El primer hospital público y su rol fundamental en la ciudad
Fundado hace 80 años cuando la salud estaba en manos de la beneficencia y del sector privado, el nosocomio fue de vital importancia en el Siglo XX y hoy centraliza gran parte de la atención médica del distrito
Aunque aún faltaba un año y medio para la caída de Berlín, en diciembre de 1943 la Segunda Guerra Mundial estaba llegando a un punto de inflexión. Los Aliados habían logrado importantes victorias en todos los frentes, y el Eje estaba empezando a mostrar signos de debilidad.
Por eso no es raro que la tapa de Ecos Diarios del jueves 2 de diciembre de 1943 destaque títulos como “Acentuase en Italia la ofensiva del Octavo Ejército Británico” o “Los aliados bombardearon en pleno día la ciudad de Turín”.
Aunque para los necochenses el título más importante de ese día fue el que decía “Realizase ayer la inauguración del Hospital Municipal”.
Sin duda para una ciudad incipiente como la Necochea de esa época, se trataba de una de las noticias más importantes del año, ya que la salud era fundamental para los vecinos.
El viejo hospital Villa Díaz Vélez se encontraba desbordado y en la ciudad sólo funcionaba una clínica, la Regional, que había sido fundada en 1935.
Por esta razón, el acto inaugural del hospital fue un evento social trascendental. Según publicó Ecos Diarios aquel miércoles 1º de diciembre de 1943 en la ceremonia de apertura “se hallaban allí representadas la mayoría de las instituciones de la ciudad y estaba presente casi en pleno el cuerpo político local”.
El nuevo edificio se encontraba embanderado y entre los presentes se estaban las damas de la Sociedad de Beneficencia, que habían sostenido desde sus inicios al hospital Villa Díaz Vélez.
Alrededor de las 16 el sacerdote Donato Pacella bendijo el edificio y luego las autoridades, entre las que se encontraban algunos funcionarios provinciales, se trasladaron al exterior, donde se había montado un escenario.
Allí el comisionado municipal, el teniente coronel Arturo Villafañe dirigió algunas palabras al público y puso en funciones al doctor Emilio Ferreyra.
Durante su discurso el médico fue interrumpido en varios pasajes por los aplausos del auditorio.
Ferreyra que había llegado a nuestra ciudad con sólo 25 años, en 1897. Traía su flamante diploma de médico, obtenido en la Facultad de Ciencias Médicas de la ciudad de Buenos Aires. Fue médico escolar, municipal y de la policía. Además fue el primer director del Hospital Villa Díaz Vélez.
En el discurso inaugural del hospital municipal Ferreyra dijo que podría sus cincuenta años de experiencia profesional al servicio de la obra hospitalaria cuya dirección se le había encomendado y que “esperaba el concurso de todos sus distinguidos colegas de la localidad, ya que no cabían exclusiones en el desarrollo de la alta función social de mitigar el dolor humano”.
El cronista de Ecos Diarios agregaba en la nota: “Tuvimos la sensación de que asistíamos a un homenaje de la ciudad hacia su antiguo y abnegado médico, tributado por medio de una nutrida y ponderable representación de nuestra sociedad”.
Entre clínicas y sanatorios
El hospital municipal, que tiempo después recibió el nombre de Emilio Ferreyra, venía a llenar un vacío existente en la salud pública local.
Hasta ese momento la ciudad no contaba con hospital público. El Villa Díaz Vélez era sostenido por la Sociedad de Beneficencia, una entidad que habían formado varías décadas antes un grupo de mujeres.
El viejo nosocomio ubicado en el mismo predio que hoy ocupa el hospital Neuropsiquiátrico registraba las limitaciones propias de una institución benéfica. Por ello, ocho años después, el 18 de diciembre de 1950, cerró definitivamente sus puertas.
Hasta la inauguración del hospital municipal, los necochenses debían recurrir al Villa Díaz Vélez o a la Clínica Regional, que había sido fundada el 2 de agosto de 1935 por los médicos Eleazar P. Seiler y José B. F. Campoamor.
Estos dos facultativos integraban una sociedad junto a los profesionales Elizari Zabalza y Bernardo Leiva.
En 1939 el sanatorio se trasladó a la esquina de la calle 53 y 66, donde funcionó durante décadas.
Ese edificio fue fundado varios años antes que los del Hospital Municipal “Dr. Emilio Ferreyra”, que abrió sus puertas en 1943, y del Irurzun, inaugurado en 1947.
Incluso fue anterior al Sanatorio Necochea, que se fundó en 1939, y de la Clínica Atlántica, que comenzó a funcionar en 1962.
Cabe destacar que la Cruz Azul comenzó a funcionar en 1968 en la calle 66 y se trasladó en 1981 a su actual emplazamiento.
La Regional contaba en sus inicios con un sistema de afiliación de socios, que tenían derecho a asistencia gratuita en los consultorios de clínica médica y especialidades y a domicilio dentro de la planta urbana de Necochea.
En los primeros 20 años de la clínica, allí desarrollaron actividades alrededor de 60 médicos, cubriendo una amplia gama de especialidades y fue la institución fue dirigida por Eleazar Raúl Seiler, hijo del fundador.
En enero de 1955 el establecimiento fue convertido en policlínico y a partir del 7 de febrero de 1987 contó con servicio de terapia intensiva, mientras que el 8 de octubre de 1999 comenzó a funcionar el Centro Materno Infantil (Cemin).
La inauguración de la terapia intensiva de la Regional fue de gran importancia para la salud en nuestro distrito.
Tras la inauguración, los servicios de terapia intensiva, nefrología y hemodiálisis quedaron a cargo de los doctores Daniel Braña, Miguel A. Landa, Julio M. Municoy y José Luis Do Pico, siendo consultor el doctor Francisco Maglio y supervisor Julio A. Zecca.
La sala de terapia tenía capacidad para la atención de seis pacientes, pero ya en ese momento se pensaba incorporar más camas.
Durante la ceremonia inaugural el entonces director de la clínica, Benito V. Castro, manifestaba: “Ahora nuestros planes se dirigirán a la ampliación de la capacidad de las salas de internación”.
Poco más de una década más tarde, la clínica volvió a dar un importante impulso a la salud, cuando inauguró su Centro Materno Infantil.
Luego de cuatro meses de trabajo en el edificio, se habilitaron las nuevas instalaciones que incluían una sala de terapia intensiva neonatal, de pediatría, de parto y habitaciones individuales.
El servicio permanecía abierto las 24 horas y en su primer año de funcionamiento los profesionales atendieron 9.000 consultas en las guardias pediátricas, 477 partos, 53 internaciones en terapia intensiva neonatal y 142 en la sala de pediatría.
Una larga crisis
En 2005 comenzó una larga crisis que golpeó a las dos clínicas del centro de la ciudad, tanto la Regional como la Cruz Azul. A partir de allí continuó una desgastante situación que en el caso de la Regional llegó a su punto crítico en 2008, cuando se produjo el cierre, luego la reapertura y a partir de allí la historia comenzó a complicarse cada vez más hasta la quiebra de la empresa.
Con el remate de los 552 lotes de mobiliario, instrumental y tecnología de la clínica, no sólo termina una parte de la historia de la medicina local, sino que se produce un importante vacío en el ámbito de la salud privada en nuestra ciudad.
La Regional corrió la misma suerte que otras antiguas instituciones sanitarias que también tuvieron un triste final.
El abandonado edificio de la Clínica Atlántica en la calle 77, es uno de esos casos. El otro, y tal vez más emblemático, fue el del hospital Díaz Vélez, que fue demolido tras décadas de abandono.
“Libros desparramados por los pisos, pedazos de cimientos, restos de un pasado labrado en dolor y comprensión humana, ya poco y nada queda de aquello que fue fuente de salvación para muchos enfermos”.
El texto era parte de un artículo publicado el miércoles 26 de diciembre de 1979 en Ecos Diarios y hacía referencia a la demolición del viejo hospital, que en esos días aún permanecía de pie en la intersección de la avenida 42 y Jesuita Cardiel, frente a la Escuela Industrial. Hasta principios de agosto de 1979 había funcionado en ese viejo edificio la Escuela Diferenciada Nº 502.
A 80 años de la inauguración del Hospital Municipal “Dr. Emilio Ferreyra”, la realidad de la salud en la ciudad es diferente. Sólo queda una clínica y el sector privado se ha atomizado en decenas de consultorios especializados.
Hoy, como hace ocho décadas, el hospital continúa cumpliendo un rol fundamental para la salud en el distrito.///
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