El trabajo social del Oratorio Santa Magdalena
Asisten y contienen a 40 chicos. Funciona a una cuadra del Irurzun
El oratorio Santa Magdalena de Canossa realiza una labor solidaria y comprometida con muchas familias y niños del barrio que se encuentra en el sector del Hospital municipal “José Irurzun” en Quequén, no solo con indumentaria, calzado y alimentos, sino con contención, momentos para la escucha, juegos y actividades recreativas.
El oratorio pertenece a la capilla Nuestra Señora de Itatí, dependiente de la parroquia Nuestra señora de La Merced en Quequén. “Nuestra fundadora también quería dar a conocer a Jesús y amaba a los niños”, manifestó la hermana Silvina.
El equipo no solo lo integran las religiosas, como la hermana Silvina y la madre superiora de la comunidad, Margarita, sino matrimonios, algunas madres del barrio y voluntarios.
El oratorio trabaja durante todo el año y en enero se toma descanso para recargar energía, pero a mediados de febrero comenzarán nuevamente con las actividades para este año.
Cuando los días están lindos los chicos juegan a la pelota afuera de la capilla y se entretienen un buen rato y si esta feo o llueve se reúnen frente al hospital Irurzun donde hay un salón “Santa Magdalena” donde funciona el servicio de Cáritas los lunes de 9 a 12 y atienden a las familias del barrio.
La hermana Silvina aseguró que cuenta con un equipo integral, “vamos a buscar a los chicos a la casa, jugamos con ellos, tenemos un momento de oración en la capilla, hacemos alabanzas, cantos y después compartimos la merienda con leche, chocolate y facturas que nos donan. Se trata de tender redes de solidaridad que de a poco van surgiendo”.
Desde el oratorio se toma conciencia de la necesidad de la otra persona, de la necesidad de hablar, de ser escuchado, entender y acompañarlo en su sufrimiento.
“Los chicos no tienen zapatillas, algunos son criados por los abuelos y acompañamos esas realidades”, dijo Silvina.
Necesidades
Cuando el día está lindo concurren más de 40 chicos y si el día está feo o llueve, el equipo de voluntarios organizan entretenimientos: bingo, cine, lotería, entre otros.
Silvina detalló que “los chicos rondan entre los 4 y hasta los 12 años, algunos chicos están entrando en la adolescencia pero vienen igual, se sienten a gusto, contenidos, escuchados”.
A veces cuando logran juntar los alimentos, organizan almuerzos comunitarios un domingo al mediodía, para 50 o 60 personas.
En tanto, durante el año, los chicos comparten un desayuno- almuerzo a las 11.30 y desde Cáritas ayudan entre 60 y 80 familias del barrio con el bolsón de alimentos una vez al mes.
Cáritas abre sus puertas en el oratorio los días lunes, de 9 a 12 y quienes quieran colaborar con alimentos no perecederos, calzado o ropa, pueden acercarse al salón ubicado frente al hospital Irurzun.
El proyecto “Mi Mochi” también es muy importante para estos chicos ya que de esta forma podrán asistir a la escuela cuando comience el ciclo lectivo.
“Son entre 40 y 50 chicos los que necesitan mochila, útiles y calzado para ir al colegio. El año pasado muchos por no tener cuaderno no iban a la escuela, y queremos solucionar ese problema, que los chicos se sientan bien y no se sienta menos por no tener, es decir que tenga lo necesario para poder ir de forma digna a la escuela”.///