El triángulo de máxima velocidad
La Vuelta de Necochea fue la prueba más rápida del Turismo Carretera en los años ‘60. Durante varios años consecutivos los ganadores del premio impusieron nuevas marcas de velocidad promedio. Recientemente se cumplieron seis décadas de que los “Gringos” Emiliozzi rompieron aquí el récord de los 200 kilómetros por hora. El más veloz fue Angel Rienzi, con una marca de 215 en 1967
Durante más de una década, la vuelta de Necochea fue la prueba más rápida del Turismo Carretera desde que el Automóvil Club Argentino dividió el campeonato argentino de turismo en las categorías Pista, Velocidad y Carretera.
En sus cuatro primeras ediciones, en 1960, 1961, 1962 y 1963, la Vuelta de Necochea fue la más rápida de todas las competencias de la categoría, en gran parte por tratarse de un circuito de largas rectas.
En las dos primeras ediciones Juan Navone impuso nuevos récord de promedio de velocidad para la categoría con su cupé Ford, en la tercera edición fue Angel R. Meunier con Chevrolet quien volvió a subir la marca y finalmente los “Gringos” Emiliozzi, también con Ford, rompieron un récord que parecía imposible: correr por encima de los 200 kilómetros por hora de promedio.
Una categoria vertiginosa
El 20 de junio de 1937, cuando la Dirección Nacional de Vialidad autorizó la realización de un gran premio para autos grand sport, sobre una extensión mínima de 1.000 kilómetros por diferentes caminos y provincias. Los vehículos, que debían ser del tipo Turismo o Paseo (cerrados) no debían superar los 120 km/h de velocidad máxima.
El 5 de agosto de ese año, se largó el primer gran premio, en el que participaron 68 automóviles. El camino los llevaría a recorrer doce provincias y 6.894 kilómetros.
A partir de 1939, el Automóvil Club dividió el Campeonato Argentino en los títulos de Campeón de Pista, de Velocidad y de Carretera.
Angel Lo Valvo fue el primer piloto en conseguir el título de campeón de carretera y los dos siguientes quedaron en poder de Juan Manuel Fangio.
A fines de los 40 comenzaron a disputarse las famosas «vueltas» y, entre ellas, se destacaban Hughes, Santa Fe, Tres Arroyos, Mar y Sierras y Olavarría.
Pero en 1960 se destacó la Vuelta de Necochea, porque era una prueba de velocidad pura y extremadamente exigente para los competidores. Se largaba desde Necochea hacia Tres Arroyos, de allí a Benito Juárez y de vuelta a Necochea.
Lo paradójico del caso es que aunque la Vuelta de Tres Arroyos tenía el mismo circuito, por alguna razón los pilotos nunca alcanzaron las mismas velocidades en esa prueba.
De récord en récord
El 17 de julio de 1960, la primera competencia del Necochea Automóvil Club marcó un hito. El ganador, Juan Carlos Navone, con Ford, estableció la mejor marca de velocidad horaria en la historia del automovilismo argentino categoría turismo de carretera, con 189,128 kilómetros por hora de promedio.
De esta manera, batió el récord que ostentaba Oscar Alfredo Gálvez, al ganar la Vuelta de Tres Arroyos a un promedio de 185,377 kilómetros por hora.
Al año siguiente, el 16 de abril de 1961, en la Segunda Vuelta de Necochea, Navone impuso un nuevo récord de 192,339 kilómetros por hora. Poco después, en la carrera de Tres Arroyos, Armando J. Ríos estableció una nueva marca, con 194,861 kms. por hora.
Pero al año siguiente, el 29 de abril de 1962, una vez más en la vuelta organizada por el Necochea Automóvil Club, Angel Meunier, con Chevrolet, subió la marca hasta el límite: 198,134 kilómetros por hora.
La edición de Ecos Diarios del 31 de marzo de 1963, daba cuenta del optimismo de pilotos y aficionados sobre la posibilidad de romper la marca de Meunier y superar la barrera de los 200 kilómetros.
