Hace 120 años la ciudad solo tenía 90 luminarias
A principios del invierno de 1904 el alumbrado público necochense era extremadamente precario. Recién en 1908 la localidad contó con la primera usina
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Ecos Diarios
A pocos días del inicio del invierno de 1904, el diario El Nacional publicaba un artículo que dejaba al descubierto la precariedad del servicio eléctrico de la ciudad a principios del siglo pasado: “Alumbrado público. Cuarenta faroles más”, era el título de la nota.
En aquellos años, la ciudad era todavía una pequeña aldea, con la mayoría de las calles de tierra, oscuras por las noches. Los necochenses se alumbraban con velas o faroles.
“En diversas ocasiones este vecindario se ha quejado por las muchas dificultades de que adolece el alumbrado público. Atendiendo a tan justas quejas el comisionado interino ha ordenado al encargado del alumbrado que proceda a dar mayor amplitud a éste”, señalaba la nota del periódico fundado por Samuel y Antonio Ignacio.
“Con tal motivo, el señor Orlando Somaini informó la conveniencia de colocar cuarenta faroles más, los que se distribuirán equitativamente, en todos aquellos lugares donde la falta de alumbrado es manifiesta”, agregaba el artículo.
En ese momento la joven población sólo contaba con 90 faroles, por lo que la instalación de otros cuarenta sería un progreso significativo. “En algunos barrios, por ejemplo en la calle General Belgrano desde la avenida Alsina hasta la estación, el alumbrado es completamente deficiente, cada cuadra ostenta dos faroles cuanto más”, indicaba la nota.
“En los alrededores de la plaza, por la calle San Martín, Boulevard Del Valle, etc., también se carece de un número conveniente de faroles”, añadía el artículo.
La primera usina
Mantener el alumbrado eléctrico significaba un gran esfuerzo para la comuna, ya que en aquella época la localidad no contaba con una usina. Recién en 1908 se puso en marcha el primer motor generador.
El motorcito marca Tosi, tenía una potencia de 150 HP y el dínamo alimentaba 45 lámparas de arco de las calles necochenses.
La modesta central estaba ubicada en calle 51 entre 56 y 58, en el mismo lugar donde después se levantaría el edificio de la Compañía Anglo-Argentina y donde en la actualidad funciona un centro de estudios terciarios.
La modesta usina comenzó a funcionar por iniciativa de la Sociedad Anónima Molino Quequén, pero un año después pasó a manos del principal accionista de la entidad, un tresarroyense de apellido Carrera.
Pero con el paso de los meses aumentó el número de abonados y la potencia de la usina se vio superada por la demanda de la población.
En 1910, la usina fue comprada por la Sociedad Siemens Schuckert, que montó dos nuevos motores diesel de 250 HP cada uno y al cambio de las líneas, que totalizaban 20.000 metros.
Dos años después, la empresa fue adquirida por la Compañía Eléctrica del Sud, que se hizo cargo del servicio.
Pero el progreso registrado en esos diez años se vieron interrumpidos de pronto, al comenzar en Europa la Primera Guerra Mundial, en 1914.
La crisis económica mundial generada por la Gran Guerra obligó a paralizar los proyectos de ampliación de la usina local, lo que incidió notablemente en el aumento de las instalaciones y las mejoras en el servicio.
La luz y Necochea
Recién en 1923, cuando la Compañía Eléctrica del Sud cedió la usina a la Compañía de Electricidad Anglo Argentina, se iniciaron en nuestra ciudad los estudios de las ampliaciones del servicio de corriente eléctrica diurna sin interrupciones.
Hasta ese momento, los pocos necochenses que contaban con el servicio eléctrico sólo podían encender las luces de noche.
Según un artículo publicado por Ecos Diarios el 15 de abril de 1924, hicieron uso de este servicio “establecimientos comerciales e industriales, tanto para fuerza motriz como para iluminación”.
El nuevo servicio significó un importante impulso para el comercio y la industria local, que hasta entonces debía utilizar motores nafteros a explosión ante la carencia de fluido eléctrico.
El 12 de junio de 1925, Ecos Diarios publicó un artículo que refería la firma de un contrato entre la Municipalidad y la Compañía Anglo-Argentina y que reflejaba cómo era el servicio de aquellos años:
“La compañía rebaja el (precio del) alumbrado público por cada lámpara de 800 bujías en esta proporción: $29.50 por mes en vez de $31, en lo que respecta a las lámparas que se encienden durante el año”.
Como referencia de los precios, vale destacar que en aquella época el diario costaba 10 centavos y un traje a medida se podía adquirir por 75 pesos.
En cuanto al alumbrado particular, el artículo comenta que pasaría a constar de “45 centavos el kilowatt a 40 y la fuerza motriz de 25 a 23 centavos.///
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