Encendidos, pero con menos ojos mirando
Como en cualquier otra ciudad del país, en Necochea cada vez más personas prefieren mirar contenidos televisivos a través de sus dispositivos móviles y dejan el televisor de lado
Todo cambia, hasta los hábitos más arraigados. Hoy las horas que pasamos frente a un televisor podrían ser un reflejo de nuestra edad. Los más jóvenes están abandonando las cada vez más ostentosas pantallas de TV (LED, 8K, 55 pulgadas) para sumergirse en sus teléfonos.
Hoy los chicos, y cada vez más grandes, miran todo a través de su dispositivos personales. Los smartphones se han convertido en el centro neurálgico de la vida de la mayoría de las personas: sirven para conectarse a internet, para jugar, para mirar películas y series, ver televisión en streaming y, paradójicamente, hasta para hablar por teléfono.
Mientras muchos se resisten aún a leer en las pequeñas pantallas de sus teléfonos y siguen prefiriendo el papel, no ocurre lo mismo con la televisión.
La famosa “caja boba”, cuyo reinado parecía interminable, ha comenzado a perder terreno a manos de los servicios de streaming, que ofrecen una enorme flexibilidad al espectador.
Ya no es necesario sentarse frente al televisor a determinada hora para mirar nuestro programa favorito, podemos empezar a ver a cualquier hora y desde cualquier lugar, frenar la reproducción para ir a buscar algo de comer en la heladera y reiniciarla después de volver a acomodarse en el sillón.
Los más jóvenes parecen haberse revelado con la tiranía de los horarios, las tandas publicitarias y el aparato empotrado en la pared. Quieren ver televisión en cualquier lado, sin publicidad y darle play en el momento que quieran.
Prendida, como olvidada
“El tele está ahí, prendido como siempre”, dijo Martín Palacios uno de los lectores consultados respecto a esta tendencia que comenzó a hacerse notar hace unos años pero que en estos días parece haberse convertido en un hábito.
Martín dijo que si bien la televisión siempre está prendida en su casa, “sólo se le presta atención en alguna ocasión en especial”.
Esas ocasiones especiales a las que hace mención son “algún partido de fútbol importante o el noticiero”.
“Pero después el tele ya quedó de lado, al igual que el teléfono fijo”, aseguró Palacios.
Lo que ocurre en la casa de Martín se repite en la mayoría de las casas de la ciudad, donde es común ver el televisor prendido pero a los chicos, adolescentes y adultos más pendientes de su teléfono celular que de la pantalla “chica”.
A este desinterés manifiesto, se suman otros factores, que en el caso particular de los argentinos parece estar provocando una sangría de televidentes: el costo del servicio de cable.
La televisión por aire parece haber desaparecido y en el caso de nuestra ciudad la TDA no brinda opciones a los televidentes: sólo 15 canales, la mayoría de ellos de noticias nacionales, un infantil, uno de deportes, uno de cine y algunos otros de interés general.
Esto ha obligado a quienes tuvieron que dar de baja el servicio de cable a utilizar Internet para mirar televisión.
Desde la “caja boba”
La televisión hizo su aparición en nuestra ciudad en los primeros meses de 1961. Semanas antes, el 18 de diciembre de 1960, había comenzado a funcionar Canal 8 Mar del Plata, una de las emisoras que, durante años, junto a Canal 10 de la misma ciudad, acercarían la experiencia televisiva a los necochenses. El monopolio de estos dos canales en las pantallas de los televisores de nuestra ciudad se mantuvo hasta la aparición de la televisión por cable, en los años 80.
LU86 TV Canal 8 de Mar del Plata comenzó su transmisión desde Luro esquina Hipólito Yrigoyen, frente a la Plaza San Martín de la vecina ciudad. Allí funcionaba entonces un cine, y Difusora Marplatense, la empresa que tomó en sus manos el emprendimiento de levantar una estación televisiva. La firma alquiló las instalaciones al Club Pueyrredón, con derecho a efectuar reformas importantes y adecuar el lugar a las necesidades de la empresa.
Recién en los primeros días de enero de 1961 la televisión comenzó a impactar en la vida de los necochenses. Un aviso de Canal 8 en Ecos Diarios promocionaba la serie «Maverick», interpretada por James Garner. La serie era auspiciada por IKA y se promocionaba como «el programa número uno de la TV norteamericana».
En la misma página que aparecía el aviso, el diario le dedicaba un artículo a la programación de Canal 8. «Una de las preocupaciones de Canal 8, desde antes de su inauguración oficial -el 18 de diciembre último- ha sido la que su programación contemplara el orden y la armonía hogareña, tanto en su calidad, como en la distribución horaria».
«Ello explica el desarrollo actual del orden de difusión, que dedica su primera hora, exclusivamente, a una teleplatea con mayoría infantil, en la que se proyectan dibujos animados y series filmadas con material de entretenimiento, estrictamente adecuado a la personalidad de los pequeños», agregaba el artículo.
Pero en aquellos días, cuando la compra de un departamento en el «Monumental Edificio Zubizarreta» se promocionaba como «la mejor inversión del año», para comprar un televisor y todo el sofisticado sistema de recepción había que viajar a la ciudad de Mar del Plata.
En tanto, en aquellos primeros días de enero de 1961, el cine seguía siendo el rey del entretenimiento en nuestra ciudad. Las cinco salas trabajaban a sala llena durante el verano.
El Atlantic, el Gran Sud y París en el centro y el Gran Playa y el Ocean en la Villa balnearia, ofrecían doble programación. La televisión, en blanco y negro y con recepción limitada por la distancia y las cuestiones técnicas, no era competencia. El Peugeot 403 y el De Carlo 700 eran los autos del momento, pero la televisión parecía una sofisticación de unos pocos.
Recién allá por el 63 la publicidad de aparatos de televisión comenzó a aparecer regularmente en el diario, lo que demostraba el creciente interés del público. La firma Cincotta, que tenía su local en la calle Belgrano (actual 62), vendía televisores Emerson en cuotas mensuales de 1.750 pesos. En tanto, Sclani y Navarrine ofrecían la línea Philco.
Cuestión de hábitos
“Cada caso tendrá sus particularidades pero la televisión como entretenimiento vuelve a perder con respecto a otras opciones. En tiempos del cine en casa formato videoclub VHS o DVD ya el fragmento recreativo de las propuestas de tele abierta había perdido. El cine en los canales televisivos es viejo, repetido y a horarios inconvenientes”, dijo Pablo Casado.
Afirmó que “hoy, Internet y las plataformas como Netflix vuelven sobre el asunto”.
“En mi caso, ese es el cine en casa. Pero el televisor, más chato y más grande es un pariente más de la familia y ahí está para ofrecer resistencia. No va a ir al asilo así nomás”, bromeó.
“La información y el deporte siguen siendo sus aliados y a él iremos para verlos. Si la tía vieja que es la radio está vivita y coleando, la tele seguirá viva. Guste o no”, dijo el humorista.
En tanto, Sandra Vazquez aseguró que le “encanta la nueva forma de mirar de todo y variado. A Youtube lo consumo por la música”.
Pero como todo persona que trabaja muchas horas por día, Sandra sólo puede mirar televisión “un rato de noche”.
“Los fines de semana cuando tengo más tiempo miro mucho Netflix, cuando estoy haciendo cosas en casa pongo Youtube”, comentó.
La resistencia
Un informe realizado en Estados Unidos el año pasado sobre el consumo de TV paga mostró que la baja de audiencia en la franja de 12 a 17 años fue del 56% entre 2010 y 2018; impresionante, pero lógico a la vez.
Respecto a la pérdida de rating en la franja 18 / 24 años, la cifra alcanzó el 48%.
De dos a 11 años la caída fue de un 36%, no es poco pero es menor a las anteriores. ¿La explicación? Muchas veces son los padres quienes, para entretenerlos, les encienden el LCD, LED, SmartTV o el viejo televisor para sintonizar algún canal infantil. Claro, eso no significa que lo vean. Puede que sea la compañía mientras juegan con una tablet o miran videos de YouTube.
Un porcentaje similar cayó el encendido en la franja de entre 25 y 34 años: 34%. Apenas un par de décadas atrás a esa edad -y también más jóvenes- se veían mucho los canales de música, donde se emitían los clips de moda. Hoy, claramente no hace falta.
A partir de los 35 años la cosa empieza a cambiar. En este caso la franja que se tomó es de 35 a 50. Si bien se perdió audiencia, fue de tan solo un 18%. Es un target que pasó la adolescencia y gran parte de la juventud sin celulares ni Internet. Está más acostumbrado a ver noticieros, series y películas en la pantalla chica, aunque está a la vista que poco a poco esa costumbre también se va perdiendo.
Si hablamos de la gente de entre 50 y 64 años, podríamos decir que ahí se ubica la resistencia. La pérdida es escasa: 1%. Casi un empate: luchado, trabado, sacrificado… Adultos que se quieren aggiornar, pero que no pueden cortar con ese amor que conocieron en la infancia, continuaron en la adolescencia y mantuvieron en la etapa adulta. Esto significa que la televisión todavía puede hablarles a ellos, porque están.
Pero si hay un ejército que está en la primera línea del frente de batalla, dispuesto a darlo todo por la televisión, es la franja de 65 años en adelante. ¿Bajaron el encendido? No. ¿Lo mantuvieron? Tampoco… ¡Lo hicieron subir un 8%! Está claro que la expectativa de vida crece cada año, y que la antes llamada tercera edad está ahora mucho más activa. Por supuesto, también se van incorporando al mundo digital, pero jamás dejarán de lado ese aparato que tantas satisfacciones les ha dado, acompañándolos en gran parte de sus vidas. La vieron nacer, crecer, madurar con el surgimiento del color. Satisfechos con los cuatro canales de aire, celebraron la aparición del quinto, y se revolucionaron con el cable. Todo. Una vida.