Historia y leyendas de naufragios de barcos en nuestras costas
El recuerdo de ocho embarcaciones que sucumbieron a los embates de furiosos temporales. La mayoría en la costa quequenense
RAÚL JÁUREGUI
Redacción
El naufragio de barcos en nuestras costas encierra ricas historias y leyendas, que fueron desmenuzadas en el programa el “Desde Temprano”, por Ecos Radio.
Con datos provistos por el archivo de Ecos Diarios se hizo mención a las ocho embarcaciones que integran el circuito turístico que, con carteles identificatorios, está armando la Municipalidad de Necochea, en el marco del programa “Identificate con tu patrimonio”
En la oportunidad se especificó que seis de las embarcaciones de dicho circuito sucumbieron en la costa quequenense.
Una de ellas fue el carguero “Eleni”, que cuando se dirigía al puerto de Bahía Blanca a completar carga con destino a Inglaterra, varó a las 13 del 25 de junio de 1946 a unos 50 metros del morro de la escollera de Quequén, con una curiosidad: quedó “depositado” arriba de los restos desmantelados del “Marlonga Goulandri”, que había encallado en el mismo sitio en noviembre de 1934.
Los remolcadores “El Pescador” y “Mediador”, que lo acompañaban no pudieron evitar que encallara. Al día siguiente la tripulación y su perro mascota abandonaron el barco, cuyos restos se ven a veces con la marea baja.

Dos en un mismo día
El barco más famoso, si se quiere, es el “Monte Pasubio”, que da nombre al balneario situado frente a sus restos visibles. La embarcación de bandera italiana encalló en el lugar en la noche del 1º de abril de 1924 cuando fue sorprendida por un enorme temporal con fortísimos vientos huracanados, siendo arrastrado hacia la costa quequenense. Sus restos serían desguazados, siendo hasta hoy en día motivo de fotos y filmaciones parte de su hélice, que aflora del mar y da nombre a un complejo gastronómico contiguo
El gran temporal de esa jornada inicial de abril se cobraría otra “víctima”, pero del lado de Necochea, frente a Punta Negra: el vapor de bandera inglesa “Westbury”, que vientos de más de 90 kilómetros por hora hicieron que encallara a media tarde de aquel día fatídico para las dos embarcaciones.

Uno al lado del otro
En la continuidad de la columna radial se indicó que el sector de Punta Carballido es reservorio de los restos, a muy pocos metros uno de otro, de dos barcos que vararan en distintas jornadas.
Uno de ellos es el “Nicolaos P.”, que en principio había sido un barco de guerra, luego adaptado para transportar carga, y que tras ser sorprendido el 8 de marzo de 1965 por un temporal cuando llevaba mercadería del puerto de San Nicolás al de Quequén, fondeó en rada y fue arrastrado hacia la costa, quedando atravesado frente a la playa y que luego sería desguazado. Hoy sus restos se ven en las bajamares.
Casi al lado se hallan los restos del pesquero congelador “Pesuarsa 2”, con una historia particular: el barco llegó a Puerto Quequén en noviembre de 1981, y en medio de un conflicto de los tripulantes con la empresa propietaria del mismo, quedó interdicto por muchos años en la estación marítima y con prohibición de navegar.
A fines de los 90 fue remolcado y quedó varado en Punta Carballido, culminando así su accidentado derrotero. Por un tiempo, fue una de las más tradicionales postales de nuestras playas, pero luego el mar finalmente se lo devoró.
El buque “fantasma”
Una leyenda o mito se tejió en torno al carguero “Caribea”, que llegó a nuestro puerto la noche del 28 de diciembre de 1977, casi una paradoja en el Día de los Inocentes, con una tripulación de apenas cinco hombres.
Legalmente, el “Caribea” parecía haber surgido de la nada, ya que no existían registros de sus constructores y escasos datos del lugar de donde provenía. Por eso no se demoró en calificarlo como “buque fantasma”.
En junio de 1978, luego de seis meses de permanecer amarrado en el Puerto, aún no se había podido determinar a qué empresa pertenecía ni la nacionalidad, de los cinco tripulantes que habían llegado en la nave, sólo uno permanecía a bordo. Un sueco que parecía no tener adónde ir. Finalmente, la embajada de Suecia se haría cargo de todos los gastos y repatriataría al joven marino a su país de origen.
El “buque fantasma” siguió ganando fama en 1980. En el marco de las inundaciones que en abril azotaron nuestra ciudad, en la noche del 1º y producto de un furioso temporal, se desprendió de su amarre y luego de permanecer al garete en el canal de acceso a Puerto Quequén, el “Caribea” fue lanzado al mar, y encalló en las inmediaciones de la ex Colonia Pinocho. Allí finalmente sería desguazado.
Al garete y varado
En lo que refiere a las varaduras en la costa necochense, se cuenta la del “Amagary”, que con 21 tripulantes en la noche del 30 de septiembre de 1964 estaba fondeado en rada exterior del Puerto esperando ingresar al mismo cuando fue sorprendido por un furioso temporal, quedando al garete y a merced de los fuertes vientos quedó varado a media milla de Punta Negra, en una posición de la que no podría liberarse, siendo finalmente desguazado.

El “Esito” y su pintoresca historia
La columna radial sobre los buques que “murieron” entre comillas en nuestras costas debido a temporales, culmina con el “Esito”, que por los embates de una enorme tormenta encalló a metros de la escollera sur, en la Playa de los Patos, la noche del 30 de septiembre de 1964 .
Con su casco de hierro de 78 metros de eslora y 27 tripulantes, se intentó zafar de su varadura en varias ocasiones al “Esito”, pero no fue posible. Tras quebrarse su casco por el socavado de las olas, tuvo que ser desguazado. Luego se fue constituyendo tanto en un atractivo turístico como una leyenda con ribetes trágicos.
Por años sus restos emergían de la arena, y fue escenario de cortos publicitarios como uno de la marca de autos Citroen; a la vez que perdieron la vida algunos jóvenes que utilizaban la cubierta como trampolín y otro que en plena noche y conduciendo un a moto, embistió los restos de su casco.
Los restos del barco están enterrados unos 20 metros debajo de la arena producto de la acumulación de la misma en la Playa de los Patos, aunque suelen aflorar a la superficie, que es demarcada por pequeñas banderas, para alertar a conductores de vehículos que transitan por el lugar.
La nota completa se puede escuchar en el Spotify de Ecos Radio.
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