El Consorcio dejó de lado su histórico lazo con la comunidad
Indiferencia. El presidente Jorge Alvaro viene despreciando el trabajo de anteriores gestiones que vincularon al Puerto con la sociedad en general
Enhebrados a lo largo de la historia el Puerto y la ciudad de Necochea-Quequén han tenido un crecimiento paralelo y vinculante a la vez, en este último caso principalmente siendo la base económica para cientos de familias que se han desarrollado a través de la potente actividad portuaria.
Ya en tiempos del Consorcio de Gestión, y sobre todo en los últimos años, a partir de la presidencia de Ernesto Costanzo los distintos titulares del ente fueron hilvanando una relación más directa con la ciudad, apuntalando con obras y eventos a su crecimiento.
A través del programa Puerto-Ciudad, y con la correspondiente autorización y anuencia de los sucesivos intendentes el Consorcio fue traduciendo su apoyo en obras. Primero con la mejora de todo el entorno de las escolleras, con un artístico mural incluyendo miradores, la iluminación de los silos y un paseo gastronómico en cercanías de la de Necochea; a lo que se sumaron intervenciones en la costa de Quequén, y se acordó el arreglo y asfalto en las calles de ingreso al Hospital Irurzun y algunos establecimientos educativos de Quequén y el patrocinio de diferentes eventos. En cuanto a las obras de infraestructura portuaria en sí para destacar el contrato del calado y la adjudicación del sitio 0.
Además de estas obras visibles, el ente portuario dio respuestas con subsidios y entrega de elementos a las necesidades de entidades intermedias o de bien público.
Con esta manifiesta conjunción el Puerto cobró presencia en la sociedad, terminando en cierta forma con aquellos comentarios en contra de su real aporte a la ciudad, quedando a un lado las críticas que el puerto no deja nada y su operatoria produce roturas de asfalto y malestar a los vecinos de Quequén.
Vuelta de timón
La polea de realizaciones que las anteriores presidencias del Consorcio de Puerto Quequén se encargaron de aceitar, de un plumazo fueron quedando de lado al asumir Jorge Alvaro, un inexperto total en temas portuarios, sin otro pergamino que su relación de épocas juveniles con el extinto Néstor Kirchner.
Desde su asunción, el 17 de noviembre del año pasado, el veterano militante político, que reside en Mendoza y es desconocedor absoluto del manejo de un puerto, dio vuelta de timón al programa de integración llevado a cabo por sus antecesores.
En este periodo Alvaro, que ha pasado más días en la provincia cuyana que en Necochea, dejó a un costado el programa Puerto-Ciudad, limitándose a seguir solamente con lo ya pactado por su antecesor en el cargo, Arturo Rojas, en cuanto al asfaltado de las arterias de acceso a las escuelas, aunque no a un gran ritmo.
En un reportaje concedido a Ecos Diarios a principios de su gestión, el presidente portuario aseguró: “Mientras dure la pandemia, todos los esfuerzos del Puerto hacia la comunidad estarán dirigidos hacia la salud”, y como frase inmediata agregó: “Lo otro tiene que ver con la política, mostrarse, y en lo personal quiero que se me perciba como una persona de trabajo en grandes cosas”.
Una gran caja pero…
Las frases de Alvaro se asemejaron a una especie de declaración de principios de lo que luego haría, pero ni siquiera cumplió con un real apoyo al castigado sistema sanitario de la ciudad, que debió y debe pelearle a la pandemia de Covid con la prevalencia neta de lo público.
En tal sentido, las donaciones de un Puerto que ha manejado $ 3.500.000.000 en el último año y medio con una rentabilidad más que interesante, no donó mucho más que un esterilizador, alcohol en gel y barbijos. Poco y nada para una “empresa con superávit”, tal cual la calificó el propio Jorge Alvaro en aquella nota con Ecos Diarios.
Claro que en este abandono a la ciudad también tiene que ver la política desarrollada por el gobernador Axel Kicillof, al que poco le interesa el trabajo que viene desarrollando la persona que puso al frente del Consorcio.
Asimismo, sin directa relación en estas decisiones pero sin defender los derechos del lugar en el que viven y se desenvuelven, no ha existido una debida demanda para modificar la situación por parte de los integrantes el directorio del Consorcio, a saber: Oscar Morán, gerente general; Daniel Monjes y Artemio Zufriategui, representando al sector sindical; Alejandro Gallego, a los exportadores; Mario Goicoechea, en representación de los prestadores de servicios; Daniel Arce, representando a concesionarios y permisionarios; Carina A. González, a los productores primarios y Juan Carlos Peralta, en nombre de la Municipalidad.
El anhelo de construir un nuevo puente que sustituya al derrumbado Ezcurra, para lo cual se cuenta con el proyecto y que el actual titular del ente portuario ha dicho interesarle sobremanera, parece algo imposible de ser realidad.
Con solo ver que la actual gestión ni siquiera mantiene en condiciones el camino de la avenida 2 hacia la escollera, está la respuesta.
Según algunos operadores portuarios Alvaro es un ave de paso por Necochea y ha demostrado que poco y nada le interesa que progrese. Lo real, es que ha quedado de lado una relación del Consorcio con la comunidad que ésta apreciaba y valoraba fuera de toda connotación política.