, que requieren sí o sí el aporte de la Provincia. Y a decir verdad, las obras están llegando a cuentagotas.
Por un lado, hay que destacar el compromiso de la comunidad educativa de la Secundaria 13 que se puso al hombro esta campaña y de los docentes que recorren las escuelas vendiendo bonos para juntar el dinero, ni más ni menos, que para los chicos. Por otro lado, es triste que no tengan pizarrones en condiciones o que los chicos no tengan útiles para concurrir a clases. Ojalá alguien de los que tienen responsabilidades, escuche estas necesidades y actúe en consecuencia.///