“El secreto es hacerlo siempre con la mejor materia prima”
Las medialunas del Deleite son un símbolo de la gastronomía panaderil necochense
Nicolás Díaz estuvo en el piso de Ecos Radio, en el programa “Desde Temprano”, donde contó cómo fueron los comienzos de “Deleite”. “Somos una empresa familiar, que la iniciaron mis viejos”, dijo el “Pana”, apodo que abraza con mucho cariño, ya que esto marca su historia. “Mi abuelo que vino desde Buenos Aires en el año 1978, puso la primera panadería que se llamó “Las Malvinas”. Esta tradición luego fue tomada por su papá, que en pleno centro de la ciudad de Necochea, en calle 62 entre avenida 59 y calle 61, abrió “Las Delicias”, y un tiempo más tarde llega, finalmente, lo que es actualmente una de las firmas comerciales, en la industria panaderil, al adquirir un inmueble en la avenida 74, en el norte de la ciudad, donde allí instalaron la fábrica y levantaron las persianas del primer local de la familia Díaz.
Las medialunas que todos quieren
En Necochea existe un gran nivel de productos panificados, pero entre ellos hay uno que se destaca en “Deleite” y son sus medialunas. “Es nuestro símbolo”, comentó “Nico”, que además indicó que son muchas las personas que vienen de vacaciones, sobre todo en verano, y pasan a comprarlas, sobre todo, por el local de la peatonal 83 y 4 bis. “Muchos vienen y te piden, dame las de doble almíbar, y ese es producto de que las hermanas Lucius, “Belu” y “Emily”, que son clientas de antes de ser famosas. Cuando compran nuestras medialunas o productos, suben sus historias, nos etiquetan, sin pedir nada a cambio. Les gusta el producto y son muy de defender la ciudad, de darle una mano al comerciante cuando les gusta algo”, dice quien reparte su día entre el negocio familiar y su pasión por el fútbol, ya que es uno de los jugadores importantes de la primera división del club Del Valle.
Crecimiento y futuro
Luego de la primer panadería llegarían dos más, una en la Galería Central por calle 64 y otra en la villa balnearia, frente a la plaza San Martín. Pero hace unos años la familia Díaz decidió ampliar su unidad de negocio.
“El tema de poner una cafetería se le ocurrió a mi viejo. Al principio le decían que estaba loco, imaginate que cuando él abre el local por el 2000, para ese lado no había tanta vida. Lo que era el centro comercial llegaba hasta la avenida 59", recordó Nicolás, al tiempo que acotó que "compró una casa de dos pisos, sin ventanales tan grandes, sin ver mucho lo había ahí dentro. Él se la jugó, y por suerte el centro creció también, para ese lado”.
La casa en la cual se puso el café es parte del patrimonio histórico de la ciudad, de 1930, era de una familia francesa. "Yo era muy chiquito cuando mi viejo la compró, y lo único que estaba en mal estado era la escalera, que luego la cambiaron. Después, el resto fue abrir los ambientes, romper ciertas paredes, pero por ejemplo las aberturas son las mismas, después está todo cuidado como de aquella época”. Al tratarse de uno de los inmuebles que están catalogados como patrimonio histórico, cada vez que deben realizar una remodelación tienen que pedirle autorización a la Municipalidad, como pasó el año pasado. "Presentamos un proyecto para hacer obras en el lugar, y en un primero momento no nos lo aprobaron, porque no les parecía, fuimos trabajando en conjunto, hasta que finalmente nos lo aprobaron”.///
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