El temor post Covid
«Se mide la inteligencia
del individuo por la
cantidad de incertidumbre
que es capaz de soportar»
Immanuel Kant.
Existe miedo en la sociedad de diversos lugares del mundo, los motivos pueden ser varios de acuerdo a la zona geopolítica desde una guerra a la hambruna a una dictadura o porque no a gobiernos que no brindan oportunidades, a este pesar se le suman otras situaciones no por eso libres de generar angustia y pavor como los robos y la violencia callejera que pueden llegar hasta la misma muerte. Lo concreto es que el miedo ata las manos y la mente.
En la Argentina se vive con miedo desde hace tiempo, tan triste como pensar no poder llegar a pagar la luz o el gas o lo que es peor quedarse sin trabajo y es por ello que miles de jóvenes acorralados huyen por la puerta grande del país: Ezeiza. Lo que crea ese miedo con el que convivimos hace demasiados años es la inflación o la falta de inserción en el mercado laboral entre otros tantos males. El Estado debe regular con seriedad a la sociedad políticamente organizada bajo su manto tutelar y no convertirse en socio de las ganancias del contribuyente, un Estado que maneja una tortuosa agenda impositiva que incluye 164 impuestos y tasas que se abonan anualmente.
Al miedo endémico de la Argentina se le ha sumado la pandemia, que venimos arrastrando desde marzo del año anterior, desde aquel equivocado concepto «todo el mundo está igual», hoy no es así y deberíamos cambiarlo por » todo el mundo no está igual», al menos en referencia a nuestro país con otros que van volviendo a la normalidad y recuperando la vida en todo sentido.
Solía decir maravillosamente Jean Paul Ritcher, escritor alemán «los tímidos tienen miedo antes del peligro, los cobardes durante el mismo y los valientes después». El temor al post Covid comienza a ser tan serio como seguir atravesando la enfermedad, la angustia al día después.
Un poco de historia
Hagamos un poco de historia donde sobran las palabras. En 1873 la Argentina se integraba al mercado mundial en un mal momento donde todo cayó; en 1890 se redujeron las exportaciones y se comenzaba a emitir; en 1914 la primera gran guerra, sin préstamos internacionales soportando desde afuera un conflicto bélico mundial; el país no fue ajeno a la depresión ecuménica y afrontó una enorme crisis en el 30, se cerraron las principales exportaciones principal fuente de divisas, los precios cayeron aunque con menor rapidez lo que para el país significó un grave deterioro de su economía; en 1948 se inició la inflación; en 1952 una gran caída económica y tremenda del PBI bajando muchos argentinos a la línea de pobreza; en 1959 alta inflación, recesión y altísimo desempleo; el «rodrigazo» del 75 y las hiperinflaciones posteriores; aquel «corralito» del 2001 restringiendo la extracción de los bancos de dinero en efectivo y la incautación de dólares a sus tenedores; es decir una Argentina que ha vivido de crisis en crisis, el veinticinco por ciento de sus doscientos años como país independiente y soberano.
Hay que asignar prioridades, será un parto doloroso lo que viene
Bajando a la realidad de nuestro distrito, si bien estamos supeditados a decisiones del poder nacional, provincial y hasta mundial en esta globalización siempre se puede hacer algo, lo peor es permanecer pasivos, lo único que cae del cielo es la lluvia. Lo que vendrá post Covid según los economistas más serios será muy complicado de remontar, hay quienes calculan uno cinco años.
Un amigo licenciado en economía, me decía días pasados «cada lugar de la Argentina necesita luego de la pandemia, que es un agravante no un causante, una especie de “New Deal” como prioridad el aumento del consumo, seducción de inversiones, crecimiento de exportaciones, en el aspecto macro, pero podemos trasladarlo al micro, ergo, nuestra ciudad».
Agreguemos que el llamado “New Deal” fue un programa del presidente Franklin Delano Roosevelt que se desarrolló entre 1933 y 1938 con el objetivo de sostener a las capas más pobres de la población, reformar los mercados financieros y redinamizar una economía estadounidense herida desde el crac de 1929 por el desempleo y las quiebras en cadena. Tal cual ocurrió en EE.UU para salir de la gran depresión se debería comenzar por el ajuste de todo lo que no produce, útil para momentos de menor necesidad pero en esta época de crisis la que seguirá por tiempo, porque no se sabe cuándo se detendrá, en tal sentido hay que aplicar cirugía a fondo, achicar secretarías en el municipio, pasar de tantos cargos a la mitad, dejar de lado oficinas sin sentido, gastos innecesarios que producen más empleados, más trámites, pocas soluciones y desembolsos sin sentido. Aquí hacemos una reflexión sobre la defensa a diferentes sectores lo cual es importante, nadie lo niega, pero no se pueden hacer excepciones la ley debe ser pareja para todos.
En el caso de Necochea, habría que utilizarlo para multiplicar otras actividades, derivar los escasos recursos para incentivar el turismo fuera de la estación clásica veraniega, con cosas simples, turismo social, alimentar la llegada los fines de semana en distintas participaciones, caso el deporte utilizando el mar y río, el campo de golf, aprovechamiento de la arena, u otras actividades. Buscando promediar como meta unas cien personas en la ciudad que gasten en hoteles, bares, restaurantes, etc. Buscar un soporte de becas, que debería salir del presupuesto público, promedio $ 20.000 para que culminen los estudios una parte de esos 2.000 jóvenes que cada año cumplen los 18 años.
Hemos visto que ha tenido un justo fin el dinero recaudado por infractores a la cuarentena pero, también vemos por televisión que ciertas organizaciones sociales hacen la vista gorda al DNU del presidente Fernández con permanentes cortes en la avenida 9 de Julio de la Capital Federal, violando todo norma. Cuando el dinero es escaso hay que hacer el esfuerzo y por ello suena vergonzoso el aumento acordado para senadores y diputados del 40 por ciento, es una humillación a la gran masa de jubilados y a las clases más humildes rayanas en la indigencia. Invertir el dinero en lo justo y necesario que beneficie a la ciudadanía en general y no a intereses particulares sectorizados.
En definitiva, el coronavirus pasará, hay que pensar ya en esos 163 impuestos con lo que se castiga mensualmente a la masa productiva de millones de argentinos entre ellos miles de necochenses, 35 % de Ganancias, 21 % de Iva, 3,5 de Ingresos Brutos, 6 por mil a los movimientos bancarios, tasas usurarias para la venta de cheques o descubierto y falta de crédito, impuesto a los combustibles, a los sellos, a los bienes personales, retenciones a las exportaciones, derechos y tasas municipales, cargas sociales y una ley laboral de 1974 que frena la generación de empleo y podemos seguir abrumando con datos reales todo esto no puede seguir igual post pandemia; este es el miedo de gran parte de la sociedad ante la destrucción del aparato productivo.
Habrá que planificar para organizar la vida, apostar a la capacidad privada para combatir el desempleo y brindar oportunidades y esperanza en un marco de extrema dificultad. Acortar gastos desde el Estado como ejemplo visible para una sociedad descreída y con justa razón. El Covid tiene alerta a la población y con temores lógicos, el mayor es el día después cuando la vacunación sea masiva y se vayan recuperando lentamente las costumbres habituales de la vida cotidiana.
Hoy transitamos un presente lleno de piedras en el camino y los políticos no abren huellas claras que marquen el camino a transitar en un futuro. Aun con este panorama aciago creemos oportuno rescatar los versos del poeta Almafuerte “No te des por vencido, ni aun vencido, no te sientas esclavo, ni aun esclavo; trémulo de pavor, piénsate bravo y arremete feroz, ya mal herido”///