«Es que las máquinas han evolucionado tanto por obra y gracia de nuestros formidables mecánicos, que todo puede esperarse de esos coches que la industria norteamericana creó para el desarrollo de velocidades mucho menores, sin pensar siquiera que los criollos los ‘retocarían’ tanto que el con el transcurso de los años alcanzarían marcas de velocidades reservadas solamente para las máquinas especiales o los coches sport», escribía el cronista.
Además de la posibilidad de inscribir una nueva página en la historia de la categoría, había 710.000 pesos en premios a repartir entre los primeros puestos, que impulsaban a los corredores a romper la barrera de los 200 kilómetros por hora de promedio.
Según los especialistas, el piloto local Armando J. Ríos y los «Gringos» Emiliozzi, tenían los autos más veloces y eran los candidatos para imponer el nuevo récord. El quequenense había impuesto la marca de 194,861 kilómetros por hora en la décima vuelta de la carrera de Tres Arroyos.
«Ríos y Emiliozzi son, al decir de los entendidos, los hombres que conducen los coches más veloces del país», según un artículo publicado el 29 de marzo en Ecos Diarios. Acompañaba la nota una fotografía del «Chivo» de Ríos, que tenía el número 2 en el capó.
Ese día, en dependencias del Automóvil Club Argentino, donde tenía su sede el Necochea Automóvil Club, quedaba establecido el orden de largada de la vuelta.
Largaría primero Dante Emiliozzi, luego Armando J. Ríos, Santiago Saigós, Angel Meunier, Carlos Menditeguy, Carlos Pairetti, Norberto Palagani, José Morán, Eduardo Casa, Félix Marbellini, Segundo Taraborelli, Carmelo Galpato Antonio Tempone y Juan Manuel Bordeu.
El ganador se llevaría el premio Maquinarias Ardanaz, en homenaje al inolvidable Juan Gálvez, nueve veces campeón de Turismo Carretera, fallecido durante la Vuelta de Olavarría.
También estaba en juego la Copa de Oro Armando O. Baccino, que quedaría en poder de quien superara los 200 kilómetros por hora.
El circuito tenía 368,700 kilómetros. Los pilotos debían partir desde Necochea hacia Tres Arroyos, de allí a Benito Juárez y luego regresar a nuestra ciudad.
Los 200 kilómetros
Debido a las características del circuito, un triángulo con largas rectas, la Vuelta de Necochea no parecía ser una prueba extremadamente complicada, pero no era para cualquiera.
De los 41 inscriptos, sólo largaron 28 coches: 14 Ford y 14 Chevrolet. De ellos, 13 abandonaron en la primera vuelta y otros 6 en la segunda.
Pero el Ford de Dante y Torcuato Emiliozzi logró la hazaña: a 203,526 kilómetros de promedio los «Gringos» pudieron dar la vuelta en menos de tres horas.
Los hermanos, que eran campeones de Turismo Carretera de 1962, sumaban así su tercera victoria del año 63, luego de las de Olavarría y Pergamino.
En segundo lugar se ubicó el piloto de San Antonio de Areco, Santiago Luján Saigós y tercero el balcarceño Juan Manuel Bordeu, con un Chevrolet. Cuarto José Morán y quinto Carmelo Galbatto. Luego llegaron Carlos Pairetti, Juan Ibarrondo y Félix Mabellini.
La IV Vuelta de Necochea quedó así en la historia del TC como la primera competencia de esta categoría en la que el promedio de velocidad superó los 200 kilómetros por hora.
Pero la historia no quedó ahí, porque al año siguiente, el 15 de marzo de 1964, el circuito fue escenario de un nuevo récord. Marcos Ciani, con Dodge, terminó la prueba con un promedio de 205,156 kilómetros por hora.
Al año siguiente no se volvió a romper el récord, pero sí permitió a los Emiliozzi superar su propio récord del 63, ya que el 25 de abril de 1965, la “Galera” culminó la prueba con un promedio de 204,950 kilómetros por hora.
El 3 de abril de 1966 los Ford volvieron a dar un salto de velocidad en la Vuelta de Necochea. Carmelo Galbato culminó la prueba con un promedio de 210,762 kilómetros.
Y al año siguiente, el 19 de marzo de 1967, Angel Rienzi, con otro Ford, llevó la marca un poco más allá: 215,460 kilómetros por hora.///