El padre en perspectiva de género
Nunca es ni será una mamá (muy obvio ¿no?), por más que cumpla sus funciones o pueda suplantarla en algunos roles
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Por Myriam Mitrece (*) y Juan Pablo Ialorenzi
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El feminismo radicalizado, en su deconstrucción de la diferencia sexual, busca disolver la figura del padre. Según la definición de la RAE, se le dice padre al varón, respecto de sus hijos. Esa palabra latina -pater- que significa jefe de familia, defensor o protector deviene, por los artilugios del glosario feminista de moda, en un políticamente correcto patriarcado opresor, patrioterismo discriminador, patrón abusivo. De ahí, al «muerte al macho» de las pintadas callejeras, hay un paso.
Una ocasión-que si bien, algunos pueden verlo desde un punto de vista meramente comercial- como el día del Padre, merece una reflexión sobre el desprestigio que en los últimos tiempos ha sufrido su figura.
Desdibujado
Un padre no es un clon de la madre. Es real que la figura del padre ha ido cambiando con el tiempo. No es igual un padre decimonónico que un padre siglo XXI. Si la esencia de la paternidad permaneciera, son solo cambios de formas: «Antes los padres no cambiaban pañales», «Hoy se tiran al piso a jugar con sus hijos», «Antes se los trataba de usted».
Mientras la cuestión pase por el acercamiento entre padres e hijos o más posibilidades de encuentros de diálogo y empatía, ¡Adelante con el cambio!
Cuando el padre se desdibuja y pasa a ser un clon maternal, la cuestión se pone complicada. Por que un papá, nunca es ni será una mamá (muy obvio ¿no?), por más que cumpla sus funciones o pueda suplantarla en algunos roles. No es un asistente de mamá menos hábil.
Dejado de lado
Los proyectos de ley de aborto, presentados durante 2018 y 2019 niegan absolutamente la posibilidad de reclamar e incluso dar una opinión válida sobre la vida en gestación. El padre, que sin duda ha aportado la mitad del material genético para la co-creación de una nueva persona humana, es dejado absolutamente de lado sin posibilidad de defender la vida de su hijo.
Es cierto, que, en algunos lamentables casos, el padre no hace honor a su lugar, pero no son todos, ni la mayoría.
Un padre en su lugar
Si lo analizamos desde la psicología, la figura paterna es la que irrumpe en la unión entre la madre y el hijo, y, si bien las normas son consensuadas por ambos padres, la cercanía materno-filial, biológica y afectiva, hace que el varón esté mejor posicionado para encarnar el ideal de lo normativo y adentrar al hijo a la socialización.
La consolidación de la norma, no solo es importante, sino que es necesaria para la vida social, porque a quien no se le dan pautas ni límites, tampoco se le da contención. Por lo tanto, de alguna manera, se lo deja al margen de la sociedad. La ausencia del padre en la vida de los hijos puede tener resultados negativos que se manifiestan en diferentes etapas del desarrollo evolutivo, y pueden variar las formas en la que se expresan según el sexo de los hijos, configuraciones psicológicas, o por factores del entorno familiar, social, cultural y económico.
Obviamente, lo humano nunca es una ciencia exacta, pero los estudios científicos demostraron que los niños privados de la convivencia familiar con sus padres varones tienden a mostrar conductas regresivas en su desarrollo, mientras que los adolescentes son quienes más sufren, a corto plazo de inseguridad, soledad y depresión.
Se encontró también que las niñas tienen más probabilidades de tener embarazos adolescentes, de ser madres solteras, de sufrir frustraciones con sus parejas, y problemas psicológicos que lleven a una mayor agresividad con sus madres. Mientras que, en los varones, aumentan los problemas de rendimiento escolar, adicciones e incumplimiento de las normas sociales.
Recordemos que pater es también quien proteje. Y la norma social es protectora. La falta de normas condena a la marginación porque la norma es orientativa y no solo coercitiva. Delimita el camino de lo correcto y lo incorrecto. Aún para salirse de esa norma, es necesaria conocerla. Los límites son necesarios para vivir el libertad. La aceptación de la autoridad y de la norma es necesaria para asumir responsabilidades y ejercer derechos.
Lamentablemente cada vez más niños padecen la ausencia de su padre, y en un contexto social que empodera a la mujer oponiéndola al hombre, es más difícil revalorizar la figura masculina.
Por otra parte, cada vez es más frecuente que mujeres solas que recurran a la maternidad, por vías no naturales, por su deseo de ser madre. Sin una razón que lo justifique, privar a un niño de la relación con su padre perjudica el armado armónico de su propia personalidad y lo pone en una situación vulnerable.
No es lo mismo que un hijo se quede sin padre, por los avatares del destino, que deliberadamente se busque engendrar un hijo sin padre. La masculinidad aporta al rol paterno un carácter único y especial. ¡Feliz día a todos los padres!
(*) Directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA)