El viejo anhelo de explotar las bellezas del Quequén
Hace 40 años, en 1983, se inauguró el Complejo Turístico Las Cascadas. Cuatro décadas antes ya se proyectaba crear un gran parque junto al río
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Ecos Diarios
El 13 de noviembre de 1983, se inauguró el Complejo Turístico Las Cascadas, que contaba con instalaciones sanitarias, vivienda del casero, fogones y canchas de bochas en el Parque Cura-Meucó.
El complejo también comprendía el camino ribereño desde el puente Domingo Taraborelli hasta Las Cascadas y la Estación de Piscicultura levantada en ese sector, en la marcha derecha del Río Quequén.
Una caravana de automóviles, compuesta por más de 200 vehículos, completó el recorrido por el camino ribereño, desde el puente Taraborelli hasta Las Cascadas, dejándose de esta manera inaugurado oficialmente el atractivo circuito turístico.
La habilitación se produjo tres años después de que las inundaciones derrumbaran el puente que unía ambas márgenes. Desde entonces, explicó el intendente César Christiansen durante el acto, “no había posibilidad de acceso a toda esta belleza”.
“Se hicieron varios intentos para rehacer los 8 kilómetros de camino, pero el enorme costo que demandaba la obra, fue una enorme traba”, explicó el intendente.
Aquel día de noviembre de 1983, también quedó inaugurada la Estación de Piscicultura, cuya construcción se vio postergada por la inundación del 80, y el nuevo puente Ardanaz.
El complejo turístico hacía realidad el viejo anhelo de los necochenses de mostrar las bellezas del Río Quequén.
Un viejo anhelo
La idea de crear un parque a orillas del Río Quequén no era nueva. Corría el año 1941 cuando desde las páginas de Ecos Diarios se intentaba dar impulso a un sueño que los necochenses esperaban hacer realidad: la creación de un gran parque en las riberas del Río Quequén.
Para llevar adelante aquel proyecto, hoy olvidado, se habían expropiado una gran cantidad de tierras a la espera de que el gobierno provincial cumpliera con lo dispuesto por una ley bonaerense de parquización de sectores aledaños a las rutas.
Un artículo publicado en 1941 en la primera página de Ecos Diarios recordaba: “No debe ser abandonada ni postergada la iniciativa referente a la construcción de un gran parque en la ribera del Río Quequén”.
Según la nota, ya se habían comprado 20 hectáreas y faltaban expropiar otras tantas para completar la “zona parque”.
La iniciativa había surgido a partir de un decreto provincial de 1934 que establecía normas progresistas y modernas para la construcción de carreteras. Una de ellas, que se refería a “zonas parques”, fijaba el ensanche de las expropiaciones sobre franjas de 300 a 500 metros para los caminos de alta velocidad “que crucen o se aproximen a poblaciones de más de 5.000 habitantes”.
Esta medida intentaba, en primer término, dar seguridad al tránsito, porque se consideraba insuficiente desviar las carreteras del centro de las poblaciones y “era de temer que se formaran núcleos de población al margen del camino, creando nuevos peligros que la desviación de las carreteras trataba de evitar”.
Posteriormente, la Provincia, al construir el camino Dolores-Mar del Plata, desatendió los preceptos del mencionado decreto. Las trazas fueron desviadas, pero no se expropiaron las franjas para la “zona parque”.
Al poco tiempo, se construyeron sobre esa carretera nuevas poblaciones: estaciones de servicio, restaurantes, descansos y recreos.
Por esta razón, al adoptarse para el camino a Benito Juárez la entrada a Necochea por la ribera del Río Quequén, se iniciaron las expropiaciones en la zona ribereña para evitar que el camino fuese “cerrado” por construcciones.
En esa forma fueron adquiridas más de 20 hectáreas de las cuarenta y tantas comprendidas en la nueva “zona parque” y, de acuerdo con el artículo de Ecos Diarios, “se hizo un proyecto completo de parque, dentro de las mismas directivas que sirvieron para proyectar el “camping” de Miramar”.
Sueño incumplido
No obstante, surgieron dificultades que paralizaron las expropiaciones restantes en la “zona parque” de Necochea. “Si ellas no se realizaran dentro de un plazo prudencial probablemente se hicieran nuevas construcciones particulares que encarecerían el costo de la adquisición de esos terrenos por el fisco”, explicaba Ecos Diarios.
Cuando la nota apareció, ya habían pasado siete años de que el gobierno provincial decretara la creación de las “zonas parque”. Sin embargo, parecía que en Necochea no se cumpliría con las norma.
El artículo sostenía que “la partida de expropiaciones del presupuesto de vialidad acusa a esta altura del año un remanente que cubre con exceso lo que se necesita”.
“El catastro de esas expropiaciones, por otra parte, ha sido hecho de manera que bastaría la decisión del gobierno para iniciarlas”, afirmaba el redactor.
“A su vez, podría ofrecerse para la construcción del parque, una parte de los fondos que le corresponden a Necochea de acuerdo con la ley de Casinos. Durante el verano podrían hacerse los trabajos preliminares de nivelación y trazado, y en el próximo invierno las plantaciones”, señalaba. “Es sólo cuestión de decidirse para llevar adelante esa interesante iniciativa”.
A casi 68 años de la publicación de aquel artículo, la zona ribereña del Río Quequén comprendido entre la ruta 86 y el cauce de agua no es precisamente un “gran parque”, sin embargo aquella idea parece haber dejado huella, ya que hasta hace unos años era uno de los sectores menos poblados de la ciudad.///
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