Emilio Satriano: “Siempre me gustaron las carreras, tuve esa pasión desde chico”
El campeón de TC en 1990 repasó su campaña en el automovilismo, recordó a su hermano Pablo y agradeció el cariño que aún le demuestra la gente.
Veinte años en el Turismo Carretera. Se codeó en pista con Roberto Mouras, con el “Pincho” Oscar Castellano y con “Johnny” De Benedictis, entre otros. Debió esperar una década para, en 1990, gritar campeón en la categoría más popular. “Fue una descarga importante”, reconoce a la distancia. Llegó a ir a 275 kilómetros por hora arriba de un auto, “una locura total”. Siempre defendió la misma marca: Chevrolet. “La 15 todavía me llama”, dice con un dejo de nostalgia. Encontró en su hermano Pablo al complemento perfecto y a base de “trabajo, trabajo y más trabajo” se ganó el cariño de Chivilcoy, su ciudad natal, y de toda la provincia. Emilio Satriano es un histórico del automovilismo argentino y repasó con DIB toda su campaña deportiva.
– ¿Cómo fueron tus inicios en el automovilismo?
– Mi hermano corría en karting y yo arranqué acompañándolo. A mí siempre me gustaron las carreras, tuve esa pasión desde chico. Primero hice un par de carreras en karting y después pasé a los Citroën, donde gané cinco campeonatos, un subcampeonato y 24 carreras seguidas. Luego fui al Turismo Nacional con un Fiat 128 y de ahí al TC.
– ¿Qué recordás de tu etapa en la Monomarca Citroën?
– Me quedé con cinco campeonatos consecutivos y en uno salí segundo porque no me avisaron que había fecha. Ganar 24 carreras seguidas fue bárbaro, la verdad que el Citroën andaba muy bien y era una época linda porque había muchos autos. La clave fue tener un buen auto y no dejar que se caiga.
– Antes de llegar al TC tuviste un breve paso por el Turismo Nacional.
– Después de los Citroën había que pasar al TN, no había otra opción. Pero en el 79 el Turismo Nacional se cayó mucho, no daba para seguir apostando a eso y por eso decidimos hacer un TC. Ahí salimos a buscar auto, compramos uno, lo desarmamos íntegro y lo sacamos a probar a la ruta para ir poniéndolo a punto.
– ¿Cómo viviste tu primer triunfo en el TC?
– Fue en mi cuarta carrera en la categoría, en Olavarría. Fue algo inolvidable, lo viví como un campeonato. Y más en el TC, que todo el mundo te ubica, te conoce, te lo valora. Es lo máximo dentro del automovilismo, por lo menos en Argentina no hay otra categoría que la iguale en cuanto al fanatismo de la gente. Gané 27 carreras y todas las victorias tuvieron algo especial.
– Corriste 20 años en el TC. ¿Cuál fue la clave para mantenerte por tanto tiempo?
– Además de las dos décadas en la categoría, durante 16 años estuve dentro de los seis o siete primeros. Vos podés llegar, pero después es difícil mantenerse. En mi caso tuve la suerte de poder sostenerme. Y la clave es trabajo, trabajo y más trabajo.
– En Balcarce ganaste cuatro veces. ¿Era tu circuito favorito?
– Era un circuito espectacular. Muy difícil y muy desparejo, pero a mí me encantaba. Yo a mis autos los hacía prácticamente a todos en Balcarce, porque los llevábamos a probar y ahí los poníamos a punto. Cuando lo tenías bien a punto ahí, después el auto funcionaba en cualquier circuito. Es como si vas a 9 de Julio, porque vos tenés curvones rápidos, chicana, horquilla; tenés todo en 4.000 metros.
– ¿El rival más difícil?
– Hubo varios, porque 20 años en el TC es mucho. Decir uno en especial sería quitarles brillo a otros. Estaban Mouras, Castellano, De Benedictis. Creo que éramos un grupo de 10 o 12 pilotos que peleábamos todas las carreras. Había muy buena onda, era todo más familiar.
