El silencioso impulso inglés al desarrollo del partido
Cuando se habla de los extranjeros que con su trabajo hicieron crecer a Necochea, habitualmente se olvida que fue una compañía inglesa la que dio pie al surgimiento de diez pueblos en el interior del distrito en sólo una década
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Ecos Diarios
La historia y el desarrollo de la ciudad están indiscutiblemente ligados al trabajo incansable de los extranjeros que eligieron este suelo para criar a sus hijos y soñaron la ciudad.
Entre los primeros residentes del pequeño pueblo de Necochea, a fines del Siglo XIX, había españoles, italianos, vascos, franceses, daneses, alemanes, árabes y turcos.
Sin embargo poco se habla de otra colectividad que a través de sus empresas impulsó el desarrollo del interior del distrito y de gran parte del país: los ingleses.
En sólo una década, entre 1900 y 1910, se fundaron en el viejo partido de Necochea, once pueblos. El fenómeno fue producido por la llegada del Ferrocarril del Sud, compañía fundada por Edward Lumb. Allí donde se fundó una estación, surgió alrededor una pequeña población.
La Negra, Claraz, Juan N. Fernández, Lumb, San José, La Dulce, Deferrari, San Cayetano, Ramón Santamarina, Cristiano Muerto y Energía cambiaron definitivamente el mapa y la vida en el extenso partido de Necochea.
Creado en 1865, el distrito comprendía en sus orígenes no sólo su actual territorio, también incluía gran parte de las tierras que hoy forman San Cayetano. De allí en la actualidad muchos de los pueblos fundados en la primera década del Siglo XX se encuentren en el partido vecino.
En el corazón del partido
El 31 de agosto de 1865, cuando se creó, el partido de Necochea y tenía una extensión de 7.130 kilómetros cuadrados. En 1931 población del distrito era de 45.000 habitantes.
La estación Cooper (Defferrari) se encontraba hasta entonces en el centro de nuestro partido. Pertenecía a la red del Ferrocarril Sud y era una estación de intenso movimiento. Punto de empalme de los ramales Necochea a Tres Arroyos, Tandil-Defferrari, Copetonas y Orense-Defferrari, con arribo de trenes de carga y pasajeros.
Aquella estación, que hoy pertenecería al partido de San Cayetano, se hallaba en una de las zonas más productivas de nuestro distrito. El pueblo comprendía unos pocos edificios.
De aquellos once pueblos surgidos a la vera de la vía, el que más se desarrolló fue San Cayetano. Fue fundado por Pedro N. Carrera y Agustín Lizardi en 1909 junto a la línea férrea que unía Necochea y Tres Arroyos.
Aquel tramo de vía era uno de los más extensos del distrito, ya que continuaban hacia Defferrari y luego a Lumb, Juan N. Fernández, Claraz y La Negra, todas estaciones del extenso partido de Necochea.
Lumb era entonces una próspera estación, un pueblo de trabajadores que creció mientras el ferrocarril existió y que luego decayó y prácticamente desapareció con la desaparición del tren. Los edificios y viviendas abandonadas de aquella población se encuentran hoy en el límite entre Necochea y San Cayetano.
Juan N. Fernández también creció hasta alcanzar en 1930 la cifra de 6.000 habitantes.
El desarrollo de esta localidad del norte del distrito se reflejaba en su apogeo: contaba con cines, teatro y dos periódicos: “Tribuna” y “El Independiente”.
Tal fue su crecimiento y su empuje, que los pobladores incluso quisieron crear un partido propio.
Claraz también tuvo su momento de apogeo con el impulso del ferrocarril y de la producción agropecuaria. En 1916 la localidad llegó a contar con una Asociación de Fomento que fue creada por el mismo Nicasio Ocampo, fundador del pueblo.
En aquellos años La Dulce y Ramón Santamarina también eran estaciones de trenes. Las vías de Nicanor Olivera continuaban desde Defferrari hacia Lobería, mientras que Santamarina se encontraba en el tramo que unía Defferrari con Energía.
Pero la desaparición del ferrocarril llevó a muchos de esos pueblos al borde de la desaparición. Muchos redujeron notablemente su población y otros pasaron al nuevo partido de San Cayetano en 1958.
Hoy muchos vecinos nacidos en aquel viejo y extenso partido de Necochea, recuerdan con nostalgia a sus pueblos, que ya no existen o no pertenecen más al distrito.