Estudió en Necochea y hoy dirige la formación de médicos en El Salvador
Luis Camputaro reside desde hace cuatro años a ese país, luego de una vasta experiencia en Argentina, especializado en cuidados intensivos
Luis Alberto Camputaro tiene 65 años. Nació en el porteño barrio de Mataderos. Cuando tenía un año su familia se trasladó a Quequén. Allí su padre instaló una estación de servicio, que otros integrantes de la familia continúan explotando. Cursó la enseñanza primaria en el Instituto Pio XII de Necochea y el bachiller en el Colegio Nacional “José Manuel Estrada. Desde 1976 estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires. Se recibió y además de ejercer su profesión de médico, se dedicó a la docencia en la Capital Federal durante más de 30 años. Se especializó en terapia intensiva, neurología y medicina de emergencia. Fue, entre otras cosas, director médico del Instituto del Trasplante del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. También trabajo en el Hospital Juan A. Fernández, así como en otros establecimientos públicos y privados, en el área de cuidados intensivos (el Hospital Italiano y Corporación Médica, entre ellos).
Fue la docencia médica, pandemia del coronavirus de por medio, la que lo llevó a El Salvador. Desde 2020 vive en San Salvador, la capital de ese país centroamericano de poco más de seis millones de habitantes.
El propio Camputaro relata de qué manera esto sucedió: “Desde 2009, en el Hospital Italiano de Buenos Aires recibía gente para formarse en cuidados intensivos. Llegó un momento en que no sólo procedían de la Argentina, sino también de varios países Bolivia, Ecuador, Perú y El Salvador. Ahí me conocieron como docente, tengo más de 30 años como docente autorizado de la Facultad de Medicina de la UBA. Y cuando volvieron todos ellos a sus lugares de origen, en mayor o en menor medida, nos pedían que colaboráramos para empezar con la medicina intensiva en los diversos países. Dentro de las semillas que uno plantó en Latinoamérica, una de ellas, justamente, fue El Salvador”,
Ese contacto con médicos y autoridades sanitarias salvadoreñas fue intensificándose. Ya lo conocían a Camputaro, además, porque desde 2009 viajaba con otros médicos argentinos dos o tres veces por año a El Salvador para colaborar con universidades creando la carrera de medicina intensiva.
PEDIDO SALVADOREÑO
“Al comenzar la pandemia, a fines de enero de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud la estaba a punto de declarar a la pandemia como tal y cerrarse las fronteras, empezaron a llamarme desde allá. Hacíamos videoconferencias, tuvimos contacto durante bastante tiempo con la Universidad y gente de salud pública de El Salvador. Nos pedían consejos , recomendaciones. Se intensificaron las conexiones por internet y en junio de ese año me pidieron que armara un equipo con mi gente y me fuera para allá”, recordó Camputaro
Armó el equipo con gente que él había formado, incluida la Dra. Romina Georgina Bórtoli, de reconocida trayectoria. Y partieron hacia El Salvador, en medio de la pandemia, con aeropuertos vacios y muy pocos aviones que volaban. Preveían una estadía de tres meses.
Camputaro continuó relatando aquel momento tan particular y determinante:
“Nos dedicamos, fundamentalmente, a formar gente En todo el mundo faltaban médicos y en un país como El Salvador la necesidad era acuciante Aparte de trabajar con pacientes en el Hospital de El Salvador creado por el presidente Nayib Bukele, que tiene mil camas, hacíamos formación y entrenamiento de gente, preparándolos para algo que nadie conocía en el mundo, pero nosotros teníamos, por lo menos, la experiencia de cuidados intensivos”.
Cuando llego diciembre, la fecha en que concluía esta colaboración, las autoridades sanitarias de El Salvador les dijeron: “Vayan a la Argentina, pasen las fiestas con sus familias, arreglen los papeles y vuelvan”. Y así fue. De los 10 médicos argentinos que habían llegado a ese país para colaborar durante la pandemia, cuatro se quedaron trabajando allí. Entre ellos Camputaro.
“Fue y sigue siendo una experiencia muy rica, en un país muy noble en todo sentido. Rico en gente”, subrayó el profesional.
Camputaro estuvo de paso en Necochea. Sólo permaneció dos dias para visitar a sus familiares, incluyendo a su hermano Agustin, y compartir un café -con larga charla de por medio- con un amigo entrañable de su adolescencia, Osmar Ciotti, locutor y periodista que, como él, es oriundo del Gran Buenos Aires, pero que en su niñez llegó a Necochea.
Regresaría luego a Buenos Aires para reencontrase con sus dos hijos, para volver posteriormente a su trabajo en Centroamérica.
UN TRABAJO MOVILIZADOR
“El trabajo en El Salvador –insistió- sigue siendo muy movilizador, muy motivante, con muchísimo apoyo del gobierno. De hecho, creamos un instituto universitario de formación en salud en 2022 con la gente que viajó de Argentina. Se creó por decreto, con nuevas carreras, con muyo apoyo, no sólo del gobierno, sino también de los cooperantes. Independientemente de todas las cosas que puedan hablarse sobre la seguridad y otras cuestiones, el mundo está mirando a El Salvador como está empezando a mirar a la Argentina. Los cooperantes extranjeros apoyando siempre la formación superior: Estados Unidos, Japón, Corea, España, Italia, entienden que se están haciendo las cosas en serio. Seguimos trabando en colaboración con ellos en todo lo que es formación y educación superior. Nos honraron con la dirección y la rectoría de ese instituto. Estamos trabajando muy fuerte con el equipo. Creo que vale la pena rescatar eso: que no sólo nos apoya el gobierno, sino que los que están de afuera, como a Dios gracias parece que está pasando acá, dicen: parece que va en serio esto. Y se animan a apostarnos un poquito”.
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