El folklore en una etapa de renovación generacional
Existe un importante movimiento de peñas y grupos musicales, pero son pocos los que se dedican a la formación y cuesta mucho atraer a niños y jóvenes
“Hay que abrir el juego para que no nos pase esto de estar en la duda si tenemos futuro o no”, dice Carlos “Chino” Ibarguren, líder desde hace varias décadas de la banda folklórica La Peñaloza.
“Hoy pasa en Necochea que hay mucha gente en el folklore. Hay muchas peñas pero hay pocas escuelas”, señala Lucas Goyeneche, quien dirige la Academia Folklórica Mariano Necochea y el grupo coreográfico Lamequén de Lobería.
A diferencia de lo que ocurría hace 50 años, en pleno furor del folklore, cuando la mayoría de las peñas contaban con escuelas para formar a sus futuros bailarines, eso no ocurre en la actualidad.
“A los chicos es difícil enseñarles, porque hay que enseñarles jugando y lleva mucho tiempo”, dijo Silvina Corvalán, de la peña El Ombú.
Esta agrupación que cumplió recientemente 60 años, tiene uno de los más grandes semilleros de la ciudad. Treinta chicos de 2 a 14 años concurren a las clases que brindan Corvalán y su esposo Emilio Cajaravilla.
Apostar a la juventud
“No es fácil atraer a la juventud. Pero uno sigue intentando y apostando a la juventud”, afirma Lucas Goyeneche, que comenzó a bailar hace 30 años, cuando tenía 10.
Tras hacer el profesorado, bailar en la agrupación Huellas Argentinas de Mar del Plata y en varias peñas locales, Goyeneche comenzó a dirigir el grupo coreográfico Lamequén de Lobería.
“Después de la pandemia formamos la Academia Folklórica Mariano Necochea que funciona en la Escuela Nº 6”, explicó Goyeneche.
Desde la creación de la agrupación el profesor buscó trabajar con jóvenes. “Siempre he apuntado a los jóvenes y a los niños, para que el folklore siga vigente”, señaló.
“Hoy pasa en Necochea que hay mucha gente en el folklore, pero gente grande. Hay muchas personas mayores que deciden acercarse al folklore porque es un ambiente lindo, familiar, donde se puede compartir viajes, peñas y todo lo que genera esta cultura del folclore”, señaló.
“Cuando yo era chico había muchas escuelas. En las peñas había profes que enseñaban a bailar a niños y a jóvenes. Hoy no somos tantos los que enseñamos. Hay muchas peñas, pero hay pocas escuelas”, opinó.
Y dijo que “no es fácil atraer a la juventud”. Sin embargo, piensa que “los jóvenes tienen que tener un lugar, para que el folklore siga vivo. Porque cuando la gente grande ya no esté, alguien tiene que seguir con esto”.
Indicó que además de su academia, El Ombú, Añoranzas y Andanzas, no hay muchas más que tengan niños y adolescentes en sus grupos de baile.
Y señaló que el cambio comenzó en 2001, cuando comenzó a decaer el número de bailarines de las agrupaciones de finales del Siglo XX. “En el 2008 arrancó mucha gente grande, gente que tenía al folklore como algo pendiente”, recordó.
Goyeneche afirma que el folklore “no va a morir porque hay una movida importante, pero falta gente joven”.
Tiempo de cambios
Silvina Corvalán se formó en El Ombú, la peña formada en 1963 por Abundio Lezcano y luego dirigida por más de 40 años por Miguel Trobo.
Tal como sus maestros Silvina y su esposo Emilio continúan con la tradición y tiene 30 alumnos de entre 2 y 14 años.
“El Ombú siempre tuvo chicos, pero no todas las agrupaciones tienen”, dijo Silvina. “A los chicos es difícil enseñarles, porque hay que enseñarles jugando, sino no se enganchan. Lleva mucho tiempo formarlos”.
Además, es muy difícil atraer a los chicos. “Las redes sociales han cambiado todo. No ves chicos andando en bici, jugando a la pelota, se lo pasan con los celulares”, opinó Silvina.
Lo mismo piensa Héctor Lezcano, hijo de Ismael Lezcano y sobrino de Abundio, creadores de la peña El Ombú. “Hay muchas cosas, que la computadora, que el celular… Entonces resulta difícil atraer a los chicos”, opinó este bailarín y profesor de profesores.
Ya retirado, a los 75 años Lezcano sigue vinculado a las danzas folklóricas por pura pasión. Lidera el grupo Unidos por la Danza que todos los años representa a Necochea en el tradicional evento “El Gran Pericón Nacional”, que se realiza en Mar del Plata.
Según Lezcano, hay varios factores que han llevado a que sean pocos los niños que se suman a las clases de folclore. Pero opina que una de las principales es la gran cantidad de opciones que tienen los chicos de la ciudad.
“En el interior no hay tantas opciones y es diferente. Una de mis alumnas es profesora en San Cayetano y tiene 30 niños, desde dos años. Es otra cosa”, explicó.
También cree que la falta de formadores es otro de los factores que inciden en este momento de las danzas folklóricas en la ciudad.
Por ello opina que “son los semilleros de hace 50 años los que apuntalan el folclore en la actualidad”.
Lezcano puntualiza que su grupo está integrado por ocho parejas que hacen baile tradicional y estilizado con raíz folclórica. “Nos presentaremos el 11 y 12 de noviembre en los actos que se realizará en la Plaza Dardo Rocha por el Día de la Tradición”, explicó.
En transición
“Creo que nos está faltando raíz. Estamos tocando chacarera como si fuéramos santiagueños y la verdad es que no debería ser así. No se está experimentando y no se está estudiando”, dijo Carlos Ibarguren, más conocido como “El Chino”.
Surgido en el rock en los 80, El Chino estuvo vinculado al folklore desde niño y en las últimas décadas integra La Peñaloza, uno de los grupos folklóricos de mayor trayectoria en la ciudad y la región.
“Por suerte en la ciudad todavía hay gente que está en el folclore desde hace décadas, como Luisito Arce, el Chango Fiscina o Miguel Trobo con la danza”, dijo Ibarguren.
Dijo pertenecer al grupo de músico “del medio”, la transición hacia los que vienen surgiendo. “Del lado de la danza creo que el folklore está perdiendo la parte formativa. Antes las peñas tenían mucho piberío, mucho chiquito que en 10 años iban a armar el ballet. Eso está faltando”, opinó.
“Está Lucas Goyeneche, Andrea Lerra en Los Amigos de la Tapera y algunos otros, pero no hay tanto como había antes”, indicó.
Ibarguren opinó que “estamos bailando y cantando por osmosis, pero no se está estudiando”.
“Acá hay muy buenos formadores, pero no se les está dando lugar. No se les da la importancia que han tenido siempre. Por ejemplo, Oscar Vallejo o Celia Rodríguez”, dijo El Chino.
Cree que el fenómeno no sólo es local: “es general, pero acá se profundiza más. En otras ciudades hay formadores, muy de base y muy serios”.
Ibarguren cree que es parte de un recambio generacional, que “como todo tiene sus pros y sus contra, pero está bueno que haya”.
En lo que a música folklórica se refiere, Ibarguren sostiene que “si vamos a buscar responsables creo que son las grandes compañías que en los festivales siempre ponen a los mismos 10 cantores famosos y no les abren las puertas a los que vienen empujando de abajo”.
“Ahora patalean porque el cuarteto y la cumbia les vienen pisando el poncho. Pero ellos son los que no han abierto la puerta a los nuevos valores. Y hay muchos y buenos”, dijo Ibarguren.
“Eso sumado a que hay mucha gente cantando con computadora. A veces vas a festivales y parece un locutorio. Está lleno de computadoras y no ves ni a un músico”, indicó.
En el orden local dijo que hay una renovación con exponentes que se están consolidando “como los grupos Clavija sachera o Alma Pacha y gente que está trabajando muy bien como Juan Emilio Mastrolorenzo”.///
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