El Puente Colgante y un ataque irracional
La placa con el nombre del presidente Hipólito Yrigoyen fue arrancada y arrojada al río por adherentes al golpe de estado de Félix Uriburu
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Ecos Diarios
Con el correr de las décadas Puente Colgante se ha convertido s en una imagen icónica de Necochea y Quequén. Sin embargo, en más de una oportunidad ha habido quienes han usado con fines políticos este símbolo de la unión entre las dos poblaciones.
Pasó el 6 de septiembre de 1930, cuando una placa con el nombre del presidente Hipólito Yrigoyen fue arrancada y arrojada al río, en un verdadero acto de vandalismo político
Ese día de septiembre de 1930 un golpe militar liderado por el general José Félix Uriburu derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen. En Necochea, además de las consecuencias políticas casi inmediatas que llevaron al desplazamiento del intendente democrático, se produjo un hecho insólito: el robo de una placa conmemorativa del Puente Colgante, que precisamente llevaba el nombre del presidente derrocado.
El 14 de septiembre, Ecos Diarios publicó un aviso que expresaba el desagrado de la población por el incidente: “La sustracción de la placa del Puente es un atropello a la propiedad pública”, decía el título.
“Es un hecho policial que importa un delito en perjuicio del Estado”, añadía el artículo. El Puente Colgante había sido inaugurado hacía apenas un año y simbolizaba el progreso de la ciudad, por lo que el robo de la placa, tal vez pensado como un acto “revolucionario”, fue considerado por la población un simple hecho vandálico.
“La sustracción de la placa del Puente Colgante, denunciada a la policía por el encargado de la custodia de esa obra de propiedad pública, es un hecho simplemente delictivo perpetrado en perjuicio del Estado. He ahí su clasificación real, así lo ha visto el vecindario, en el que ha producido, según ya dijimos, la más pésima impresión”, señalaba el artículo periodístico.
“Y tanto más repugna al pueblo de Necochea la consumación de ese delito, al ver el significado que sus apologistas le dan, que no es otro que el de una burda venganza, impropia de una ciudad culta como la nuestra”, añadía.
El diario calificaba el hecho como “ridículo” e indicaba que “cuando no había nada que hacer en el terreno de la fuerza y menos a quinientos kilómetros de distancia del teatro de los acontecimientos, creyeron los autores del perjuicio causado en el indefenso Puente Colgante, que retirando la placa habrían de demostrar su adhesión al nuevo gobierno”.
“No era cosa de quedarse con los brazos cruzados ni tampoco que el gesto ‘épico’ quedara desconocido. Había que darlo publicidad y lo publicaron en los diarios de la metrópoli, magnificado sus detalles de conjunto y los relieves del móvil que los determinó”, describía el artículo.
El “gesto épico” se redujo quitar la placa que llevaba el nombre del presidente Hipólito Yrigoyen y arrojarla a las aguas del río.
Pero el hecho no tuvo la repercusión esperada por sus autores, en el diario La Nación se publicó una nota bajo el título “Un núcleo de pueblo desprendió la placa del puente colgante Presidente Yrigoyen y la arrojó al río sin que nadie se opusiera”.
Al día siguiente Ecos Diarios respondió el titular del periódico capitalino: “¿Y quién se habría de oponer en la soledad del paraje y ante los ímpetus bravíos de los autores de la hazaña? El pueblo, a estas horas, los ha condenado con su silencioso desprecio”.
El Puente, un símbolo
Yrigoyen había sido elegido democráticamente para ejercer su segundo mandato en 1928, mientras que en nuestra ciudad los comicios no habían sido del todo transparentes y a fines de ese año se produjo la anulación de la votación que había ganado Alejandro Calzada.
Por ese motivo se había designado como comisionado a Joaquín Martínez Sosa, quien fue precisamente el encargado de presidir, junto a otras autoridades, los actos de inauguración del Puente Colgante.
Pero al año siguiente, el 28 de noviembre de 1929, la Unión Cívica Radical volvió a triunfar la Unión Cívica Radical y Alejandro Calzaba fue elegido intendente por la mayoría.
Los resultados del escrutinio fueron los siguientes: UCR 3.039 votos en el distrito; UCR disidente 2.660 y Socialistas 144.
Por esa razón, en septiembre de 1930, cuando se produjo el golpe militar que derrocó a Yrigoyen, el intendente necochense era un radical.
Casi inmediatamente después del golpe, fue designado interventor en la provincia de Buenos Aires el doctor Meyer Pellegrino, quien nombró como comisionado en Necochea a José Pucciarelli.
Los radicales volverían a ganar en las elecciones del 4 de abril de 1931, pero como ese triunfo significaba una derrota para los impulsores de la revolución del 30, nuevamente fueron anuladas.
En ese ámbito, el Puente Colgante era un símbolo, ya que había sido inaugurado el 21 de julio de 1929. El “gigante de acero” significaba un enorme progreso para la ciudad de Necochea, ya que hasta ese momento el río era una gran barrera para los viajeros incluso para los propios vecinos.
Para cruzar el río existía un servicio de balsas y algunos puentes en la zona portuaria, además del puente del ferrocarril, que permitía el arribo del tren hasta nuestra ciudad.
Pero la inauguración del Puente Colgante significó un enorme avance para la comunicación cotidiana entre ambas orillas y reflejo de ello fue el intenso tránsito de vehículos el día de la inauguración.
El puente fue inaugurado con la presencia del doctor José Luis Cantilo, intendente de Buenos Aires y representante del presidente Yrigoyen. También estuvieron presentes en el acto el vicegobernador Victoriano de Ortúzar y el diputado Leopoldo Bard, quien realizó innumerables gestiones en respuestas a los reclamos de la población.
El Colgante no tardó en convertirse en una postal de la ciudad, por ello el robo de la placa, teñido de cierta ideología política, fue repudiado por el vecindario.
Pasada la Década Infame y a casi 91 años de aquel insólito acto vandálico, el Puente Colgante sigue llevando el nombre de Hipólito Yrigoyen y nadie recuerda a aquellos “revolucionarios”.///
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