El desafío de avanzar y no dejar de ser solidarios
El Centro de Jubilados de Quequén cumplió 33 años en octubre pasado. En el marco de la generalizada crisis económica, la institución apunta a mantener su edificio y recuperar la personería jurídica
“Estamos con varios proyectos solidarios, que me parece que también es una de las funciones que tienen que tener los centros de jubilados”, afirmó Daniel Argibay, presidente del centro que funciona en la calle 519, en Quequén.
Ayer realizaron un espectáculo a beneficio de una murga y en los próximos días realizarán otro para ayudar a un grupo de madres y también para jugar alimentos para Navidad.
El Centro de Jubilados de Quequén, como todas las entidades dedicadas a las personas de la tercera edad, se encuentra atravesando grandes dificultades debido a la situación económica.
“Estamos tratando de mantener la infraestructura. Al ser un lugar muy grande, esto implica una serie de costos que hasta ahora hemos logrado solventar”, dijo Argibay, que preside la comisión directiva de la entidad.
Indicó que este año “hicimos la parte de la vereda, que se rompió para hacer una entrada de autos”.
Además explicó que “se hizo toda la parte eléctrica del quincho y los baños” a partir de la colaboración de profesores y alumnos del Centro de Formación Profesional 402.
“Limpiamos todo el frente, pintamos puertas y tratamos de dejarlo de la manera posible”, dijo Argibay respecto a los trabajos realizados este año en el edifico que décadas atrás pertenecía al Club Taponazo.
“No es un momento fácil”, indicó Argibay. “Inclusive por esto de los aumentos algunos artistas que teníamos programados se bajaron”.
Eso obligó a suspender varias fiestas programadas. “Si bien el costo del salón es barato, los costos son elevados”, dijo Argibay.
“Nosotros no alquilamos nuestro salón para usufructuar, nadie saca un peso. Lo que hacemos con ese dinero es mantener el lugar, para el socio y la gente que viene”, afirmó.
Pero repitió que “el lugar es muy grande” y que debido a la inflación “es cada vez es más complicado”.
“A la mayoría de los centros de jubilados les pasa exactamente lo mismo. Los costos son altísimos y por más entusiasmo que pongamos y la colaboración de los socios, mantenerse realmente es muy complicado”, afirmó Argibay.
“Todos los centros de jubilados siguen trabajando, porque más que nada son un lugar de encuentro”, comentó.
Trabajo en equipo
Argibay explicó que en el Centro hay actividades de lunes a viernes. Hay clases de folclore, gimnasia, yoga y bachata.
“Además de los encuentros solidarios, las fiestas que se hacen para alquilar y mantener el lugar”, precisó.
Y afirmó que todo esto es posible a partir del trabajo de los miembros de la comisión, que trabaja desinteresadamente para mantener el edificio en las mejores condiciones. “La cantidad de socios que tenemos es mínima. Nosotros todavía estamos con el tema de la personería jurídica, con el que hace tres o cuatro años venimos luchando”, afirmó Argibay.
“La verdad es que no podemos destrabar por algunas cuestiones que tienen que ver no con esta gestión sino con las anteriores”, explicó.
“Si tuviéramos la personería jurídica, tendríamos una serie de beneficios que vendrían para el centro de jubilados, que hasta este momento no tenemos. Inclusive podríamos tener algunos subsidios. Esperemos que el año que viene la podamos lograrlo”, dijo Argibay.
“Somos un grupo muy unido. Trabajamos con mucho entusiasmo y cariño”, afirmó. “Hay que seguir, porque este es un lugar muy hermoso”.
Con historia
El centro fue creado en octubre de 1990 y años más tarde llegó a tener 600 asociados. Pero los vaivenes económicos y diversos factores hicieron que para 2002 sólo quedaran 200 socios.
Para 2010 la entidad contaba con apenas 30 socios y las condiciones de la sede de la calle 519 entre 556 y 558 eran críticas.
Sin recursos económicos y ningún tipo de subsidio, el Centro debió hacer frente al difícil momento institucional y edilicio.
En sólo dos años se logró refaccionar el edificio y se pudo hacer nuevos socios. Para 2012 el número socios alcanzó a los 300, lo que demuestra la capacidad de recuperación que siempre han tenido los jubilados quequenenses.
El centro funciona desde su creación en un edificio histórico de Quequén, la sede del Club Taponazo.
Precisamente, el último presidente del club, Arturo González, fue el primer titular del Centro de Jubilados y Pensionados de Quequén y en su momento logró el traspaso del edificio a la nueva entidad.///
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