El problema de las fiestas clandestinas
Desde el área de Ordenamiento Urbano reciben a diario, quejas por distintas problemáticas de la ciudad a través de la línea 147. Sin embargo, los fines de semana, el reclamo más repetido son las fiestas clandestinas que, con la cuarentena, lejos de extinguirse se han multiplicado.
Desde hace años, las fiestas en lugares no permitidos son un problema difícil de controlar. Allí se mezclan mayores con menores y hay consumo de alcohol sin control.
En el inicio de la cuarentena, allá por el 20 de marzo, estos encuentros ilegales se frenaron totalmente, pero con el correr de los meses y al mismo ritmo que las aperturas de distintos rubros, las fiestas empezaron a resurgir. Esta situación, además, se incrementa porque los jóvenes no tienen espacios de esparcimiento nocturnos para concurrir porque los boliches están cerrados desde hace más de seis meses y, por ahora, sin fecha de apertura, al igual que otros rubros.
Por un lado, se les prohíbe a los propietarios de los boliches que abran sus locales pero, por otro lado, esta situación da lugar al crecimiento de otros espacios en los que los riesgos de contagios son mayores porque los encuentros se hacen sin ningún control, ni distanciamiento ni protocolo.
Desde la Municipalidad, aseguran que reciben por noche hasta 12 llamados por este tipo de fiestas, en este caso, también incluyen cumpleaños y reuniones sociales de 10, 20 o 30 personas.
Sin embargo, quienes están en el rubro de locales bailables, aseguran que las fiestas se realizan en domicilios particulares y con un promedio de 70 personas. Esconden los vehículos, es decir, no estacionan en la puerta y van manejando el volumen de la música para no ser denunciados. Además, hay una creciente venta de bebidas a los organizadores de estas fiestas.
Teniendo en cuenta esta realidad, los propietarios de confiterías bailables consideran que, si los dejaran abrir, por lo menos, ellos podrían hacer un control más eficaz porque aplicarían el protocolo que se les indique.
Pero más allá de las intenciones y de los reclamos, lo cierto es que ni siquiera se sabe si van a poder abrir en diciembre, situación que cada vez viene complicando más a los cuatro empresarios del sector, que tienen, entre todos, no menos de un centenar de empleados a cargo y un buen número de proveedores que siguen en la incertidumbre.
Hay bosquejos de protocolos armados, pero no fechas de aperturas. Entre las medidas que se contemplan, figuran: personal reducido, registro de datos con horarios de entrada y salida de los concurrentes, cabinas sanitizantes, toma de temperatura corporal, uso de alcohol en gel, etc. No obstante, lo último que se hablaba es que quizás puedan volver a abrir, en principio, sólo aquellos que tengan patios, es decir, que puedan brindar un servicio al aire libre. Todas variantes inspiradas en boliches de Europa, que sí pudieron reabrir. Sin embargo, por ahora, se sabe poco.
Mientras las restricciones continúan vigentes, siguen proliferando las fiestas clandestinas que resultan “incontrolables” para la Municipalidad y, a su vez, se generan posibles focos de contagio de Covid-19 con el riesgo que implica para el resto de la población.
De alguna manera, hay que empezar a convivir con el virus y, de a poco, ir abriendo todas las actividades para recuperar la normalidad, aunque sea con distanciamiento, barbijos y protocolos, pero recuperarla de una vez.///