El plano de Murga y el crecimiento del pueblo
En 1883 el fundador hizo imprimir un croquis de la recién fundada localidad y anotó en él muchas de sus ideas sobre cómo debía crecer el ejido e impulsó la venta de terrenos para la radicación de familias
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Ecos Diarios
En 1883 Angel Murga hizo imprimir un plano del pueblo de Necochea en el que quedaron anotadas muchas de las ideas del fundador para el desarrollo de la futura ciudad.
Se trataba de un plano del pueblo de Necochea que incluía solares, quintas y chacras.
Al pie del plano Murga realizó algunas referencias históricas: «Inauguraciones: Iglesia del Carmen, 4 de septiembre de 1883. Cementerio, ídem. Corrales abasto, ídem. Cárcel pública, ídem. Municipalidad, 1883».
Murga pidió a sus amigos lo favorezcan ocupándose en comisiones de compra y venta de fincas y terrenos: «Ofrezco en venta fincas, quintas y chacras en los mejores parajes de este pueblo sobre la ribera del mar y puerto».
Otras anotaciones del plano señalaban: «Valioso terreno puerto de descarga de buques en la boca del Quequén. Quinta Nº 4 y chacra 54 y sobrante sobre esta y Quequén para corrales de abasto y potreros municipales. Chacras 48 y 49 para circo. Se inició la mensura el 6 de septiembre y concluyó el 11 de octubre del mismo año; inauguramos la plaza el día 12 del mismo mes y año, haciendo una fiesta con banderas cohetes y carne con cuero».
El plano, que se convirtió así en uno de los primeros registros históricos de la ciudad, también deja constancia que en la fiesta se encontraban presentes «José Maríz Muñiz, don José María Benítez, Victorio de la Canal, Nicanor Duarte, Benedicto Calcagno, Segundo Murga, Abudemio Santillán, José Querencio, Julián Azúa y un número crecido de vecinos de parajes cercanos».
También señala que se acordó entre los vecinos darle a la plaza el nombre de Dardo Rocha por «ser bajo su gobierno la fundación y desde el año 1877 haber prometido cooperar a este fin y cumplido su promesa».
El mismo día que se inauguró la plaza se dio posesión de algunos solares a Nicanor Duarte Muñoz y compañía, Julián Azúa y Benedicto Calcagno.
Un pequeño pueblo
Según el periódico El Baluarte, publicado a fines del siglo XIX, “en 1889 aún no había edificios públicos” en nuestra ciudad.
Aquella publicación también da testimonio de que en 1890 la Municipalidad dona al Consejo Escolar la “Manzana Escolar”.
De acuerdo con la misma fuente, en 1889 los necochenses “piden incansablemente al gobierno nacional el ferrocarril, la escrituración del ejido, el Puerto y un banco”.
A pesar del innovador diseño de sus planos originales, la ciudad no creció siguiendo las pautas de sus proyectistas, sino que su desarrollo estuvo vinculado a las costumbres cotidianas de su gente.
Desde que el 12 de octubre de 1881 y bajo los auspicios del gobierno encabezado por el doctor Dardo Rocha fue fundada Necochea, se produjeron hechos que fueron transformando las costumbres de los necochenses e impactaron directamente sobre su desarrollo urbano.
En un principio el trazado ortogonal de la ciudad proponía en un cuadro de 16 por 16 manzanas con cuatro plazas en sus esquinas y una central con dos ejes principales que dividían el núcleo en cuatro partes iguales.
Las avenidas 42, 74, 75 y la ribera del río delimitaban aquel cuadro dividido en cuatro por las avenidas 58 y 59.
Pero la rigidez de aquel trazado no se adecuó a los usos de los necochenses. La primera ruptura de aquel equilibrado cuadro lo produjo la Estación de Trenes de Necochea, que hizo que la calle 62 se convirtiera en la calle principal de la ciudad.
El tren llegó en 1894 y hasta fines de la década del 20, cuando se construyó el Puente Colgante, se constituyó en el principal medio de transporte.
Aquella calle, corrida del centro propuesto por los proyectistas, se convirtió en la de mayor circulación y equipamiento de la época.
El desarrollo
Según el libro “Crónica del Partido y Ciudad de Necochea”, de Egisto Ratti, en diciembre de 1898 se realizó un minucioso relevamiento de habitantes, viviendas y uso de todos los solares, quintas y chacras.
Aquel trabajo fue realizado por el agrimensor Roberto Martínez por mandato del Departamento de Ingenieros, para vender los terrenos luego de finalizado el litigio de expropiación de las tierras destinadas a la formación del pueblo, en 1881.
El 10 de noviembre de ese año los vecinos José Ahumada, José Matienzo y Oscar Lilliedad constituyeron una comisión oficial para vender dichas tierras. Los ocupantes tenían derecho de adquirirlas.
En cuanto al desarrollo de la ciudad, con la inauguración de la estación y el movimiento de personas que eso provocaba, como indicamos la calle 62 comenzó adquirir una relevancia que no tenía en los planos originales.
Aún hoy las construcciones más antiguas de la ciudad se encuentran en el sector de la vieja estación. Son viviendas de estilo romano, rectángulo con patio central y galería perimetral partida por la mitad, con frentes lisos y largos zaguanes.
Con la llegada del automóvil se produjo un nuevo cambio en las costumbres cotidianas de los necochenses y un nuevo impacto en el desarrollo urbano.
Se debilita así la influencia de la calle 62 y se incrementa el tránsito en las avenidas y calles conectadas con las rutas. La avenida 59, comienza así a cobrar mayor relevancia.///