El lastre de la inflación
El único responsable de que éste sea un país inflacionario es la sucesión de políticos que priorizan mantener el despilfarro estatal
Es increíble que en la Argentina todavía no hemos superado el debate acerca de la inflación y todos los años volvamos a la misma preocupación de siempre sobre las presiones inflacionarias. Luego de un año en el que la mayoría de las actividades se encontraban totalmente paralizadas, por las medidas restrictivas de confinamiento llevadas adelante por el Gobierno, la inflación mostró una desaceleración anual de casi 20 puntos porcentuales si lo comparamos con respecto a los años previos a la pandemia. No obstante, festejar que en un año en particular la inflación haya sido menor que en otro contexto, es bastante absurdo si consideramos que nuestro país sigue siendo uno de los países más inflacionarios del mundo.
En primer lugar, repasemos algunos datos. La Argentina es el único país de la región, sacando Venezuela, que presenta una inflación acumulada de dos dígitos. El año pasado, la inflación fue de un dígito en países como Uruguay (9,4%), Brasil (4,5%), Chile (3,0%), Paraguay (2,2%), Bolivia (2,2%), Perú (2,0%); en tanto nuestro país cerró con una inflación del 36,1 por ciento. Es más, si vamos a la inflación acumulada de los últimos 5 años vemos que en nuestro país ésta superó el 437%, mientras que en Uruguay fue del 48%, en Brasil del 24%, en Bolivia del 12%, en Paraguay del 18%, en Colombia del 14%, en Chile del 14% y en Perú del 11%. Es decir, lo que nosotros acumulamos de inflación en un año, muchos de nuestros vecinos ni siquiera llegar a acumularlo en 5 años.
Por último, si medimos la inflación de los últimos 10 años vemos que ésta fue del 1742% en Argentina cuando en Uruguay fue del 122%, en Brasil del 74%, en Bolivia del 45%, en Paraguay del 43%, en Colombia del 44%, en Chile del 36% y en Perú del 32%. Cabe ser redundante que la inflación acumulada de Chile de los últimos 10 años fue igual que la que acumulamos, celebrando con bombos y platillos, sólo en 2020.
Sesenta años de déficit fiscal
La razón por la que poseemos una inflación tan alta es la misma por la que nuestro país no crece desde el 2011, y, por la que el desempleo y la pobreza alcanzan los dos dígitos. El único responsable de que Argentina sea un país inflacionario es la sucesión de políticos que priorizan mantener el despilfarro estatal que ajustarse los cinturones. Es una realidad que la Argentina acumula 60 años de déficit fiscal anual.
Si un Gobierno gasta más de lo que le ingresa, puede endeudarse, emitir dinero, vender reservas, vender activos reales o subir impuestos. El proceso inflacionario sólo se explica por la creación de dinero.
Cuando el Gobierno inyecta pesos que nadie desea a la economía, está directamente corroyendo el valor de la moneda. Volvamos a los datos y observemos la estrecha relación entre ambas variables; en la Argentina entre el 2007 y el 2014, la expansión de la Base Monetaria se encontraba en un 25% de promedio anual, mientras que la inflación en esos mismos años también fue del 24 por ciento.
Cuando se prende la maquinita de impresión de dinero se crea la ilusión de que se puede consumir por encima de las posibilidades. Empero, al haber más dinero para competir por la misma cantidad de bienes, luego se traduce en un aumento generalizado del nivel de precios.
Por ejemplo, si en la economía circulan 5 termos y $5, el individuo con $1 podrá adquirir 1 termo. Ahora, si el gobierno duplica la cantidad de billetes, pero la cantidad de termos es la misma, para comprar un termo tendrá que pagar 2 pesos. Los precios aumentan porque el valor del peso cae por el exceso de impresión de la moneda. La inflación aparece cuando el poder de compra de la moneda cae.
El único responsable
Naturalmente, el único responsable de que el valor de la moneda caiga es el Estado, que prefiere congelar los precios y salarios, culpar a los empresarios, prohibir las exportaciones e importaciones, entre otras estrategias, en vez de reducir el gasto público. Es más, todas estas políticas, que jamás contribuyeron a bajar la inflación, castigan a la producción. Por lo que, con el tiempo, favorecen el desabastecimiento de esos productos, generando escasez.
Lamentablemente, ya a esta altura, debería ser más que una obviedad el efecto que posee el incremento de la cantidad de dinero sobre el valor de la moneda, cuando la demanda de dinero se mantiene invariable. Es una preposición sintética a priori verdadera, es decir, no se deriva de la experiencia, sino del conocimiento reflexivo. No obstante, en la Argentina continuamos apelando a las mismas falacias de que la inflación es multicausal; generada por determinados sectores; festejando que haya sido unos magros puntos porcentuales más baja; etc.
Otra vez, en los próximos meses se va a estar hablando de la aceleración de la inflación que se proyecta va promediar entre el 3% y el 4% mensual y va a superar holgadamente el 29% presupuestado; cerrando el año entre el 40% y el 50% de inflación anual. Esto, luego de que en 2020 se haya emitido a un ritmo diario anual de entre el 60% y el 90%. Y, a pesar de que el ritmo de emisión se redujo al 30%, lo cierto es que esto se generó por un incremento de la deuda remunerada que alcanzó un récord de $3 billones. Es decir, en éstos momentos, el BCRA en vez de procurar defender el valor de la moneda, compra tiempo sin solucionar los problemas de fondo. Es decir, engrosa la deuda, saca los pesos de la economía, pero sigue girando plata al gobierno para financiar sus déficits mensuales. Evidentemente, hasta que no dejen de emitir, difícilmente habrá que esperar que la inflación baje a un dígito como en el resto de los países en algún momento.
Por Natalia Motyl- Economista de la Fundación Libertad y Progreso