El primer bicicletero de Necochea
Paúl Isidoro Grand era un adelantado para la época, especialmente en los pueblos del interior recientemente fundados. Abrió el primer taller de reparación y venta de bicicletas
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Ecos Diarios
Paúl Isidoro Grand nació un 13 de Octubre de 1869 en Sauveterre, Departamento 82 de Tarn et Garonne, Francia. Fueron sus padres Pierre Ciprien Grand y Bertandre Dufour. Llegó al puerto de Buenos Aires el 13 de junio de 1893, con sólo 24 años de edad, y fue directamente a establecerse con sus oficios de tornero y armero a Tres Arroyos. Era un adelantado para la época, especialmente en los pueblos del interior recientemente fundados, con escasos habitantes y que carecían de esas habilidades que los hacia ciudadanos privilegiados.
En el año 1904 contrajo matrimonio con Maria Luisa Labruné, se trasladó a Necochea definitivamente y se estableció en calle Caseros entre Moreno y Díaz Vélez (hoy 68 el 65 y 6/) donde abrió el primer taller de reparación y venta de bicicletas, en una casa que para esa época era moderna y que se caracterizaba por su fachada con molduras de líneas rectas y por sus grandes ventanales vidriados.
Inmediatamente este joven visionario se hizo conocer y querer por la sociedad local, porque cuando el trabajo se lo permitía, acostumbraba pasear por las calles céntricas montando un biciclo de su propiedad, que asombraba porque tenía una rueda delantera muy alta y la trasera excesivamente pequeña, con un asiento en lo alto donde se montaba Grand y hacia que el público que 1o veía pasear no alcanzara a comprender como este hombre pequeño pudiera dominarla (Paul Isidoro Grand medía 1,55 metros de alto, según consta en sus documentos).
El primer auto
Si esto asombró a la gente, ni suponer lo que fue la llegada del primer automóvil a Necochea, un De Dion Bouton modelo 1904 «Fecha de Oro”, que recorría raudamente las calles del pueblo con este nuevo vecino al volante, al que todos comenzaron a llamar cariñosamente el francés loco, porque con dos o tres ideas innovadoras había revolucionado a 1a juventud local.
1sidoro Grand era concesionario de la bicicleta marca Peugeot y con ellas en alquiler organizaba excursiones a la Playa que en esa época y debido a la cantidad de arena que se acumulaba a lo largo de todo el cinturón costero, hacía que fuera una odisea llegar al mar. Paul Isidoro sin proponérselo había creado el primer safari a nuestras costas.
Cuando este joven matrimonio se había consolidado con la llegada de sus primeros cincos hijos: Celina, Francisco, Ofelia, Otilia y Denizard; ya era considerado un necochense más por la gente del pueblo y en su mejor momento económico, recibió desde el Consulado de Francia un llamado para defender su patria.
Era el comienzo de la primera guerra mundial (1914/1918). Paul no lo dudo, reunió a su famil1a que se negaba rotundamente a dejarlo cumplir con lo que el consideraba una obligación, finalmente triunfo en su férrea decisión de embarcarse para el frente de batalla, que era el lugar en que su patria lo reclamaba. Es que él era asi, de tenerlo todo, era capaz de arriesgar por un ideal, hasta su vida.
El barco que lo transportaba a el y otros franceses que deseaban defender la tierra donde habían nacido, partió del Puerto de Buenos Aires y tardó tres meses en llegar a un puerto de Sud África, donde fueron autorizados a bajar a conocer la ciudad.
Grand era un amante de la fotografía y quedó impactado por la belleza de la ciudad, así que decidió recorrer hasta el último de sus barrios.
Cuando retornó al puerto el barco no estaba, hacia horas que había zarpado, así que tuvo que gestionar nuevamente su traslado en otro barco. Cuando lo logró, se enteró a bordo que el barco en el que él tendría que haber viajado, había sido hundido por los alemanes y que no había noticias de ningún sobreviviente. Paul Isidoro Grand sabía de uno que se había salvado. Es el destino, pensó, porque “Nadie se muere la víspera” había leído que Alá (Alláh) indicó en el Corán.
Del lugar de reclutamiento, fue derivado al frente de batalla. Por saber disparar un arma lo destinaron al batallón de franco tiradores. En ese tiempo que lo importante era el hombre, le tocó bailar con la más fea, siempre estaba en las trincheras de avanzada atento a la caza de un enemigo.
Gracias a Dios un Mayor del ejército encargado de distribuir la correspondencia, un dia al entregarle una foto enviada por su familia desde Necochea, alcanzó a verla y le preguntó: «¿Esa es tu familia? ¿Y te viniste de América?».
Realmente estaba sorprendido, no lo podía creer: «¿Qué hacías allá?». Cuando Grand terminó de contestar todas las preguntas, el Mayor se retiró meneando la cabeza a ambos lados.
Días más tarde fue llamado a trabajar en la armería del ejército, por su oficio tuvo la suerte de ser transferido a un sector alejado de la línea de combate.
Afianzado en su nuevo destino de armero, dos años más tarde le concedieron licencia y volvió a estar con su familia.
Varios viajes hizo a Francia aun hasta después de finalizada la guerra, a los que aprovechaba para traer artículos del hogar aquí desconocidos: lavarropas, máquinas de cortar fiambre o cualquier novedad que saliera a la venta en Europa, con la que él pudiera sorprender al público necochense.
Fueron tres más los hijos que con su esposa María Luisa tuvieron desde su regreso: Amalia, Ofelia y Juana.
Paul Isidoro Grand, un grande, necochense por adopción, falleció en el año 1949. Su cuerpo fue cubierto con la bandera francesa y hoy descansa en el cementerio
local, en el Pabellón de los Franceses.
Grand, fue el primer bicicletero de Necochea, no solo dejó escrita su página en nuestra historia, sino que la grabo en el corazón de un pueblo que lo amo con orgullo, desde muchos antes de ser «ciudad». ///