– ¿Cuál fue la velocidad máxima a la que has llegado arriba de un auto?
– En el Gran Premio de La Pampa, a 275 kilómetros por hora. No teníamos carga aerodinámica e iba en el aire. Parecía que tenía que tener el auto para que no salga volando. Veníamos tirando juntos con “Johnny” De Benedictis, fue una locura total.
– ¿Qué sentiste cuando te consagraste campeón de TC?
– Sentí satisfacción, alegría. Es un compromiso menos que tenés para realizar durante toda tu campaña deportiva. Fue una descarga importante para mí y también para mi familia.
– Corriste siempre con Chevrolet, ¿cuál es tu sentimiento hacia la marca?
– Siempre fui hincha de Chevrolet y te imaginás que cuando pude comprar el auto para correr en el TC fue una satisfacción muy grande para mí. En una oportunidad me quisieron dar un Ford pero ya estaba todo hecho sobre mi Chevrolet, tenía toda la hinchada y todo el desarrollo del auto. Y lo de “La 15” es terrible, al día de hoy me siguen llamando cuando hay una fiesta o cuando hay cualquier cosa.
– ¿Qué opinás de la actualidad del TC?
– La categoría está bien, pareja. Cada vez se trabaja más para tener una paridad mayor. Hay pilotos muy buenos. (José Manuel) Urcera está andando rápido, tenés a un (Agustín) Canapino que es excelente y después hay muchos jóvenes que vienen creciendo pero tenés que darles el tiempo necesario.
– ¿Cómo ves la labor de la ACTC en estos tiempos difíciles?
– La ACTC está preocupada, como estamos todos. Está todo parado, las oficinas son muy grandes y hay que mantenerlas. Son estructuras de un costo muy alto que sin carreras se hace difícil sostener, porque no hay publicidades y se pierde mucha plata.
– ¿Alguna anécdota que te haya dejado el automovilismo?
– Una vez fui a verificar el circuito de Bahía Blanca y se había remarcado una chicana anterior a un curvón que era muy peligroso porque estaba justo en la entrada de boxes. Cuando vinieron los pilotos de Dodge empezaron a decir ‘si, claro, está la chicana porque les conviene a los de Chevrolet’. Yo les contesté ‘No se hagan problema, que les voy a ganar igual con o sin chicana’. Finalmente corrimos sin chicana y gané.
Campeones de campeones
Los hermanos Satriano se coronaron en el Mundial de Personalidades bonaerenses organizado por DIB, que incluyó a 32 vecinos destacados de distintas ciudades de la provincia. “Fue un reconocimiento notable. Haberle ganado a los Emiliozzi, a Fangio, no creí que iba a ser así. Con algunos fue voto a voto”, dijo al respecto.
El “Obispo” también se refirió al cariño que todavía recibe de su ciudad natal: “Acá en Chivilcoy siento mucho agradecimiento de la gente, porque la ciudad es muy reconocida por el Turismo Carretera. Siempre tuve el respaldo de la ciudad y eso para mí es muy bueno. Cuando corría iban micros llenos de gente a las carreras, era un mundo la gente que iba”
“Con Pablo formamos un conjunto bárbaro”
Emilio al volante, Pablo en la mecánica. Esa fue la fórmula de los Satriano para sostenerse 20 años en la elite del TC, ganar 27 carreras y un campeonato. “Formamos un conjunto bárbaro, él preparaba el auto y el motor y yo me ocupaba de conseguir las publicidades y de todo el tema de la financiación, además de manejar”, cuenta Emilio.
“Mi hermano era un trabajador neto. Agachaba la cabeza y trabajaba”, agrega el ídolo de Chevrolet, y asegura que esa fue la clave del éxito: “Por eso es que ganamos 27 carreras, algo que no es fácil y sobre todo sin tener mucha experiencia de lo que era la categoría, porque empezamos de cero”.